domingo, 16 de marzo de 2014

Nuevo diseña + Ámame Una Noche Más [Novela Completa]


Resumen: “Hola me llamo Zack y esta es la historia de cuando conocí al amor de mi vida. Lo sé, lo sé, parece una cursilada pero así fue como le conocí y las veces tuvimos que reencontrarnos para al final poder estar juntos. Yo creo en las segundas y terceras oportunidades si el amor es verdadero. Por más que quieras huir de esa pasión que te arrebata o ese sentimiento de ahogo que sientes cuando estas sin él o el placer que te da ser amado sin motivos, para perderlo todo después. Huimos de esa necesidad ciega, pero por más que queremos irnos lejos siempre volvemos a esa misma persona, porque sin ella no sabemos vivir y al final todos esos temores desaparecen estando en los brazos de la persona amada, como me paso a mí.".  

“Ámame una noche más... Es una trama entre dos chicos que se enamoran a primera vista, y que trascurre durante una única noche en la que los protagonistas se pierden en una pasión desenfrenada. Pero a la mañana siguiente surgen complicaciones, junto a un montón de malos entendidos que se quedan sin resolver, hasta 7 años después.Zack vuelve a localizar a Diego, el único hombre que nunca ha podido olvidar. ¿Qué pasara cuando vuelvan a reencontrarse?... ¿Volverá a saltar la chispa o cada uno seguirá por su camino…? Y un tiempo después, con varios sucesos de secuestro e intento de asesinato. ¿Diego perdonara a Zack por haberlo abandonado o se rendirá a la pasión que siente por la única persona que supo llegar a su corazón y nunca más salir de ahí?...”.


Titulo: Ámame Una Noche Más
Autor: Deyanira Orta Jaques
Tipo: Libro Homoerótico

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Ore no Ushiro ni Tatsu na



Título:Ore no Ushiro ni Tatsu na!!
Autor/a:Sakira 
Géneros:Drama, Comedia, Hard Yaoi
Publicación:1 vol.
English version:Blissful Sin
Estado:En Traducción ♪(✿◠‿◠)

Resumen:Después de cierto incidente, un excelente policía llamado Jin pierde su trabajo. Ya desempleado, decide convertirse en un investigador privado. Un día, Kujou Anri, el joven maestro de la familia Kujou, entra en su oficina fingiendo ser un cliente. En lugar de ello ¡termina sofocando a Jin! ¿Cómo se darán las cosas cuando el detective se encuentre atado y drogado?.


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Capítulo 1: Mediafire - 4Shared - Mega - Online
Capítulo 2: Mediafire - 4Shared - Mega - Online
Capítulo 3: Mediafire - 4Shared - Mega - Online


Tokyo Yabanjin


Título: Tokyo Yabanjin
Mangaka: Sakuragawa, Sonoko
Tomos: 1
Fansub inglés: Countless Time
Estado: En Traducción 

Resumen: Kano Fubuki simplemente parecía demasiado joven para su edad. No había ningún problema con eso, pero la gente encuentra difícil de creer que él es un detective, sobre todo Kagetsuna Daimon, el jefe de un grupo yakuza involucrado en una investigación en curso. Pero cuando Fubuki es secuestrado, está a punto de descubrir que Daimon tiene más que una fijación personal hacia a él que a los criminales.

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Capítulo 1: MF - 4S - Box - Online
Capítulo 2: MF - 4S - Box - Online

jueves, 27 de febrero de 2014

Fantasmas del pasado



Capítulo nuevo, Si no está complicando la trama, espero Que me comenten algoritmo besitos y Hasta pronto.  Comenten y sable Dejarme do Opinión.



Fantasmas del pasado

-          ¡¿Dónde está?! – grito por quita vez mi encolerizado compañero, mientras soltaba otro puñetazo en mi cara. Lo mire con rabia, solo esperaba la oportunidad y me cobraría cada golpe sobre él.
-          Ya te dije que no lo sé – gruñí apretando los dientes. Era cierto, no sabía dónde se había metido ese endemoniado chico, pero cuando le encuentre se va a enterar por dejarme tirado.
-          Es que eres estúpido, te di una orden muy clara y era que no le dejaras salir. Espero por tu bien que se haya marchado o al menos que no tenga ni idea de que está pasando aquí, porque tendrás muchos problemas. – dijo mirándome con odio y yo pensé que ya era hora de que se enterara de que se había terminado.
-          Se acabó – susurre y éste se me quedo mirando como si no hubiera oído.

-          ¿Qué has dicho? – acerco su oído a mis labios para que le repitiera lo que había dicho y yo sonreí volviéndoselo a decir.
-          He dicho que se ha terminado, ya no vas a mangonearme más, ni a manipularme, voy a coger mis cosas, he iré a buscar a ese chico y tú vas a desaparecer de nuestras vidas. – le gruñí al oído – y si algo le pasa a él o a mí, recuerda que tengo documentos donde tanto tú como tus jefes, podrían salir muy mal parados. Así que será mejor que desaparezcas y no vuelvas, ya no necesito tu ayuda para encontrar a mi familia, lo haré por mi cuenta, gracias. – termine echándome atrás, acomodándome lo más cómodamente posible que las cuerdas me dejaron y le regale una sonrisa con el labio partido. Éste me miro como si me hubiera vuelto loco y vi como su puño aterrizaba en mi ojo derecho. Sisee pero no le di el gusto de soltar un quejido.

-          Eres estúpido, no sabes con quien te estas metiendo y yo que tu encontraría a esa pequeña mierda antes de que lo estropee todo o su pequeño culo va a sufrir las consecuencias. – me amenazo y un bajo gruñido comenzó a formarse en mi garganta.
-          Como le toques un solo pelo, o solamente tenga un rasguño, voy a encontrarte y a despellejarte vivo, me entiendes. Déjalo en paz o tendrás que vértelas conmigo.
-          Huy que miedo, no ladres tanto si ni siquiera puedes desatarte de tus propias cuerdas. – se burló señalándome y pensé que ese tipo era más gilipollas de lo que pensaba. Pero antes de poder terminar de soltarme tocaron el timbre de la puerta y un olor familiar llego a mí haciendo que mi pene saltara al instante. No entendía que me pasaba, pero quería ir corriendo a abrir la puerta y devorar a quien se encontrara tras ella. – Mierda – dijo mi compañero, mirando por todos lados, hasta ver a ventana de la cocina abierta. – más te vale no cagarla Gray o no duraras mucho para disfrutar otra vez de tu pequeño amante. – dijo y corrió hacia la cocina desapareciendo en ella.
Los golpes se hicieron más insistentes y termine de desatar mis muñecas masajeándomelas. El hecho de que supiera como liberarme de ellas, no decía que no pudieran herirme, me dolían un poco, pero se me pasaría al igual que el ojo morado y el labio partido. Me acerque con cautela a la puerta, olfateando el aire y estuve a punto de marearme. Quien se encontrase tras ella, llevaba el olor más delicioso que hubiera olfateado en mi vida, excepto el de mi pareja, ese pequeño gato escurridizo, que rezara para que no le pusiera las manos encima, porque va a desear haberse quedado quietecito. Otro golpe me sobresalto y me decidí por abrir, total, quien fuera no tenía intención de marcharse. Creí que el corazón se me salía del pecho, las piernas se me aflojaron y termine tendido sobre ellas, ¿Quién era el que me miraba desde el alto de la puerta, con asombro y con ganas de arrancarme toda la ropa? Y lo más importante, ¿cómo era posible que tuviera mi cara?
-          ¿Quién eres tú y por qué tienes mi cara? – pregunte cuando encontré la voz y este se agacho a mi altura, dejando que su aroma me intoxicase y su tierna sonrisa hicieran que mi corazón saltarse en mi pecho, llenando mis ojos de lágrimas, al sentir sus suaves manos recorriendo mi cara.
-          Hola Graydee, has cambiado mucho desde la última vez que te vi, es como volver a mirarme al espejo – dijo acercándome más a él, dejando que me fundiera en sus fuertes brazos y no sabía cómo pero le conocí. Solloce más fuerte, cuando los recuerdos volvieron a mi mente, de cuando aún era un cachorro y me separaron de mi familia. – Shh... no llores pequeño, ya estoy aquí, vamos tranquilízate. – me susurraba, meciéndome entre sus brazos intentando que mis sollozos cesasen.
-          ¿Cómo, por qué me separaron de mamá y papá, porque me alejaron de ti? – dije entre hipos y mi hermano al que siempre había amado desde el día que nacimos, acariciaba mi espalda. ¿Cómo había podido olvidarlo? Me abrace más fuerte a su cuerpo y este gimió cuando termine sentado en sus piernas y nuestras caras a pocos centímetros - ¿por qué no me buscaste, me dejaste solo, ya no me querías? – le pregunte con los ojos llenos de lágrimas y por un momento pude ver un atisbo de rabia, para luego ser remplazada por una de tristeza.
-          Te buscamos Bebé, pero pasó el tiempo y te dieron por muerto, cerrando tu caso, lo siento. – contesto pegando su frente a la mia, acariciándome la mejilla con el pulgar. - nunca he dejado de quererte Graydee, eres mi hermano pequeño, ¿cómo podría? – pregunto y yo quería preguntarle si el no sentía que éramos más que solo hermanos, si el no sentía el lazo que nos unía y tiraba juntándonos. Gemí moviéndome sobre su regazo y éste tomo mis caderas sujetándolas bien pegadas a su erección. – no deberías hacer eso, somos hermanos y nos acabamos de reencontrar, no deberías provocarme de esa manera, hermanito. – dijo mordiendo el lóbulo de mi oreja y solloce por sentir más. ¿Qué me estaba pasando, como podía estar tan excitado con mi propio hermano, hasta el punto de estar rogándole porque me desnudara? – primero tendremos que entrar en casa, no se si no te has dado cuenta de que estamos en el suelo de la entrada. – dijo con una sonrisa y mire a mi alrededor, sorprendiéndome que estábamos en el pasillo.
-          ¿Qué está pasando aquí? – escuche una voz muy sexy, algo enfadada, que me recordaba a mi pequeño gatito. – podéis explicarme  cualquiera de los dos, ¿porque están tocando a mi pareja y cuál de los dos es mi pareja? – levante la mirada, viendo la pequeña cosa más sexy que jamás había visto. Si cuando lo encontré en mi habitación, atado y desnudo me pareció un ángel, ahora parecía un endemoniado chico, que quería llevarme a la locura. Con sus pantalones diminutos enseñando demasiada piel de su plano abdomen, su minúscula camiseta y su largo pelo recogido en una coleta alta, con sus ojos relampagueando.
-          Bebé, te dije que esperaras en el coche hasta que te llamara. – escuche que decía mi hermano, tomándome de las caderas y levantándose conmigo.
-          ¿Quién es ese Zack, porque le estas permitiendo que te toque y lo más importante, por qué tiene tu cara? Porque o yo me estoy volviendo loco, o estoy viendo a dos Zack. Quiero que alguien me lo explique. – dijo enfurruñado y Zack se acercó a él tomándole de la cintura, pegándole más a su cuerpo. Este se resistió, pero luego se relajó, suspirando y mi polla salto al verlos como se besaban, olvidándose que yo aún seguí aquí.
-          He chicos, aún sigo aquí y también quiero saber qué hace mi hermano besando a mi pareja. – dije y los dos me miraron. Diego me miraba sin comprender nada y Zack por un momento gruño pero luego suavizo la mirada.
-          Espera un momento, ¿cuál de los dos es Zack? – pregunto mi pequeño demonio y mi hermano le sonrió, pegándole otra vez a su cuerpo.
-          Yo soy Zack Bebé y él es mi hermano gemelo Graydee. – le contesto con una sonrisa y éste miraba de Zack a mí, y vuelta a empezar.
-          Pe-pero ¿Cómo es posible, yo no sabía que tenía un hermano y porque dice que es mi pareja? – dijo Diego mirándome con el ceño fruncido y yo le sonreí acercándome a ellos.
-          Eso mi pequeño escurridizo gatito, es porque tú eres mi pareja, ya que ayer te reclame como tal y en cuanto ponga mis manos sobre tu pequeño y redondo trasero vas a desear no haber escapado de mi esta mañana. – le dije aprisionándole entre el pecho de Zack y el mio, cuando este intento escapar, soltando un grito de sorpresa, al ver como mi hermano le sujetaba.
-          Suéltame, traidor, me dijiste que nunca más me mentirías y no me has dicho que tenías un hermano gemelo, que para colmo esta como una puta cabra. – dijo enseñándole los colmillos a mi hermano y este le sonrió dándole un beso, tirando de su labio inferior, obligándole a abrir la boca con su lengua.
-          Será mejor que continuemos esta conversación dentro del apartamento. – dije cuando el ascensor paro en mi planta y bajo la señora Greta del 2ªA. Ésta no miro como si fuéramos unos pervertidos y siguió su camino.
Zack tomo a Diego como si fuera un saco de patatas y lo metió dentro de casa, mientras este seguía pataleando y gritándole para que le bajase. Yo no sabía si salir corriendo o simplemente tomar lo que se me estaba ofreciendo. ¿Cuánto tiempo llevaba buscando a mi familia, algo que había olvidado, pero siempre estuvo ahí? Miré como Zack gruñía al ver que Diego comenzaba a alejarse.
-          Aconsejo que nos calmemos todos. – dije parándome en medio de ese par de idiotas. – qué tal si nos sentamos e intentamos aclarar este lio.
-          ¿Por qué lo dice el primero que nos metió a todos en él? – bufo Diego con una mano en la cadera, mirándome con sus ojos en una pequeña ranura.

-          Sí, justamente por eso, yo no sé en qué lio nos hemos metido, pero será mejor que lo aclaremos en otra parte. Tenemos que irnos ahora. – dije dejando el salón dirigiéndome a mi habitación, sacando lo necesario. Si necesitaba algo más siempre se lo podía pedir a mi hermano, puesto que somos de la misma estatura. Salí otra vez al salón y aún seguían discutiendo, me desespere llegando a ellos y les tire a los dos de las orejas. – bien, como veo que os comportáis como mocosos, os voy a tratar como tal. – les dije cuando protestaron y les solté, llegando a la puerta. – he dicho que tenemos que irnos ahora, así que muevan sus preciosos culos y andando. – les indique cuando abrí la puerta, para que salieran, pero justo cuando me gire, escuche la voz de Zack gritándome que me quitara y no pude ver nada más que el suelo bajo mi cara y sangre. ¿De quién sería? No lo sabía, pero sentía que perdía la conciencia, y se escuchaban muchas voces gritando y rugiendo. Vi como un cuerpo caía ante mí, asustándome por un momento, pero luego unas gentiles manos me levantaron, susurrándome que todo estaría bien, que no me durmiera, pero yo no podía hacer eso. Mis ojos se cerraban y mi cuerpo estaba muy pesado, quería dormir. Gemí al sentir como Diego me zarandeaba, pero ya no pude hacer nada más, simplemente me deje llevar por la inconciencia.

-          ¿Cómo se encuentra? – pregunto mi madre al entrar a la sala de espera. Se veía agotada, lógico después de conducir toda la noche para llegar aquí. Me acerque a ella abrazándola y besándole el cabello.
-          Está bien mamá, lo mantienen en observación, solo por el golpe en la cabeza. – le dije sentándome con ella, esperando que saliera el médico o alguien para que nos dejaran pasar a verlo. - ¿Dónde está papá? – pregunte al no verle allí, normalmente ellos siempre están juntos. Ésta me miro un minuto, en el que pude ver algo de tristeza y luego desvió la mirada a nuestros dedos entrelazados.
-          Tu padre no ha podido venir, tenía unas cosas que no podían esperar. – dijo con un toque triste y comprendí lo que quería decir sin palabras.
La abrace y no comente nada sobre el tema, si quería hablar, ya me lo contaría. A la hora apareció Elena, sorprendiéndome, ya que yo no le había llamado.
-          Hola, ¿ya despertó? – pregunto al llegar, saludando mi madre y después a mí – Diego me dijo donde estabais, cuando llame hace un rato a tu casa. – respondió mi pregunta no hecha y no dije nada más sobre el asunto.
-          Aún no, pero los médicos esperan que lo haga a lo largo de la noche – le respondí abrazando más a mi madre, que se estremeció emitiendo un sollozo. Suponía como se estaría sintiendo al enterarse que el hijo que dio por muerto 30 años, estaba inconsciente en la cama de un hospital. Ésta me lo agradeció y se fue a por unos café. Me quede allí observando a Elena que no hacía más que andar de un lado a otro y ya comenzaba a ponerme nervioso. - ¿Esperas a alguien, porque si no, podrías estarte quieta en un lugar? – le dije rechinando los dientes, tenía un fuerte dolor de cabeza y una necesidad ciega de ir con Graydee. Ésta me miro pero respondido que no, solo que le ponían enferma los hospitales, le pedí que saliera un rato si quería, que yo iría a echar un vistazo a la habitación de mi hermano.
-          Si quieres te acompaño, así no vas solo; además quiero verle, aun no me creo que haya otro como tú. – dijo con una sonrisa  y accedí a que viniera. Al llegar vimos que había alguien en la habitación, que no pude distinguir, porque estaba despaldas. Algo me hizo tocar la puerta y el hombre se sobresaltó, girándose a nosotros cuando abrí.
-          ¿Puedo ayudarles?, no son horas de visita. – dijo algo nervioso y yo fruncí el ceño.
-          Quería saber cómo se encontraba mi hermano. – conteste entrando en la habitación, acercándome a su cama. Se veía algo pálido, pero no parecía que estuviera mal. - ¿le importa si nos quedamos un rato? –pregunte y éste miro de Elena a mí, asintiendo al final. Salió de la habitación y me senté junto a Gray, había pasado tanto tiempo, aún no podía creer que estuviera vivo.
Aparte unos mechones de su cara, rozando su suave piel con mis dedos y estos hormiguearon por querer sentir más. Eso no estaba bien, no podía sentirme atraído por mi hermano, algo tenía que estar mal conmigo. Me dije cuando mi polla salto y  tuve que reprimir un gemido, recordando que Elena aún seguía aquí.
-          Sí que sois clavados, si los viera por separado no sabría distinguirlos – comento parándose a su lado, y un bajo gruñido salió de mi garganta sin pensarlo. – lo siento, no voy a hacerle nada Zack, solo estaba mirando de cerca. – comento con la cara pálida.
-          Lo siento, no sé qué me pasa últimamente que estoy algo gruñón. – comente pasándome la mano por el pelo y sujetando  con la libre la de Graydee.
-          Cuéntame que sucede, tal vez pueda ayudarte, o darte algún consejo. – comentó sentándose en una de las sillas y antes de que fuera a contestar, sentí como Gray apretaba mi mano. Lo mire unos segundos, pero aún seguía dormido y gire hacia Elena que nos observaba aun esperando una respuesta.
-          No es nada, he tenido mucho trabajo últimamente, y pocas hora de sueño. Debería tomar unas vacaciones, ahora que ha vuelto Graydee, he irnos todos algún sitio a descansar. – contestes apartándole el cabello de la cara a éste y sentí como se estremecía bajo mi contacto. – será mejor que lleves a mi madre a casa, allí esta Diego con los pequeños, cualquier cosa me llaman. Yo me quedaré está noche con él. – dije cuando mi madre entro con los café y se lo agradecí.
Ésta dijo que volvería en la mañana, que le mantuviera informada y le pedí que cuando Diego despertase, le dijera que viniese. Las despedí en el coche y volví a la habitación cerrando con llave tras de mí. Respire profundamente y luego me acerque a su cama, aún se hacía el dormido, sonreí llegando con un poco de agua. Comencé a reír cuando casi se ahoga al dejarle caer el vaso de agua completo en la cara.
-          ¿Por qué narices haz echo eso gilipollas? – pregunto secándose la cara y le mire por un momento, recordando a cuando aún éramos niños y le despertaba de la misma forma.
-          Pensé que me había pedido agua – conteste devolviendo el vaso y llevándole una toalla. Este la jalo de mi mano, enseñándome los dientes.
-          Estas muy gracioso hermanito – dijo apretando los dientes, y comenzó a quitarse los cables.
-          ¿Qué crees que estás haciendo pequeño incordio? – le dijo sujetándole las manos y éste me miro con una sonrisa.
-          Recuerda que ya no tenemos 5 años, tenemos la misma estatura, compleción, peso, etc… tanto que tu novio, ahora mi pareja, termino confundiéndonos. – gruñí dándome cuenta que era cierto, quitando que él llevaba aros en los pezones y en el ombligo. – bueno, ¿ahora me explicaras que está pasando?, porque voy a empezar a chillar de un momento a otro. – comento y supe en que nos diferenciábamos.
-          Calma campeón, primero explícame que hacías en aquel apartamento y en esas condiciones. – le dije sentándome lo más lejos que pude, sujetando mis manos que hormigueaban por tocarle, aún tenía el ojo morado y el labio partido. Éste me miro desde allí y comenzó a levantarse. – Graydee, creo que sería mejor que te quedaras donde estas. – dije echándome atrás, cuando este llego a mí.
-          ¿Por qué?, desde allí no te veo bien, además, ¿no me digas que me tienes miedo? – dijo con una sonrisa, colocando sus piernas a cada lado de mi cuerpo. Comencé a temblar, no podía controlarme, su olor me estaba haciendo gruñir y mi león quería salir por segunda vez, para reclamar a mi hermano. Eso no podía ser, no, eso no estaba bien, somos hermanos.
-          Detente Gray, no podemos hacer esto. – le sujete de las manos cuando las llevo a mi pelo, tenía que detener esto, antes de que hiciéramos algo de lo que nos arrepentiríamos después. – será mejor que vuelvas a la cama.
-          No quiero, me quedare como estoy, ya te lo dije, desde allí no te veo. –pegó su cuerpo al mio, enredando sus dedos en mis cabellos y ronroneando cerca de mis labios. – hueles muy bien, ¿sabrás igual de bien? – pregunto pasando la lengua por mis labios. Un escalofrió recorrió mi cuerpo y éste sonrió moviendo las caderas, sobre el bulto de mis pantalanes. – creo que a mi hermanito le gusta esto – comentó pegando más su erección a la mia y no pude reprimir el gemido que salió de mi garganta.
-          No sabes lo que estás haciendo, te arrepentirás después si me provocas Graydeeson. Sabes que no podemos hacer esto, así que para de una vez antes de que crucemos la línea y no haya vuelta atrás. – le advertí, más para mí que para el en realidad. Quería reclamarlo y solo estaba sacando excusas para no hacerlo.
-          Cierto, solo sabes sacar excusas, para no hacer lo que deberías. – contesto sacándome de mis pensamientos y le mire como si no hubiese hablado conmigo.
-          ¿Qué has dicho? – le pregunte y éste me miro alzando una ceja, mientras se sentaba derecho en mis piernas, con las manos en mis rodillas.
-          Decía que siempre sacas excusas para no hacer lo que deberías, ¿verdad Diego? – dijo y me quede como si se hubiera vuelto loco.
-          ¿Se te fue la cabeza después del golpe o algo así? – pregunte masajeando mis ojos, que estaba pasando aquí.
-          Bebé no está loco, bueno en poco sí; solo espera que ponga mis manos sobre ti Gray, vas a ver deseado esperar a que yo estuviera allí. –escuche la voz de Diego y pensé que me estaba volviendo paranoico. En fin ya me explicaría unos de los dos, si dejaban de discutir en mi cabeza, que estaba pasando aquí.
-          ¿Para qué?, eres tan mojigato que de fijo estropearías la noche.  – le gruño Gray y sonreí. Éste no sabía dónde se está metiendo aun retando a Diego, pero lo descubriría pronto.
-          Cuando terminéis de ver quien la tiene más grande, que tal si me explican cómo es que podemos hablar y porque estáis discutiendo en mi cabeza. Me duele sabéis, no quiero ni un solo grito más, si no es de placer en mi puñetera cabeza, ¿queda claro? – les dije, Gray asintió recostándose en mi pecho y Diego refunfuñando. – Bien, ahora que os habéis calmado, uno de los dos podría decirme porque podemos hablar entre nosotros. – espere una respuesta pero ninguno de los dos respondido. - ¿vais a responder en algún momento de la noche o tendré que sacaros una respuesta? – pregunte separando a Gray de mi cuerpo que me miraba con ojitos grandes.
-          Yo no sé, él me hablo primero – dijo este y el mencionado gimió, llamándole traidor.
-          ¿Diego? – este jadeo y espere a que contesta – sabes, si no dices algo cuando llegue a casa te castigare, pondré ese hermoso culito tuyo sobre mis rodillas y te azotare, hasta ver como coge un color rojo. Después dejare que Gray te folle hasta correrse en tu apretado culo, y terminare yo. Así que te aconsejo que empieces hablar. ¿Qué te parece la idea Graydee? – le pregunte cuando este gimió, restregando su erección sobre la mía. – creo que le gusta la idea Diego, ¿qué te parece a ti? Creo que te verías muy bien entre nuestros cuerpos. – le dije, escuchando como tragaba, sentía mi cuerpo arder y Gray no me estaba ayudando, con su mano metida dentro de mis pantalanes, meciendo nuestros miembros juntos. - ¿Qué crees que estás haciendo Bebé? – gemí al sentir como pasaba la lengua por mi cuello, y oí a Diego gemir en mi cabeza. Creía suponer que estaría haciendo. – Diego aún no he terminado contigo, no tienes permiso a tocarte, hasta que me des una respuesta. – le dije y este sollozo diciendo que no era justo. – habla y veré que es justo para ti. Todo depende de lo buen chico que seas. – le comunique con una sonrisa y este me gruño. – Y tú si tantas ganas tienes de jugar, empieza desde abajo – tire del pelo de Graydee y este gimo enseñándome los dientes. - ¿no quieres?, porque yo estoy deseando verme chupándome la polla, quiero ver mi cara entre mis piernas succionándome. – este volvió a gemir y sus ojos se llenaron de lágrimas, ya que le tenía sujeto muy fuerte. – lo siento Bebé, ven. – acerco sus labio a los míos y en un principio fue un beso tímido pero luego este comenzó a gemir y mi polla volvió a saltar en aprobación. Mierda, se sentía tan bien metido dentro de su boca; lo tome de culo pegándolo a mi cuerpo y este gimió, profundizando el beso, abrazándose a mi cuello.
-          Mmm… ¿cariño puedo tocarme? – pregunto sollozando Diego y gemí en los labios de Gray cuando volvió a meter sus manos en mis pantalones
-          ¿Vas a hablar ahora? Si estuvieras aquí y hubieras sido un buen chico, te habría dejado participar. – dije quitándole la bata de hospital al cuerpo de mi pequeño hermano, éste gimió al sentir el frio contra su piel y pase los dedos por su piel sonrosada. - ¿Qué quieres que te haga pequeño? – le pregunte a un tembloroso Gray y éste gimió pero no contesto. – necesito saber qué quieres y para ello tienes que hablar – sujete su cara cuando este desvió la mirada, tome sus labios entre mis dientes y este protestó, abriendo la boca y me introduje en su interior.
-          Mmm… basta de torturarme, te lo diré – sollozo cuando le deje respirar, le mire con una sonrisa, mientras sentía a Diego gemir en mi mente. Volvió  a desviar la vista, pero le sujete de la barbilla pasándole un dedo por uno de sus colmillos  y éste siseo. – quie-quiero que me toques, ¿puedo tocarte yo, me gustaría saborearte? – dijo y pensé que me tragaría la lengua al verle sonreír.
-          ¿Queréis matarme esta noche? – le pregunte y éste volvió a sonreír, bajándose de mis piernas, quedando entre ella. Eche la cabeza atrás dejando salir un largo suspiro, cuando Gray saco mi adolorido pene de su prisión, lleve las manos a su cabello instándole a seguir bajando por mi polla, hasta sentirme bien profundo en él. Éste trago y estuvo a punto de enviarme al borde cuando apretó la cabeza de mi polla en los anillos de su apretada garganta. – joder, tan bueno no pares, voy a correrme – lo pegue más a mí y este me miro con sus ojitos llenos de lágrimas y su boca llena de mi – Mierda – rugí al vaciarme en la garganta de mi hermano y éste tragaba sin dejar que se derramase nada. Mi cuerpo convulsiono unas cuantas veces y Gray sonría al sacarme de su boca.
-          ¿Te ha gustado Bebé? – pregunto cuando volvió a colocarse sobre mis piernas mis piernas, gemí y le dije que sí, pero sonrió pasándose la lengua por los labios diciendo que no hablaba conmigo. – se lo pregunto a nuestro pequeño y tramposo gatito, que te ha desobedecido y se ha corrido, ¿cierto cariño? – dijo con una sonrisa y recordé que ahora podía hablar con los dos, aunque no entendía como Graydee no me habla de igual forma que Diego. – eso es porque aún no me has reclamado. – le escuche susurrar a mi oído.
-          ¿Y cómo puedes saber lo que estoy pensando? – le pregunte y este sonrió más fuerte.
-           Eso es porque aparte de que soy tu hermano gemelo, he recuperado la memoria, o gran parte de ella y Diego me lo está diciendo. – escuche come este le llamaba traidor, Gray se carcajeaba y todo aquello, me tenía en una especie de burbuja paralela. Nada de aquello podía ser cierto, tal vez y si me estaba volviendo loco después de todo. Gray tomo mi cara entre sus manos y me miro a los ojo, dejándome ver si interior y su león rugió llamando al mio, siempre había sido así. ¿Por qué tuvieron que llevárselo?, me pregunte abrazándole fuerte contra mi pecho y este gimió devolviéndome el abrazo. – tenemos que hablar de unas cuantas cosas, pero ahora por favor, deja las preguntas para más tarde y hazme olvidar por un rato, ¿si? – dijo dando pequeños mordiscos en mis labios y lo tome de la cintura, dándome la vuelta y dejando que quedara entre el sofá y mi cuerpo. - ¿no sería mejor en la cama? – pregunto con una sonrisa y le gruñí enseñándole los colmillos.
-          Está muy lejos, esto servirá de momento – dije colocándome entre sus piernas y éste las abrió, sujetándolas alrededor de mi cintura.
-          Sabéis que aún sigo aquí – escuche la voz de Diego y gemí, cuando Gray atrapo uno de mis pezones entre sus dientes.
-          Tú y yo hablaremos más tarde, ahora voy a darle a mi hermanito lo que lleva pidiéndome hace un rato, ¿de acuerdo Bebé? – le dije cortando la conexión y Gray gimió cuando lo tome de las nalgas levantándole y llevando mi adolorido pene a su entrada palpitante. - ¿estás preparado?, porque no pienso para una vez que empiece – le dije, tirando de uno de sus pezones y este siseo moviendo sus caderas, haciendo que mi hinchada cabeza entrase en su interior. – joder, no aprietes tan fuerte o me correré. – le advertí cuando éste me apretó clavándose totalmente en mi de una sola estocada. Grito y se convulsiono por unos momentos, en los que pensé que se había hecho daño, pero luego comenzó a moverse de arriba abajo, haciéndome olvidar que a quien tenía retorciéndose bajo mí cuerpo era a mi pequeño hermano desaparecido.
Éste arqueo su cuerpo, dándome más acceso a su interior, lo sujete de la cintura afincándome con una pierna en el sofá y la otra en el suelo, entrando con estocadas fuertes.
-          Si, tan bueno, no pares voy a correrme – sollozo y le sujete de la polla impidiéndole que llegase.
-          Aún no, no te he dado permiso para hacerlo – le dije y este me enseño los dientes. Con la mano libre quite mi corbata que aún colgaba de mi cuello y la sujete fuerte entorno a su congestionado pene y este siseo, rogándome que le dejara liberarse. – ya te dije que aún no, ahora cállate y mueve tus caderas para mí. – le dijo dándole una cachetada en el trasero, cuando le di la vuelta dejándole en sus manos y rodillas.
 Éste gimió llevando su redondo trasero contra mis caderas y deje caer la cabeza atrás deleitándome con el sonido que hacían nuestros cuerpos al chocar. Se sentía tan bien en su interior, jade tirándole del cabello y hundiéndome más profundo en él. Me quedaba poco, pero ya que me lo había pedido tan amablemente, le complacería mordiendo esa tierna piel. Sentía en mi interior rugir y acerque los labios a su oído.
-          ¿Quieres venirte hermanito? – le pregunte, pasando la lengua por su cuello, éste rogo con que terminara con la tortura y me reí en su oreja, sintiendo como se estremecía. – Bien, date la vuelta, quiero mirarte cuando me venga – le dije, dándole una palmada en el culo y este protesto, haciendo lo que le pedí. - Eso es buen chico. – volví a colocarme entre sus piernas, subiéndoselas a mis hombros, con una mano me poye en el sofá y con la otra lo tome de la cadera acercándole más a mi cuerpo. Éste gimió haciendo palanca con el brazo del sofá y comenzó a mover sus caderas, mirándome a los ojos con una sonrisa. – te has vuelto muy puta hermanito, será mejor que te controles, solo para mí o terminare azotándote. – le amenace cambiando de ángulo y éste grito cuando encontré su punto dulce. - ¿Es aquí cierto? – pregunte profundizando mis estocadas y éste no paraba de retorcerse y rogarme porque le dejara irse.
Baje sus piernas a mis caderas y lo levante para que quedara sentado sobre mis piernas. Este volvió a llenarse con mi adolorido pene y tire de su cabello para que me dejara ver su cuello. Quería comprobar que sería el primero en morderle, gemí al ver su sudorosa piel libre de mordidas y me acerque olfateando. Gruñí al oler aparte del olor de Diego otro que me resultaba familiar.
-          ¿Con quién has estado Graydee?, y no digas que solo con Diego, recuerda que puedo olfatearte – le dije rechinando los dientes cuando éste intento abrir la boca.
-          No lo conoces – contesto desviando la mirada.
-          Puede que te sorprenda, así que habla antes de que pierda la paciencia. – dije apretando sus caderas en el sitio y este gimoteo, al sentir como me hundía más en él.
-          Le conocí hace unos años en Grecia, yo estaba terminando mi proyecto y se acercó a mí confundiéndome con alguien, ahora supongo que sería contigo. – dijo mirándome a los ojos por un momento y luego debió la mirada. – me pidió que viniera con el aquí, para trabajar en una empresa, que en principio se dedicaba a construir arma de contención, utilizándolas contra los cambia formas que se salían de control. Hace un mes descubrí que parte de las armas que había diseñado, eran utilizada para secuestrar, torturar y hacer experimentos con ellos. – termino sacándome de su interior y volviendo a la cama.
Me quede allí por un momento, digiriendo lo que me estaba contando, y lo vi encorvarse en la cama, como hacia cuando era pequeño y algo le dolía. Me acerque, quitándome la ropa y metiéndome con él en la cama. Éste se abrazó a mí gimoteando y lo pegue más a mi cuerpo, sintiendo su calor.
-          ¿Por qué no saliste de allí? – le pregunte, dándole un beso en el cabello.
-          Tenía un trato con mi compañero, si él me ayudaba a encontrar a mi familia, yo le ayudaría en lo que me pidiese. – susurro en mi pecho, he imagine cual era una de las tantas cosas que le había pedido hacer.
-          ¿Él fue, quien te pidió que drogaras a Diego? – le pregunté y este se tensó bajo mi cuerpo.
-          Yo nunca drogaría a Diego, ese día, yo no estaba en casa, cuando llegue, ya lo tenía en la habitación. No le vi hasta que se fue después de… – se calló, bajando la mirada y se la alcé, para que terminase.
-          ¿Después de que? – pregunte, pero este no contesto – será mejor que empieces a hablar, si quieres salir con tu hermoso culo intacto de este hospital y  más vale que hables ahora – le apreté del culo hasta oírle chillar y protestar.
-          Que ya no somos niños, no puedes tratarme así. – rechino los dientes y le volví a apretar.
-          Puedo y lo hago. Ahora empieza hablar. – le dije arqueando una ceja esperando que replicara y este refunfuño, dándose la vuelta, dejando su redondo culo pegado a mi adolorido pene. – si quieres hablar será mejor que te des la vuelta – sople en su oído y éste se estremeció por un momento pero no se movió. – de acuerdo como quieras, ahora habla. – me abracé a su espalda y gimió, pero siguió igual.
-          Después de que me hiciera comerle ya sabes, y marcharse dejándome frustrado y de mala leche. – contesto y sentí como su cuerpo se tensaba y pensé que se lo tenía merecido por dejar que otro le tocasen.
-          ¿Qué paso después, como terminaste reclamando a mi Diego? – dije con los dientes apretados y este me miro alzando una ceja. – vale, tienes razón, nuestro Diego – apreté los labios y este sonrió.
-          Más vale que te vayas acostumbrando porque yo sí que voto por compartir ese redondo culito. – dijo con una sonrisa y gemí al imaginarme a Diego entre nosotros. - tierra a Zack, si quieres que termine de contar, sería más sensato que sacaras esa cosa de dentro de mis cachetes. – dijo moviendo el culo y jadee, al sentir como mi pene casi resbalaba en su interior. Protesto cuando me moví, pero siguió. – luego entre a la habitación al escuchar el ruido que hacía, intentando soltarse y comenzó a gritarme llamándome por tu nombre. Yo no entendía nada, solo que su olor me estaba llamando y no pude evitarlo, simplemente le mordí. Pero cuando desperté ya no estaba y llego mi compañero buscándole, pero al ver que se había ido me ato con unas de las cuerdas que diseñe pensando que no sabría cómo desatarme. Antes de poder retorcerle el pescuezo llegaste tú y terminamos aquí. – termino de carrerilla tomando aire al final. Yo aún estaba pensando si estrangularlo por dejar que lo tocaran o matar a quienes habían ideado todo eso.
-          ¿Quiénes son tus jefes? – le pregunte y este se quedó pensativo.
-          La verdad es que solo conozco a 3 personas – dijo, mencionando los nombres de cada uno y mis dientes se apretaron con furia.
-          Uno de ellos está muerto, solo faltan los otros dos y los que estén por encima de ellos. – le dije ideando un plan para llegar a descubrir que ganaban con todo eso – mañana lo hablaremos con Diego y ahora si ya no hay nada más que decir, ¿Qué tal si terminamos lo que empezaste? Te dije que no pararía, ya no hay vuelta atrás Graydee. – le comunique cuando éste se retorció contra mi cuerpo, y gemí al sentir como mi miembro se colocaba en posición de entrar, reclamando lo que era suyo. – dime hermanito, ¿él alguna vez te mordió? – le pregunte, mordiéndole el lóbulo de la oreja y este gimoteo llevando sus caderas más atrás, instándome a entrar – primero responde, luego te daré lo que ansias. – susurre a su oreja y éste llevo sus manos a mi pelo dejando salir unos cuantos gemidos, cuando mi mano llego a su polla cada vez más dura. Aún llevaba la corbata atada en esta. – quieres que la desate, pues tendrás que responder a mi pregunta – le dije dándole la vuelta y colocándome entre sus piernas.
-          No, nunca, no lo ha hecho, ahora por favor, para ya – me rogo con los ojos llenos de lágrimas y sonreí enseñándole mis blancos dientes.
-          Has sido un buen chico, veamos cuanto aguantas, antes de que te corras sin que te toque. – le dije desatando la corbata y éste siseo encorvando su cuerpo, haciendo que volviera a entrar en su interior. Mierda se sentía tan bien dentro de su apretado culo, llevo las manos a mi cuello, acercándome a sus labios y tomando de ellos todo lo que quiso, robándome cada gruñido que salía de mi interior. – Bebé voy a correrme pero quiero que me muerdas antes, muérdeme pequeño. – le susurre al oído y este gimoteo olfateando mi cuello y emitiendo un suspiro en aprobación.
Mi polla creció dentro de su apretado agujero al sentir los pinchazos de sus caninos, rugí su nombre y creo que la mitad del hospital debe de haberse enterado que en esa habitación pasaba algo. Éste retrajo sus colmillos dándome acceso a su cuello cuando grito mi nombre culminando entre nosotros.
-          Mío – gruñí en la mente cuando clave los incisivos en su tierna piel, haciéndome ver pintitos de colores tras mis palpados y Graydee volví a explotar entre nuestros cuerpos.
Le abrace cuando éste se desplomo en la cama, llevándolo cerca de mi cuerpo. Luego nos vestiría a los dos, por si quería entrar alguna enfermera. Cerré los ojos y me deje llevar por el sueño, había sido un día muy largo.




Tenía un dolor de cabeza horrible y para colmo había algo muy pesado encima mio, me removí protestando, cuando quien fuera que me tenía sujeto, se arrimó más a mi cuerpo, haciéndome gemir al sentir algo duro entre mis piernas.
-          Buenos días Bebé – escuche la voz somnolienta de Zack y por un momento me tense, al no recordar porque estaba desnudo en una cama junto a mi hermano. Éste suspiro en mi cabello, mandando punzadas de deseo a mí ya despierto pene y moví mis caderas pegándome a él. - Deberíamos levantarnos y ponernos algo, antes de que lleguen los demás. – me dijo y protesté cuando se levantó de la cama.
-          ¿Qué hora es? – le pregunte, hiendo al servicio, para asearme un poco, mi cara daba asco y necesitaba un cepillo de dientes. – podrías traerme algo para asearme y tengo hambre. – le dije asomando la cabeza por la puerta cuando este salía.
Aún no podía creer lo que había sucedido la noche pasada. ¿Qué pasaba conmigo? Ya no había vuelta atrás, ahora solo quedaba resolver aquel lio, sin que Diego termine matándome. Me dije metiéndome en la ducha, sabía cuál era mi papel a partir de ahora, pero y si todo volvía a salir mal, alguno de ellos podía salía herido o los niños de mi hermano, a los cuales vi en el recuerdo de éste. ¿Cómo reaccionaran al verme? Si me confunden con su padre, el plan funcionara. Me dije, saliendo cuando escuche que alguien entraba a la habitación.
-          Lo siento, pensé que estaba tu hermano aquí – dijo una de las enfermeras. – ¿dónde está el paciente? – me pregunto y le sonreí acercándome a ella, esta se ruborizo llevando la caja de medicamentos a su pecho.
-          Yo soy el paciente, me estaba dando una ducha. – le susurre al oído y esta comenzó a balbucear. En ese momento volvió a abrirse la puerta, entrando Zack con cara de pocos amigos al verme tan cerca de la enfermera.
-          Lo siento, yo ya me retiraba, solo tómese esto y esta tarde le darán el alta. – dijo saliendo apurada de la habitación y yo regrese a la cama, acostándome en ella, mientras Zack me miraba enfadado.
-          No he hecho nada, así que cambia esa cara, parece que tienes un palo atravesado. – le dije cuando llego con la bolsa de desayuno.
-          Será mejor que te abstengas a hacer esas cosas delante de mí, si no quieres terminar con tus manos atadas y tu culo rojo. – dijo cuándo se sentó, sacando un café y leyendo el periódico como si nada. Pensé que el plan no funcionaria, ya que él era un estirado. Le saque la lengua y comencé a comerme lo que me había traído. A la hora llego mi madre, junto a los niños y Diego que nos miraba, prometiéndonos que nos enteraríamos cuando llegáramos a casa.
-          Papá, ¿papá? – se quedó parado en el medio de la habitación un torbellino de pelo negro que entraba corriendo. - ¿Cuál de ustedes es mi papá? – pregunto arrugando la nariz y pensé que era clavado a Diego cuando se enfadaba.
-          Hey campeón no me digas que no sabes quién es tu padre. – le dijo mi hermano con una sonrisa de bobo, este le miro moviendo la cabeza y diciendo que no.
-          Tú no eres mi papá y ese tampoco – dijo señalándome y le sonreí enseñándole los dientes a lo cual este me saco la lengua.
-          ¿Por qué dices eso Zaky, no ves que él es tu padre? – le dijo Diego cuando se agacho a su lado y éste se abrazó a su cuello negándose a soltarse cuando se levantó.
-          Porque mi papá no ríe y ese de la cama tiene cara de tonto – dijo, mi madre le regaño, y le enseñe la lengua. – y este se parece a mí papá pero está sonriendo, así que no puede ser el – termino y Zack se acercó a él, pero se negaba a soltarse del cuello de Diego.
-          He mírame campeón, no ves que soy papá, si quieres hacer ese viaje que te prometió Diego, más vale que empieces a mirarme – le riño un poco, este le miro, y comenzó a sonreír.
-          Ves mi papá es un gruñón – dijo y todos excepto Zack nos comenzamos a reír.
Unas horas más tarde llegaron dos amistades de mi hermano, se presentaron como Elena y Luis, contándome que eran para la familia. De eso de las 2 de la tarde me dieron el alta, y Zack insistió que fuéramos directos a su casa, estaba renuente, porque sabía lo que pasaría, pero no podía negarme. Al llegar me asignaron la habitación contigua a la de Zack, que era la que ocupaba antes Diego, ya que se negaba a dormir en otra parte que no fuera con él.
-          Descansa un rato, luego te esperamos para comer de eso de las tres y media – dijo Zack empujando a su habitación a un renuente Diego y les sonreí deseándoles suerte. Yo tendría que aguantarme, ya que en la casa se encontraba mi madre.
Suspire y entre a la habitación dejándome caer en la cama, para levantarme a los minutos, oyendo al otro lado los sollozos de Diego, mientras era azotado por mi hermano. Gemí cuando mi polla protesto, y llegue a lo que parecía una puerta, la abrí lentamente y tuve que reprimir un gemido, para no correrme allí.
-          Te gusta así Bebé – le pregunto Zack a Diego cambiando de posición, sujetando sus caderas para que no se moviera y seguía embistiéndole, con más fuerza.
-          Más despacio cariño, los niños pueden – sollozo Diego cuando mi hermano le tiro del cabello, haciendo que se callara, mordiéndole el labio.
-          De tu boca solo quiero oír salir mi nombre – le dijo dándole una palmada en el trasero y este se quejó.
-          ¿Podría simplemente tenerla ocupada con mi polla? – les pregunte entrando en la habitación y Diego gruño al verme
-          Será mejor que ni lo pienses. – dijo enseñándome los dientes, cuando desate mis vaqueros, colocándome delante de él.
-          ¿Tú qué opinas Zack? A mí me gustaría que se callara un ratito – le dije, llevando mi polla a sus labios y este gruño enseñándome los dientes. – no lo aras si quieres conservar esos lindos colmillos. – le dije haciéndole presión en la boca con los dedos para que la abriera.
-          Hey Bebé, anoche querías participar, así que ahora abre tu boquita y déjame ver cómo te tragas su polla. – le dijo Zack tirándole del cabello y este chillo dejándome entrar.
-          Mierda se siente tan bien – dije sujetándole la cabeza en el sitio y moviendo mis caderas de dentro a fuera de su apretada garganta. – eso es Bebé trágatelo todo. – le dije y este me miro con los ojos asustados, llenos de lágrimas, eso me puse a cien y no pude contenerme – joder, voy a correrme – dije con los dientes apretados, mientras oía rugir a mi hermano, hundiéndose cada vez más profundo en el culo de Diego, que gimoteaba, dejando que las lágrimas empañaran su cara.
-          Dios me esta succionando tan fuerte, ya no puedo aguantarlo – dijo Zack tomándole de las caderas con una mano y con la otra le masajeo el miembro, hasta que lo sentí tragar y me vine en su garganta. – no aprietes tan fuerte. – gruño Zack aun incrustado en el culo de éste. Sonreí saliendo de su boca y este se desplomo en la cama con la respiración entre contada y convulsionando
-          Sois… ustedes van… ya verán cuando pueda respirar – decía entrecortado Diego intentando incorporarse en la cama.
-           No te esfuerces pequeño, ven aquí – lo tome en brazos pegándolo a mi cuerpo y en un principio se resistió, para luego terminar suspirando y medio dormido en mi pecho.
-          No debiste haber hecho eso – refunfuño Zack, intentando quitármelo, pero le enseñe los colmillos
-          Será mejor que no lo intentes, recuerda que él es tanta mi pareja como la tuya – éste gruño que estaba bien, saliendo en dirección al baño, al cabo de un rato regreso con una toalla limpia y nos limpió a los dos. - ¿Qué haremos ahora?, mamá no puede enterarse aun que somos pareja, y esta el asunto de los que montaron este numerito de Diego. – Le dije cuando se colocó a nuestro lado dejando que un dormido Diego quedase entre nosotros. Le mire un rato, mientras ronroneaba, colocándose más pegado a nuestros cuerpos, para después gemir y volverse a dormir
-          Ya lo sé, creo que deberías seguir como hasta ahora, he intenta no alterar a Diego – dijo recostando la cabeza junto a su espalda, éste gimió dándose la vuelta, balbuceando no sé qué insulto y volvió a relajarse.
-          Él ya está alterado hasta durmiendo. – comenté con una sonrisa y Zack me gruño pidiéndome que me callara.
Nos quedamos dormidos así hasta una hora más tarde que tocaron para que bajáramos a comer. Salí primero de la cama dejando que Zack despertase a Diego y me di una ducha, necesitaba refrescarme. Esos dos se veían tan bien juntos, yo solo me sentía como si estuviera imponiendo mi presencia ante ellos y la verdad no me gustaba ver como Diego le ponía ojitos a Zack y a mí solo me miraba con resentimiento. Vale la había cagado reclamándole sin decirle quien era, pero no era el único que la había fastidiado, ahora estaba atado a esa relación como intermediario Zack, ya que Diego aun no me había reclamado. Entendía que ellos ya tenían una historia, pero yo quería formar parte de ella, no sabía cuál era mi necesidad, pero sentía que quería que Diego me mirase de la misma forma que miraba a mi hermano.
Lave mi cabello, olvidándome por un momento que en la otra habitación estarían ellos haciendo el amor, excluyéndome de su círculo. Encogí los hombros, daba igual, me quedaría hasta que ese lio se hubiera arreglado y después les dejaría ser felices. No creo que me echen en falta, llevo 30 años desaparecidos y todos siguen como si nada – me dije saliendo de la ducha y bajando al comedor, encontrándome allí a los amigos de Zack, a los pequeños y a mi madre.
-          Hola, ¿has podido dormir algo? – me pregunto mi madre acercándose a mí, tocando mi frente y un escalofrió recorrió mi cuerpo.
-          Si, solo necesitaba descansar un rato, pero sigo sin recordar gran cosa – le dije cuando nos sentamos y me pregunto si ya podía recordar que había pasado. – los médicos dices que puedo estar un tiempo sin recordar, solo es cuestión de reposo y mucho relax. – dije sonriendo, cuando entraron Diego y Zack tomados de la mano, todos se les quedaron mirando.
-          ¿Qué? – pregunto Zack ayudando a que Diego se sentara y luego tomo asiento a su lado.
-          Nada – comento mi madre comenzando a servir. – no tienes nada que decirme, ¿verdad? – le pregunto mirando a Diego y este se ruborizo hasta las orejas.
-          Pues la verdad no mucho, ¿Por qué? – pregunto y comenzó a comer mientras los demás le miraban, pero dejaron el tema. No parecía que fuese a hablar.
-          Sabes tío, hay un lago, donde vamos con Diego a bañarnos, tal vez si papá nos deja más tarde podríamos ir. – escuche la voz de la pequeña y le sonreí diciéndole que por mi estaría bien.
-          ¿Tú también vendrás? – le pregunté mirando a Diego y éste me respondió con un gruñido.
-          Claro, alguien tendrá que cuidar a los niños – soltó llevándose el vaso de agua a los labios y comencé a reír al verle la cara.
-          Tu hermano, también vendrás, quiero que me enseñen los alrededores. – le dije mirándole a los ojos y éste negó.
-          Yo no puedo ir, tengo unos papeles que resolver antes. Seguramente os alcance allí – dijo y continúo comiendo.
-          Pero papá, prometiste que no trabajarías estas vacaciones – protesto el pequeño mocoso que le miraba con los ojos aguados.
-          Lo se campeón, solo son unos papeles, prometo ir pronto.
-          Mientes, nunca cumples tus promesas – refunfuño cruzando los brazos y haciendo pucheros.
-          He que he dicho de decir que miento – le regaño y éste gruño más sin devolverle la mirada. – Zack, mírame, ya te dije que iré, confía en papá esta vez, ¿sí? – le dijo levantándose de la mesa y colocándose a su lado, tomándolo en brazos. – he campeón no te enfades, prometo que estaré allí antes de que me eches de menos. – le comento dándole un beso y este gimoteo pero no se bajó de los brazos de su padre. – vale, ahora deja que vaya a terminar lo que tengo que hacer, así terminare antes – le dijo bajándole y éste se sentó en la silla que desocupo mi hermano, al lado de Diego al salir dándole un beso en los labios. Éste gimió y todos en la mesa mirábamos la escena.
-          Bueno Diego, cuéntanos que sabes de lo que le paso a mi hijo. – carraspeo mi madre cuando Zack salió; éste me miro un momento y luego le devolvió la mirada con una sonrisa. – la verdad no mucho tita, cuando llegamos lo encontramos en el suelo inconsciente. – dijo y continuo comiendo, ayudando al pequeño a cortar la carne.
-          ¿Cómo lo encontrasteis? – pregunto la amiga de mi hermano, mirándole fijamente, éste se encogió de hombros y espero a tragar lo que tenía en la boca.
-          La verdad, aún no lo sé, pues cuando volví a casa de hacer unos recados, Zack me dijo que habían encontrado a su hermano desaparecido. Para mí fue un shock, pues no sabía que tenía un hermano gemelo, pero ahora estoy encantado, se parece mucho a Zack en la forma de ser – contesto con una sonrisa mostrándome sus dos pequeños hoyuelos y gemí acomodando mi polla que salto al instante. Ese condenado chico quería jugar sucio, y yo le enseñaría como se jugaba.
-          Si la verdad es que se parecen mucho, si los viera por separado no los reconocería. – comento el rubio dándome una sonrisa, la cual le devolví y Diego gruño al ver que éste se sonrojaba.
-          Si se parecen mucho – contesto entre dientes mirándome con, ¿celos? Tal vez estaba confundido y me había imaginado por un momento que Diego tenía celos de Luis, el vecino. Le sonreí y éste desvió la mirada hacia mi madre. - ¿Cómo estás tú, tita? Supongo que emocionada al saber que tu hijo no está muerto, como pesabais. Además, ¿dónde está el tío?, no le he visto desde que estoy aquí – dijo y mi madre cambio la mirada
-          La verdad es que tenía unos asuntos que atender y se encuentra en Grecia en estos momentos – dijo mirándome y pidiéndome disculpas en silencio, asentí y continuo hablando – y me siento muy emocionada, había llorado tanto cuando desapareció, que pensé que nunca más le volvería a ver – comento con una sonrisa y una lagrima se resbalo de su mejilla. Me levante colocándome a su lado y la abrace, ésta me devolvió el abrazo con un beso y dijo que estaba bien.
-          La verdad yo también estoy emocionado, llevaba un tiempo buscando a mi familia, no sé cómo termine aquí, pero estoy agradecido de haberos encontrado – dije, dándole un beso en la mejilla y ésta sollozo, abrazándome más fuerte. Mire a Diego y este se ruborizo, pero era cierto, estaba feliz de encontrarle, encontrarlos a todos.
-          Bueno ya, que nos estamos poniendo sentimentales. Mejor comen y se van al lago, hace un día estupendo. – dijo mi madre separándose de mí y volví a mi sitio
-          ¿Queréis venir con nosotros? – les pregunte a los amigos de mi hermano, pero estos dijeron que tenían cosas que hacer.
Terminamos entre risas he historias de cuando era pequeño y los chicos subieron corriendo a cambiarse. Me quede un rato más hablando con mi madre, mientras Diego terminaba en la cocina; ésta me dijo que se echaría un rato, que la despertase cuando volviéramos del lago y le dije que se fuera a descansar. Suponía que estaría agotada, me acerque a la cocina, parándome en la puerta, viendo como Diego colocaba las cosas en el lavavajillas y reprimí un jadeo al ver como su redondo culo se movía de un lado para otro, bailando una canción imaginaria. Me acerque sin hacer ruido y coloque mis manos en sus caderas pegándole a mi cuerpo, éste dio un chillido, llevándose la mano al pecho y quitándose los auriculares enfadado.
-          ¿Qué coño crees que haces, he? Casi me matas de un susto neandertal estúpido – gruño dándome en el pecho cuando lo gire de frente a mi cuerpo – ni siquiera lo pienses, vale conque ahora tenga que soportarte, ya que tuviste la brillante idea de morderme y que sepas que aún no te he perdonado por eso. Tampoco que te aprovecharas ayer de Zack y lo reclamaras – dijo y cada palabra se estaba clavando en mi alma, vale estaba entendiendo cual sería mi papel – espero que lo que hiciste esta mañana no se vuelva a repetir, no quiero que te acerques a mí a menos que hayan más personas en la sala, estamos y ahora podrías soltarme que quiero terminar e ir a bañarme al lago – dijo mirándome con una ceja alzada y le solté como si quemara.
-          Me ha quedado muy claro, no volveré a tocarte a menos que me lo supliques y créeme te va a costar – le dije enfurruñado y salí de allí encerrándome en la habitación hasta que me avisaron de que nos marcaríamos.
Me propuse pasar la mejor tarde de mi vida ignorando a Diego cada vez que me decía algo, sabía que me estaba comportando como un crio, pero me dolió lo que dijo, así que se aguantara mi mal humor un rato más, ya buscaría la manera de que me pidiera que volviera a tocarle, mientras tanto me conformaría con mi hermano. Me acosté en la hierba, dejando que la suave brisa me transportara a otra parte, cerrando los ojos y quedándome dormido, así al menos no estaría intoxicándome con el dulce olor de Diego.




-          ¿Le habéis encontrado ya? – pregunte por quinta vez a los ineptos de mis empleados, que se encontraban sentado ante mí, si querías hacer algo bien, tendrías que hacerlo tú mismo.

-          No señor y tiene una llamada por la otra línea – contesto mi secretaria gruñéndome por el teléfono.
-          Gracias Margaret – dije colgándole, pidiéndole a los otros que se marcharan y cogiendo la llamada – espero que tú tengas mejores noticias que esta panda de estúpidos. – dije reclinándome en la silla
-          Hola a ti también y si ya lo he encontrado, ¿qué hacemos ahora? – me pregunto y pensé un momento cual sería el siguiente paso.
-          De momento no hagan nada, quiero ver que saben, luego te encargas de que desaparezcan – le dije, éste contesto que lo había entendido y colgó.
Al fin había encontrado a mi hijo, ahora solo quedaba saber que tanto sabia, y cuanto sabían los demás. No me importaba quien saliera lastimado, ya era hora de desenmascararle. Volví a llama mi secretaria, pidiéndole que me sacara el primer vuelo que hubiera a Italia, era hora de reencontrarme con mis hijos y mi odiosa mujer.





-          Mierda la he cagado con tu hermano –  dije recostándome en su abdomen, éste acaricio mi cabello y pregunto qué había pasado – solo que le chille y le dije que no me volviera a tocar, lo sé, me he pasado, pero aún sigo enfadado con él por lo que hiso. – dije frunciendo el ceño y Zack comenzó  reírse.
-          ¿Por morderte o porque me reclamo sin estar tú? – pregunto con una sonrisa burlona y le saque la lengua. Vale me había molestado que estuvieran sin estar yo presentes y en realidad no quise decirle lo que dije, pero como me explicaba yo mismo que mi corazón se acelerase cuando lo veía. Yo amo a Zack, no puedo amar a dos personas a la vez, y menos a ese neandertal que se puso a coquetearle a Luis en mis narices, joder en mi cara. Gruñí recordando cómo le sonreía mientras éste se sonrojaba, él era mio, no podía estar coqueteándole a nadie. – Calma tigre que te sale humo de las oreja – se burló tirando de ellas, haciéndome gemir. – dime la verdad, ¿Por qué estás tan enfadado con él? Vale, te mordió sin decirte que no era yo, créeme yo también me enfade al saberlo, pero no es mal chico y sé que le gustas, como él te gusta a ti.
-          Él no me gusta – dije con los dientes apretados, sentándome en sus caderas, mientras éste descansaba en la hierba, con los brazos detrás de la cabeza, mirándome con una sonrisa y los chicos se habían ido con Graydee a dar una vuelta con los caballos.
-          Sí que te gusta, puedo verlo cuando le miras, además no me mientes, aparte de que puedo olerte, también leo tu pensamiento. – me sonrió y le gruñí para que saliera de mi cabeza.
-          No entres en mi cabeza sin mi permiso – le di un puñetazo en el hombro y éste tiro de mi hasta que nuestras narices se tocaron.
-          No seas tan gruñón, además así se dónde estás en todo momento, recuerda que tienes que estar pendiente de los niños y no dejar que nadie se entere de lo de Graydee – susurro en mis labios, para luego besarme, haciendo que se me olvidara lo que acababa de decirme – ¿ha quedado claro? – pregunto cogiéndome del trasero y solo asentí gimiendo, para que no parase de tocarme – bien ahora vas a contarme porque estas tan enfadado con él y no me mientas. – se sentó conmigo en sus piernas y levanto mi barbilla para que le mirase a los ojos. Se parecían tanto que tenía miedo de no estar hablando con el verdadero – soy Zack y ahora habla – en serio, tenía que dejar de jugar a lo de pasarse el día dando órdenes, estaba empezando a inflarme las narices. Apretó más fuerte el cachete y le gruñí enseñándole los colmillos.
-          En serio, como quede una sola marca, vas a enterarte.  No sé qué manía te ha dado con azotarme y esas cosas, pero te informo que no me gustan nada. – le dije cruzando los brazos y éste me sonrió de medio lado, mordiéndose el labio inferior, haciendo que mi polla saltara dentro del bañador.
-          ¿De verdad?, porque yo juraría que esta mañana mientras Gray te follaba esos deliciosos labios, tú movías tu lindo trasero pidiendo que te follara más fuerte y que te azotara, o tal vez lo imagine – dijo acercando se pecho al mio, olfateando mi cuello. Tuve que reprimir un sollozo cuando tomo mis nalgas separándolas y colocando su erección entre ellas. – aún no te he tocado y ya estas temblando, de seguro que también estas chorreando – dijo tomando mi adolorido pene por encima del bañador apretándolo y solté un gemido, piándole que parece - ¿De verdad quieres que pare ahora?, puedo hacerlo si tú quieres, pero no crees que esto habría que bajarlo antes de que lleguen los niños – sonrió tirando del bañador, dejando que el fresco erizara mi piel al tocar la cabeza hinchada, recogiendo con su dedo el pre-semen que caía. – eres ten sensible aquí, me gusta como gimoteas pidiendo más. – Dijo cuándo me estremecí llevando mis manos a su cabello y dejando salir su nombre, cuando comenzó con un ritmo devastador, en mí ya maltrecho pene. – aún no me has dicho que te molesta de Gray, no dejaré que te corras hasta que me contestes – me  mordió el lóbulo oreja, masajeando mi entrada con la punta de su pene.
-          Vale, lo diré, pero entra de una vez – le gruñí y este sonrió tomándome de las caderas, entrando en mi de una sola vez, lo sentí en el alma, pero no dejo que me relajara, no sabía que le estaba pasando pero, últimamente se estaba volviendo muy agresivo en la cama. No es que me quejase, pero, dios sacaría mi alma por la boca, si seguía embistiéndome de esa manera. – mierda, estas tan caliente aquí dentro, ¿sientes cómo me succionas?, vas a tragarme entero Bebé – dijo a mi oído, y gemí cuando tomo mis caderas tumbándome en la hierba, llevando una de mis piernas a su hombro. Sujeto mis caderas y comenzó a moverse otra vez tan rápido que mis dientes comenzaron a rechinar y sentía como la lagrimas bañaban mi cara, pero no podía para de gritar y retorcerme – responde Bebé, no voy… a dejar que te corras – dijo apretando los dientes y le sonreí llevando la mano a su cara
-          Cálmate campeón, no sé qué te pasa últimamente, pero te sobra energía – sonreí cuando gruño entrando más profundo en mi – solo me molesta que no haya sido sincero desde un principio, y vale me gusta, pero sigo molesto, por como miraba a Luis esta tarde – le dije haciendo pucheros y este tomo mi cara entre sus manos, besando cada una de mis lágrimas.
-          Está bien Bebé, puede que te ayude a vengarte de él, pero dejen ya de discutir, puede que te sorprendas de lo mucho que tienen en común – dijo sonriendo y refunfuñe negando que me pareciera a él. – créeme Bebé una de ellas es volverme loco, la siguiente es que sois unas damas del drama – dijo besando mi nariz, colocando mis piernas en su cintura. Gemí, acercándome más a su cuerpo y este tembló cuando pase la lengua por su cuello.
-          Sabes tan bien – ronronee olfateándole y este gimió, llevando mis labios a su vena palpitante. – ¡Mmm! – mis gemidos fueros tapados por la tierna piel de Zack, cuando clave los dientes en él, y no pude evitar correrme.
Éste afinco bien mis caderas y siguió embistiéndome, hasta que se quedó rígido rugiendo mi nombre y después me mordió. Volví a correrme, y tras mis parpados solo veía puntitos blancos, me desplome sobre la hierba aun jadeando. Sentía como los músculos del culo aun latían con la polla de Zack en mi interior.
-          Sariá mejor que nos vistamos, ya vienen y no lo hacen solos. – dijo saliendo de mí y proteste cuando me obligo a ponerme el bañador.
-          ¿Cómo lo sabes? Es una excusa para no estar tumbados un rato más – me queje y este me miro gruñendo, pero luego suavizo la mirada. – en serio Zack no sé qué diablos es lo que te pasa pero estas empezando a hartarme. – dije alejándome de él y este gimió pidiéndome disculpas, pero ya era  tarde, mi humor había cambiado. Al rato llegaron los niños acompañados de un Graydee sonriente y también venían mi hermano, junto a Derek
-          ¿Qué hacéis aquí, que pasa con la galería? – les pregunte cuando llegue a ellos y estos me abrazaron, pero aún estaba enfadado.
-          He hermanito, así recibes a tu querido hermano después de lo que he hecho por ti. – dijo sonriendo y le gruñí a los gemelos Herreras cuando comenzaron a sonreír.
-          En serio tienes que dejar de hacer cosas por mí – le murmure con los labios apretados y los niños vinieron corriendo a donde me encontraba.
-          Diego mira, la cogimos cuando volvíamos. ¿Podemos quedárnosla? – me preguntaron enseñándome una serpiente y mis dientes empezaron a rechinar, dando un paso atrás.
-          Sería mejor que le preguntes a tu padre, a mí no es que me gusten esas cosas –  dije sonriéndoles y estos pusieron cara de pena, y volvieron donde Zack, que le dijo que podían siempre que la cuidaran ellos. – bueno ahora decirme que hacéis aquí y por qué tú no estás en la galería.
-          Calma tigre, les pedí que vinieran – dijo Zack acercándose a mí, abrazándome por la cintura y al ver que no dejaría que me soltase, refunfuñe cruzando los brazos.
-          Cierto, ¿para que querías que viniéramos? – le pregunto mi hermano, abrazándose a Derek y este le dio un beso en el pelo devolviéndole el abrazo.
-          Necesito que le echen una mirada a los niños y a Diego – dijo como si yo no estuviera allí.
-          Te recuerdo que aún estoy aquí y que cuidar a los niños es mi trabajo – le dije apretando los dientes y separándome de él.
-          Bebé ya lo hablamos, sabes que necesitas que estén aquí.
-          Y tú necesitas cambiar esa actitud de querer ordenarle la vida a todo el mundo, porque te informo que me tienes muy harto – le dije, volviendo al caballo, quería llegar a casa y darme una ducha, sabía que mi mal humor solo podía ir en aumento. - ¿qué? – le gruñí a quien fuese que me sujetaba de la cintura.
-          Cariño tienes que dejar ese mal humor, ¿qué te pasa?, si no hablas conmigo no vamos a poder solucionarlo – mi dijo Zack bajándome del caballo, cuando estaba a punto de subir y me abrazo contra su pecho. Gemí de frustración, aún seguía tratándome como a un niño, y eso me molestaba.
-          Deja de tratarme así, sabes que quiero ayudar, pero tienes que dejar de dar gritos por todos lados. – susurre en su pecho y este suspiro tomando mi cara, para luego besarme, haciéndome olvidar mi cabreo.
-          Vale, lo siento, me he vuelto un poco protector últimamente, pero mira lo que está pasando. Necesito tenerte a salvo y saber que los niños también estarán bien. No te enfades. – dijo dándome un beso en la nariz y le gruñí para que dejara de hacer eso también – vale, más tarde veremos si puedo quitarte el mal humor. – beso mi cuello, haciéndome jadear sujetándome a su camisa; éste sonríe y después me dio una palmada en el culo para que me uniera a los demás. Bueno reconozco que se me paso un poco el fastidio y terminamos pasando una agradable tarde. Me di cuenta de que Graydee no era tan malo después de todo.
-          Podemos hablar un segundo – le pregunte cuando nos quedamos solos, Zack se había vuelto a la casa, porque tenía una llamada y los niños andaban con mi hermano enseñándole la finca.
-          No creo, ahora no hay personas por aquí, no hay necesidad de ser amable – dijo llevándose la cerveza a los labios, sin mirarme. Rechine los dientes, vale que le hubiera dicho una grosería, pero se estaba comportando como un crio.
-          ¿Podrías dejar de hacer eso? – le pregunte parándome delante de él, éste subió la mirada, moviendo la cabeza a un lado y mirándome con el ceño fruncido.
-          ¿Por qué debería? – se llevó otra vez la botella a los labios y trague al ver como mi cuerpo tomaba vida, imaginándome dentro de sus labios. – deja de mirarme así, ya te lo dije esta tarde, no te volveré a tocar, hasta que no me lo pidas. – sonrió y le di una patada en la espinilla. – no hagas eso – contesto con los dientes apretados, levantándose y quedándose a mi altura.
-          ¿Por qué no?, te estas comportando como un crio, pues te trato como tal – le dije alzando la cabeza para poder mirarle, éste me miraba con los labio a prestados al igual que los puños a cada lado de su cuerpo – sabes, ni tu ni Zack me dais miedo, y sé que te mueres de ganas por dejar de discutir conmigo y hacerme el amor. Bueno estoy dispuesto a dejar de discutir siempre que te disculpes por lo que hiciste. – dije pasándole la mano por el pecho y este ronroneo, pero después sujeto mis manos apartándome de él.
-          ¿Por qué debería disculparme según tú? Por tomar lo que es mio, perdona por no decirte que no era mi hermano, pero no pude evitarlo, así como tampoco puedo evitar a Zack. Él al igual que tú, es mi pareja, y le quiero, no lo sabía, pues no le recordaba, pero sé que le quiero, desde hace mucho tiempo y a ti, bueno – se pasó la mano por el cabello, mirándome y dando otro paso atrás. Me abrace a mí mismo, comenzaba a tener frio y no era por el calor que estaba haciendo, era porque los ojos de Graydee habían cambiado y ahora me miraban gélidos. – me gustaste en el momento que te vi en mi apartamento, sabía que la había fastidiado, pero intenté arreglarlo, no me diste la oportunidad, simplemente me apartaste, ahora estoy enfadado y soy yo el que no quiere hablarte. – dijo dándose la vuelta y sentí como mi corazón se rompía, algo húmedo toco mi cara y pensé que estaría lloviendo, pero eran mis lágrimas que salían, y no me había dado cuenta.
-          ¡Bien!, si eso es lo que quieres, pues no me volveré acercar a ti, ni cuando me lo pidas, ya estoy harto de los hermanos Herrera, que se creen que pueden, mangonear, mandar, y decir cómo y cuando tienes que saltar. Pues os informo que os podéis ir juntitos bien lejos y dejarme en paz de una vez – le chille a la espalda cuando éste montaba su caballo.
Solloce dándome la vuelta y comencé andar a mi rincón perdido, ¿qué? ya me había disculpado no, pues que se joda, si no quiere aceptar mis disculpas. Me dije metiéndome en el agua, nadando hacia la cueva, donde me escondía a pensar, cuando estoy solo. Mierda, porque me preocupo por ese imbécil – chille, recostándome en la saliente, vale me gusta, pero es que dios, me saca de mis casillas, además como puedo dividir mi corazón en dos, solo puedo amar a Zack. Si supiera que también amo a su hermano, podría enfadarse, o dejarme, y no quiero separarme de él, pero tampoco quiero apartar a Graydee. Ese estúpido supo llegar a mí en solo unas horas, joder, ¿qué hago? Tenía un revuelo de pensamientos en la cabeza que no me di cuenta, de que había alguien a mi espalda.
-          Hola precioso, al fin nos volvemos a encontrar. – dijo una voz que sonaba repugnante y mis bellos se pusieron de punta - ¿qué tal si hablamos ahora? – pregunto poniendo sus sucias manos sobre mí y girándome, para que le mirara a la cara e hice un gesto de asco al ver su cara desfigurada. - ¿No me veo muy bien, verdad?, le tengo que dar las gracias a tu noviecito por eso. Ahora mueve ese culito, que tenemos que hablar en un lugar más privado. – dijo sonriendo y mis tripas comenzaron a revolverse, quería cambiar pero no podía, no más que al principio, solo salieron mis colmillos y medias garras. – ¿no puedes cambiar?, eso es porque aún no has reclamado a una de tus parejas. – comento carcajeándose, mientras me sacaba del agua. – no creo que lo hagas después de lo que tengo en mente para ti. – tiró de mí y comencé a pelear, si esa cosa pensaba que me iría con el tan tranquilo, estaba claro.
-          Suéltalo – escuche la voy de alguien familiar. Al alzar la cabeza, por un momento pensé que sería Zack, pero después vi que el bañador que llevaba y supe que era Gray. – te dije que lo sueltes – rugió enseñándole los dientes y Rodolfo o lo que quedaba de él, me sujeto más pegado a su cuerpo.
-          Pero si al fin llegas, pensé que Graydeeson nunca se marcharía, ese estúpido pensó que podía jugármela, cuando dejo que esta pequeña mierda se escapara. – dijo zarandeándome - Tengo que hablar contigo sobre tu hermanito. – le dijo cuando éste le vio dar un paso al frente.
-          Cuéntame lo que sabes, después de que le hayas soltado, antes de que pierda la paciencia. – sus ojos relampagueaban y vi como comenzaba a cambiar.
-          Será mejor que te contengas si no quieres que le arranque el cuello a tu pareja. – dijo tirando de mi cabello y poniéndome una garra en la garganta. Vale, me hacía daño el muy cabrón, pero Graydee negaba para que no me moviera. – ¿sabías que Graydeeson trabaja para la empresa de tú madre? – pregunto y éste se quedó parado como si no entendiera. – si bueno, él tampoco lo sabe, tu querida madre fue quien os separó cuando cumplisteis los 5 años, que se dio cuenta que erais raros y no podía permitir eso para su reputación, por eso le pago a Leticia para que se casara contigo, también soborno a su padre, líder de la manada, pero ella con quien quería casarse era conmigo – comento con rabia y mi cuerpo se tensó al ver como Gray rugía cada vez más fuerte – tranquilo te contaré lo que se, luego me llevare a esta preciosidad, ya que le tengo comprador y desapareceré, de vuestras vidas – dijo y pensé que me desmayaría. En serio Gray no iba hacer nada más que gruñirle a la cosa asquerosa que me tenía sujeto, comencé a forcejear otra vez y este me agarro más fuerte haciéndome chillar – tranquilo pequeño, luego te domaré hasta que seas tan manso como un cachorrito – dijo pasando la lengua por mi cara y las tripas quisieron salir de mi boca, solloce mirando a Gray y este me pidió en silencio que aguantara un poco más – como decía, tu madre nos pidió que secuestráramos a la pareja de su hijo, no entendía cómo podía ser maricón, pero eso ya da igual, voy a cobrarme lo que me hiciste y luego venderé el culo de tu precioso amante – comento y en un momento pude escuchar un disparo detrás nuestra. Me asuste al ver como el cuerpo de Rodolfo caía por segunda vez a mis pies y salí corriendo a meterme en los brazos de Graydee, hipando, entre sollozos, mientras éste me sujetaba fuerte, diciendo que ya estaba a salvo. Me había asustado en serio, me abrace más fuerte a su cuerpo absorbiendo su calor y su aroma que me relajaban.
-          ¿Lo grabaste todo? – le pregunto Gray a alguien que se acercaba por la espalda. Me asuste removiéndome entre sus brazos y vi como de los arboles salía Luis con un rifle y sonriendo, cuando llego a nosotros.
-          ¿Qué está pasando aquí? – pregunte perplejo y gruñéndole a Graydee porque me había vuelto a engañar.
-          Cálmate cariño, no te engañe. Cuando llegaba a casa Luis me llamo diciendo que había visto a Rodolfo en los alrededores, pensábamos que estaba muerto, pero al parecer no era así. – dijo dándole una patada al cuerpo sin vida de lo que quedaba del hombre y yo me abrace más a su cuerpo – siento no haber llegado antes, pero ya sabemos quién fue la que me separo de Zack. – dijo con resentimiento y me entristecí por él. Era duro saber después de 30 años que te habían dado por muerto, porque a tu madre no le gustaba que fueras gay, desde que naciste.
-          Lo siento – le susurre y este me abrazo más junto a él.
-          Está bien ya no estoy enfadado, me asusté mucho pensando que podría perderte, y cuando menciono lo de venderte, quise estrangularlo, pero gracias a Luis te tengo aquí en mis brazos otra vez. Espero que esta vez no me digas que me vaya. – dijo mirándome a los ojos y dándome un beso en la nariz, no sabía que manía les había entrado a esos dos con besarme ahí, pero me daba igual
Me puse de puntillas abrazándome a su cuello y besándole los labios. Éste gimo sujetándome más fuerte, haciendo trizas mis sentidos con su lengua prácticamente haciéndole el amor a mi boca. Sentimos como carraspeaban, nos giramos sonriendo y Luis nos miró con el ceño fruncido.
-          ¿No eras la pareja de Zack, como es que estas con Gray? – pregunto, éste le sonrió, y pensé que como le volviera a sonreír a alguien más así, tendría problemas muy serios conmigo. Le di un puñetazo en el hombro, éste me miro, abrazándome y besando mi cabello.
-          No seas celoso, Luis es un compañero de la agencia. – dijo y este me sonrió.
-          ¿Qué agencia?, “¿no se suponía que trabajabas para tu madre?” – le pregunte y contesto que si – pero también trabajo de agente secreto, Luis es mi tapadera en mi otra empresa, solo que no sabíamos que a quien investigaba era a mi madre. – termino rechinando los dientes y me pregunte si Zack lo sabría, y si era así, ¿por qué no me dijo nada?
-          ¿Zack lo sabe? – pregunte, esperando que la respuesta fuera no.
-          No lo creo, yo acabo de enterarme al igual que tú, pero se lo diremos en cuanto le veamos. – solté el aire que no sabía que estaba conteniendo.
-          ¿Y qué hacemos con tu madre? – pregunto Luis y me pregunte cuanto tiempo él ha sabido que Zack y Gray eran hermanos, ya que si son vecinos él tendría que saberlo.
-          No lo sé aún, primero lo hablare con mi hermano, luego ya veremos que hacemos. Lo primero es llevarme a Diego a casa, los niños ya están allí y nos esperan con los demás. – dijo llevándome junto al caballo y despidiéndose de Luis que volvió a desaparecer sin dejar rastro del cuerpo de Rodolfo.
-          Cariño, algo en ese hombre no me gusta – le dije cuando llegábamos al establo.
-          Hablas de Luis, lo conozco hace mucho tiempo, no haría nada que te pusiera en peligro. – dijo y yo no estaba tan seguro de eso.
-          ¿Él sabía que estabas buscando a tu familia? ¿Cómo es que no te dijo que tu hermano vivía a su lado? – le pregunte cuando me bajo del caballo y me pego a su cuerpo.
-          No sé porque no me lo dijo, pero ya le preguntaré cuando esto haya terminado, ahora, ¿Qué tal si seguimos con la conversación del lago ahora? – pregunto, subiéndome en una de las banquetas altas y se colocó entre mis piernas. Gemí, cuando sus manos pasaran por mi cintura y su lengua por el cuello, borrando donde Rodolfo me había tocado – no sabes la rabia que sentí, cuando vi que tenía sus manos sobre ti, no dejes que nadie excepto Zack y yo, vuelva a tocarte. – dijo apretando los dientes, y me fije que en algo sí que se parecían los hermanos Herrera, en lo mandones que eran.
-          Te recuerdo que soy mayorcito, además no tengo intención de dejar que nadie más me toque, aún estoy pensando en si dejo que lo hagas tu – le contestes sonriendo y éste gruño, pegando su erección a la mia.
-          En serio, de aquí tú no te vas, hasta que me haya desahogado con tu cuerpo. – dijo bajándome de la banqueta, obligando a que me sujetara de su cuello y cintura, tumbándose luego en el montón de paja que se encontraba a un lado.
-          ¿Qué paso con lo de hacerme suplicar? – pregunte arqueando una ceja y éste mordió mi labio inferior haciéndome gemir.
-          Te haré suplicar más tarde, ahora cállate y bésame de una vez. – gruño y le sonreí, acercando sus labios a los míos. Sabía tan bien, que me estaba mareando.
Este sujeto mis caderas y comenzó a bajar dando besos por mi pecho, hasta llegar a los pezones retorciéndolos con su lengua. No podía parar de jadear y retorcerme, pidiéndole que bajara más, quería librarme, se sentía tan bien que por un momento me sentí culpable, por hacer eso y que Zack no estuviera allí.
-          Bebé, créeme que después de que termine lo que estoy haciendo, me vas a explicar que es lo que paso en el lago, y respecto a Gray, no me molesta, así que no te sientas culpable. Ya te lo dije, los dos sois mis parejas y quiero que os llevéis bien. – escuche la voy de Zack y gemí otra vez cuando mi polla entro en los labios de Gray, desconectando por un momento de que estaba al aire libre y que cualquiera podría vernos.
-          Deja de preocuparte, si nos ven, verán a Zack haciendo el amor contigo, ya todos saben que están junto – dijo con los diente apretados, y supuse que estaría enfadado, al el no poder, decir también que lo era.
-          No arrugues la frente, aunque no puedas decir que eres mi pareja aun, yo… yo, bueno, ya sabes. – no termine la frase, y este paro subiendo por mi cuerpo.
-          ¿Tú qué? – pregunto colocándose en mis piernas, después de despojarnos de todas nuestras ropas y arquee mi cuerpo, al sentir la presión de su pene queriendo entrar en mi – eso es déjame entrar Bebé – susurraba en mi cuello, dándome pequeñas mordidas.
-          Que vale, me gustas, no quiero que te marches. – le susurre escondiendo la cara en su cuello y este se quedó quito, obligándole a que le mirase.
-          ¿Lo dices de verdad?, mira que no voy a para una vez que empiece a amarte, porque de verdad creo que estoy enamorado de ti, y si juegas conmigo, para después apartarme, no te lo perdonaré. – mi dijo y le sonreí, diciéndole que hablaba en serio. Este comenzó a moverse en mí tan frenéticamente, que mis pensamientos volaron de mi cabeza y solo podía sentir como mi cuerpo se estremecía, llegando a la sima, sin darnos cuenta de que había alguien más mirándonos.
-          Reclámame, por favor – le rogué cuando éste llego a mi vena palpitante y me mordió enviándome otra vez al borde.
Lo sentí temblar en mis manos y luego despego sus dientes dejando que le mordiera. Al principio su sangre me mareo y después vi las imágenes de su vida, todo, sin esconderme nada o eso quise creer, vi que aunque aún no se daba cuenta, me amaba y yo también le amaba a él. Sería que el destino simplemente me junto con los hermanos Herrera, para que mi vida se volviera patas arriba. Lo oí rugir, y su pene palpito en mi interior, llenándome de su esencia, y algo dentro de mí se recompuso, poniendo todas las fichas en su sitio. Ya me sentía completo, ya no me faltaba nada. Tal vez, y ahora si podía ser feliz al lado de las personas que más amaba, claro después de que descubriéramos porque mi tía, había abandonado a su hijo, y porque querían matarnos prácticamente.


-          Creo que ya lo saben, digo lo de que son pareja – dijo acostada a mi lado, después de que volviera.

-          Los viste, ¿Cuál de ellos era? – le pregunte, colocándola a mi lado y besándola en la labios, ésta ronroneo pegándose más a mi cuerpo.
-          Creo que era Graydeeson, estaba reclamando a Diego, si eso es así, ya se cumplió tu sospecha. – dijo acariciando mis pezones y haciéndome gemir.
-          De momento hare creer que no se nada como hasta ahora, ya los separe una vez, puedo volver a hacerlo. Solo es encontrar el punto débil de esos dos, no puedo permitir ser el hazme reír de la manada. Ya es malo que se enteren de que tengo otro “hijo”. – le susurre y ésta entendió lo que quería, no podía permitir que Zack se enterase de lo que había hecho. Simplemente me odiaría, Gray no tenía que haber nacido, todos dijeron que si eran gemelos serian así, pero no podía creer que mis hijos fueran unos desviados, la culpa era de sus padres, me dije sujetando sus pechos entre mis manos.
Si mi marido-ex me hubiera dejado hacer las cosas a mi manera, no tendría que haberle vendido, cuando cumplió los 5, supongo que se cansaron pronto de él y lo enviaron a un orfanato. No me extrañaría nada, sabiendo que es un pervertido, que quiere cambiar a mi Zack, al igual que ese pequeño incordio de Diego. Sabía que no tenía que haber permitido que esos dos se volvieran a encontrar, me había llevado a Zack lejos de su padre, para que dejara de preguntar por el otro incordio, llego un día que olvido que su hermano estaba vivo, si la estúpida de Leticia lo hubiera hecho bien, ahora mi hijo seguiría casado con ella, preparándose para ser el siguiente líder de la manada y dándome más nietos. Pensé mientras, mi pequeña zorra se movía entre mis piernas, no tenía muchas ganas de juegos esa noche, así que la tire del pelo colocándola a mi lado, esta se quejó y puso ojitos llorosos.
-          Lo siento cariño, pero hoy no tengo ganas de jugar, además tengo que arreglarme y hacer el papel de la madre feliz, mientras esos dos pervierten a mi pequeño – dije levantándome de la cama y me dirigí al baño, a quitarme el olor de ella de mi cuerpo, no quería que se supiera lo nuestros, total cuando lograra desaparecer tanto a Diego como a mi otro bastardo, ella también lo haría. No quiero que nada estropease mis planes de que mi hijo al fin sea el cabeza de la manada, él hombre que hice pasar por su padre intento chantajearme y ahora está de negocios en Grecia, sonreí, pensando en mi ex marido. Ese estúpido de Paulo, pronto dejara de existir también, si sigue metiendo las narices donde no le llaman. – me dije saliendo y colocándome un vestido de flore, recogiendo mi largo cabello y bajando a la cocina a prepararle la cenas a todos los de la casa, ya que teníamos visitas.
-          Para ya, déjame o nos verán – escuche la voz de Diego, que se acercaba con alguien – vale yo también, nos vemos más tarde – se despidió entrando en la cocina y seguí haciendo la cena. – hola tita, eso huela bien – dijo sentándose en las banquetas y le mire, pensado que si su madre no fuera mi mejor amiga, ya hubiera desaparecido a esa pequeña rata. Donde se veía que un hombre tenía que vestir como una mujer, ya entendía como mi pequeño había caído en las garras de esta cosa, que no solo intentaba llevar a Zack por mal camino, sino que también había pervertido al otro, que no lo necesitaba mucho la verdad. Sonreí, diciéndole que estaría en un rato, que subiera a ducharse y que le avisara a los demás. Éste salió cantando y me apoye en la encimera con el cuchillo apretado en mi mano.
-          Cálmate Sara, esto terminara pronto. – dije continuando con lo que hacía.
-          ¿Qué terminara pronto mamá? – escuche la voz de mi pequeño y me gire con la mano en el pecho, ya que me había asustado.
-          Que manía de aparecer de la nada, digo que la cena estará pronto, así que deja de comerte esa manzana – le regañe y este me sonrió marchándose con ella en la boca. Ese niño no cambiaría nunca, pensé sonriendo, por eso tenía que apartar a esas llenas que querían desviar a mi pequeño.
Termine la cena, a las dos horas bajaron todos, y cenamos como si fuéramos una familia feliz. Veía a mi Zack, haciéndole ojitos a Diego y éste le devolvía la mirada con amor y de vez en cuando se giraba hacia Graydee sonriéndole. Eso estaba empezando a asquearme, así que me disculpe y me retire a mi habitación, suerte que ella ya no estaba aquí, tenía que descansar y pensar que haría mañana, para separar a esos tres. Me dormí con ese pensamiento.



-          Pasa, te estaba esperando – le dije cuando asomo su cabellera negra por la puerta. – ha pasado algo antes en el lago, al parecer Rodolfo no estaba muerto como yo pensaba. – dije apoyándome en la mesa con los codos y éste me miró fijamente, llevando sus piernas al sillón.

-          ¿Qué vas hacer ahora, ha hecho algo grabe? – pregunto y pensé en revelarle que su hermano había estado a punto de ser secuestrado.
-          Nada grabe, ahora al parecer si está muerto, le pego un tiro mi vecino _ dije aun incrédulo de haber escuchado todo a través de los pensamientos de Diego, Graydee se las ingeniaba para cerrar su mente a mí. – tengo que hablar con mi hermano de ciertas cosas que me acabo de enterar y luego hablare con Diego de lo que está pasando. Espero que no termine matándonos a todos por mentirle. – dije estrujando las manos, esperaba que mi pequeño entendiera que lo hacía por su seguridad, ¿Qué hubiera pasado si ese cabeza de chorlito de Gray no hubiera vuelto?, no quería ni pensar si lo hubieran apartado de mi lado nueva mente. Gruñí y Saúl me miro alzando una ceja, acomodándose mejor en el sillón.
-          Será mejor que empieces por el principio, porque si le pasa algo a mi hermano por no ser capaz de decirle la verdad, voy a olvidarme que nos conocemos desde que teníamos pañales, prácticamente. – me amenazo y supe que decía la verdad.
Pero como decirle que mi hermano al que creía muerto, no lo estaba, tampoco que mi madre era quien nos había separado a los 5 años. Aún no entendía del todo porque lo hiso, pero ya le preguntaría cuando llegase el momento, o que quienes pensaba que conocía, no lo hacía en absoluto. Le conté desde que todo se había ido al carajo con su hermano, hasta la aparición de Gray, versión oficial, donde lo habíamos encontrado inconsciente, omitiendo lo de mi madre, aún no quería involucrar a nadie más, además sospechaba que alguien nos escuchaba en algún lugar.
Saúl me miro unos largos segundo y después volvió a su estado habitual, con su chupete en los labios y las piernas recogidas junto a su pecho.
-          Estás jodido hermano, así que resuelto que no solo mi hermanito es tu pareja, también lo es tu gemelo, que putada. – comenzó a reírse y pensé que ese pequeño grano en el culo, solo había entendido eso de toda la gravedad del asunto.
-          Tu pequeña mierda. – le gruñí y éste me saco el dedo del medio.
-          En serio hermano, estás jodido, ¿la tía ya lo sabe?, porque cuando se entere le va a dar un infarto, se le notaba tensa esta noche, viendo como tú y Diego hacías carantoñas. Ella que se enorgullece de su pequeño Zack, y dice que es muy hetero, no sé cómo explicara que su hijito no solo tiene una pareja hombre, sino dos. Que la pobre no podía tener más mala suerte y no solo uno, sino los dos gemelos, son pareja. – dijo devolviendo el chupete a sus labios y mirándome con una ceja alzada, esperando una respuesta, pero que quería que le dijera. En estos momentos, aun no sabía si conocía lo suficiente a mi madre, que había sido capaz de separarme de mi hermano, esperaba que tuviera una explicación razonable, porque la necesitaba, para lograr entenderla.
-          Que pares te digo, si yo también, luego nos vemos. – escuche como se despedía Diego de Graydee, supuse que se irían a la habitación.
-          Bueno luego hablamos, ahora voy a por algo en la cocina y a ver a mi pequeño demonio. – dije despidiéndome de Saúl cuando este refunfuño diciendo que no le había contestado. – mañana hablamos o esta noche en la cena. – dije, saliendo y llegando a la cocina cuando Diego salía y mi madre refunfuñaba algo. - ¿Qué se va acabar pronto mamá? – le pregunte haciendo que se asustara, después de que tome una manzana.
-          Nada solo que la cena casi esta, deja de picar. – me regaño y le sonreí, pensando que ya no era un niño, al que podía decir que hacer. Me dirigí a mi habitación pero al entrar Diego no se encontraba allí.
-          ¿Dónde estás Bebé? – pregunte por nuestra conexión y este gimió en mi cabeza. Mierda, si no se encontraba allí tenía que estar con el traidor de Gray. Gruñí, cerrando las puertas con pestillos, llegando a la otra habitación por la puerta que comunicaba: la había hecho instalar cuando Leticia se quedó embarazada, y así podía verles cuando lloraban. Entre y los gemidos que llegaban desde el baño me hicieron olvidar mi enfado y esperar para más tarde, lo de hablar con mi hermano, ahora era importante recoger mi barbilla del suelo, al entrar en el baño y ver la silueta del cuerpo de Diego pegado a las mamparas, mientras mi hermano sujetaba sus caderas, entrando cada vez más fuerte, con sus colmillos clavados en su cuello. Gemí, quitándome la ropa rápidamente, estaba tan excitado, que comenzaban a dolerme las pelotas.
-          Mmm… no pensabais esperar por mí. – le pregunte en el oído a mi hermano y éste se tensó, al igual que Diego. Sonreía, cuando empezaron a balbucear, pidiendo disculpas, pero la verdad no había porque disculparse, está sorprendido de no sentir ni una gota de celos hacia Graydee, mientras lo veía en el culo de mi pequeño tigre. – por mí no se corten, yo estoy encantado con las vistas. Así que estamos los tres, podemos hablar de lo que paso esta tarde en el lago – dije y Diego gruño mirándome con todo su cabello mojado resbalándole por la cara, enseñándome los colmillos.
-          ¿Crees que este es el momento para hablar de eso?, y como me digas solo una vez sí, voy a estarte pateando hasta que se me olvide. – me amenazo y pude ver que decía la verdad, de echo su cuerpo había empezado a cambiar, y su pelo antes negro como la noche, se estaba quedando blanco. Cayendo por el suelo, mientras gemía con los puños cerrados en el cristal de la mampara, cuando mi hermano siguió embistiéndole, olvidándose que yo estaba allí. – no solo te quedes ahí parado, haz que pare el dolor, me duele. – se quejó sollozando y mire a Gray que se había quedado totalmente quieto. – no, no te detengas, por favor, quema. – seguía quejándose, moviendo sus caderas hacia las ingle de Gray, éste gimió, sujetándole para que no se moviera y rugió cuando su cuerpo comenzó a temblar y terminaron de rodillas los dos.
-          ¿Bebé estas bien? – me agache preocupado de ver como su cuerpo convulsionaba y éste me miro con ojitos suplicantes colocándose sobre mis rodillas y clavándose el mismo en mi adolorido pene – en serio cariño, tienes que calmarte. – le dije apretando los dientes, cuando este clavo sus garras en mi espalda y sentí el dolor inicial del mordisco, gimoteo, chupando cada gota de mi sangre y mi león rugió en mi interior, cambiando en mi segunda forma y reclamándole como tal. Su espeso semen bajo por mi ahora velludo pecho y vi a mi hermano cambiar uniéndose a nosotros, y terminamos, reclamándonos mutuamente, como tenía que ser desde el principio.
Diego se quedó inconsciente entre nuestros cuerpos aun mojados y Gray me sonrió, dándome un beso, haciéndome olvidar todo por esa noche, a la mañana siguiente tenía algunas cosas que arreglar con ellos, pero eso podía esperar. Salimos de la ducha y nos dormimos dejando que nuestro pequeño gatito, durmiera, ronroneando entre nuestros cuerpos, hasta que nos llegó la mañana, con más buenas o malas noticias, según como lo miremos.