Bueno sin más os dejo el capítulo, solo agradecería que comentarais, de igual si es para decir que no gusta, pero igualmente es un comentario.
Capítulo 1
“Cuando te conocí”
Hola me llamo Zack y
esta es la historia de cuando conocí al amor de mi vida. Lo sé, lo sé, parece
una cursilada pero así fue como le conocí y las veces tuvimos que
reencontrarnos para al final poder estar juntos. Yo creo en las segundas y
terceras oportunidades si el amor es verdadero.
Por más que quieras huir de esa pasión que te
arrebata o ese sentimiento de ahogo que sientes cuando estas sin él o el placer
que te da ser amado sin motivos, para perderlo todo después. Huimos de esa
necesidad ciega, pero por más que queremos irnos lejos siempre volvemos a esa
misma persona, porque sin ella no sabemos vivir y al final todos esos temores
desaparecen estando en los brazos de la persona amada, como me paso a mí.
7 años atrás.
Era mi cumpleaños,
recién cumplía los 21 años, aunque mis padres no lo sabían, Elena, Derek, al
igual Rodrigo si sabían que era gay y dispuestos a que yo para al fin perdiera
mi virginidad, me llevaron a uno de los locales que en ese entonces estaba de
moda en Madrid. Esa noche me dije que era mi noche para conocer a alguien que
no le importara pasar un rato con un chico de 21 años que aún fuese virgen, la
verdad es que esa noche encontré más que eso, esa noche, fue el principio de mi
vida.
Llegamos al local,
sorprendiéndome de lo lleno que estaba; había ido alguna vez antes, pero no me
imagine que esa noche estuviera tan lleno.
-
No creo que vayamos a
poder pasar – le comente a Elena que me llevaba de la mano.
-
Mmm… no te preocupes por
eso – respondió ésta tirando de mi - hemos reservado, así que no tenemos que
hacer esta cola.
Derek, junto Rodrigo se adelantaron a decirle al portero que estábamos en lista y que teníamos una mesa reservada. Entramos cuando uno de los camarero nos acompañó a la zona privada preguntándonos qué queríamos beber, Elena y Rodrigo pidieron una botella de habana 7 con 4 botellas de Coca-Cola, Derek aparte se pidió un mojito, y yo le dije al camarero que solo quería un zumo de tomate, porque no estaba acostumbrado a beber. Mejor dicho nunca había tomado alcohol, ya lo sé, un poco lento soy, lo reconozco.
-
Espera – detuvo Elena al
camarero cuando se estaba retirando con el pedido - ¿Qué mierda es esa de zumo
de tomate? – se giró hacia mí, que empecé a avergonzarme al ver como Rodrigo y
Derek se partían de risa - Se supone que hoy es tu noche, vas y pides ¿zumo de T O M A T E? – me dijo a
con tono de burla y ya empezaba a repatearme.
-
Hey Elena deja al chico
que pida lo que quiera – me defendió Rodrigo sin poder aguantar la risa.
-
Tú cállate – dijo
enfadada - se supone que hoy cumple 21 y
hemos venido aquí para que… Antes de que pudiera decirlo y me avergonzara más
delante del camarero que me miraba con una sonrisa, le tope la boca. - Vienge…
(virginidad) – siguió diciendo Elena.
-
Vale, vale pesada, por
favor tráeme otro mojito – le dije al camarero algo avergonzado. – éste se
retiró y me dirigí a Elena.
-
Joder tía como te pasas –
dije algo molesto, pero esta no me hizo ni caso y siguió replicando.
-
Da igual – me dijo
restándole importancia a mis protestas con la mano - hemos venido aquí para
emborracharte y para que encuentres a algún tipo que de una vez te quite esa
cara de mojigato que tienes.
Derek y Rodrigo seguían partiéndose de risa,
pero yo sabía que Elena tenía algo de razón. Llevaba 21 años fingiendo ser un
hijo ejemplar delante de mis padres; padre que rara vez estaba en casa y cuando
estaba solo sabía dar órdenes, voces y gritos, tras grito para que todo
bailásemos a su son. Una madre que nunca opinaba, pero aun así nos amaba a mi
hermana y a mí, aún que hubieran veces que me gustaría escucharla opinar algo,
en todo la mierda que normalmente mi padre soltaba por su boca.
Mi familia tiene mucho dinero, bueno quitando
que yo nunca había visto un duro, porque a mi padre no le parecía correcto
comprarle las cosas a su hijo pequeño, decía que así crecería más deprisa y
cara al mundo éramos una familia ejemplar; pero la realidad era otra muy
distinta. Una realidad en la que nunca se me hubiera ocurrido decirles a mis
padres que era gay, mi padre pondría el grito en el cielo y mi madre la pobre
tendría que aguantar el chaparrón que le caería. Así que cayado estaba mucho mejor.
Simplemente mantenía el secreto y como bien
decía Elena, por una noche solamente no me moriría, ¿verdad? Me pregunte
llevándome el mojito a los labios, si sentía rico y el ácido me hacía
cosquillas en el cielo de la boca.
Sabía que algún día tendría que decir la verdad, pero de momento no tenía
ningún interés de salir de ese rol que me había montado.
-
Vale tú ganas – le dije
relajándome un poco - pero por favor no me pongas más en evidencia. – le suplique
antes de que llegara el camarero con las bebidas que habíamos pedido, se retiró
y Elene asintió, diciendo que por un rato me dejaría en paz, mientras tarareaba
una camión que estaba sonando.
Ésta tomo a Rodrigo de
la mano levantándose para ir a la pista de baile y me preguntaron que si iba
con ellos, pero me daba vergüenza así que pase, no es que no supiera bailar, de
hecho me encantaba bailar. Había dado un año de clases de baile, pero el
problema era que no me sentía cómodo cuando las personas me miraban. No es que
sea feo pero, con mi 1´75 de estatura, tan delgado, que siempre terminan
confundiéndome con una chica, mi pelo ondulado, largo hasta mis omoplatos, los
ojos achinados color miel y piel canela, no es que fuera una belleza.
Yo había salido a mi padre,
que es moreno de piel, con los ojos marrones. En cambio mi hermana había salido
a mi madre, tan guapa. Con su cabello castaño y sus ojos verdes, reconozco que
a mí no me gustaba mí cara y el cuerpo que tenía, así que prefería mantenerme
lejos de la mirada de otros.
Seguí con el mojito, que
al final termino gustándome, tenía ese sabor dulzón y acido, con ese toque de Ron
que era lo que mataba un poco la acides del limón y no estaba muy cargado. A
los pocos minutos un chico moreno de ojos azules se acercó a Derek invitándole
a bailar, éste sin pensarlo mucho se levantó sin apartar la mirada del él chico
y después se giró a mi regalándome una sonrisa, más un guiño de ojo, ya sabía
que eso significaba que a Derek le gustaba.
Éste era como yo (en el
sentido de gay), pero a diferencia de mí, nunca lo había ocultado. Me quede
solo en la mesa viendo de lejos como mis amigos se divertían y en ese momento
lo vi, en la barra que daba justo en frente de mí. Creí que se me pararía el
corazón, mis ojos me estaban jugando una mala pasada y yo estaba viendo la
visión del hombre perfecto. Enfundado en unos pantalones bajos blancos, con un
cinturón negro, que descansaba sobre el culo más perfecto que jamás hubiera
soñado ver, además de una ancha espalda. Por los movimientos que hacía con los
brazos al llevar la copa a sus labios, podía ver que simplemente si caía en
ellos me perdería, terminando su conjunto con una camiseta negra de tirantes,
pegada es esa hermosa espalda y tuve que gemir llevando mis manos a mi pene,
que salto tan rápido, que llegue a pensar en que rompería mis súper ajustados
vaqueros. Se me hizo la boca agua solo de admirar ese fuerte y redondo culo
moviéndose al son de la música, mientras bebía distraídamente.
Me quede mirando como un
tonto, nunca había visto un cuerpo tan apetecible. Le repase con la mirada de
arriba abajo y en un momento dado nuestras miradas se cruzaron, me quede
petrificado en el sitio. Pude ver desde esa distancia el rostro de aquel chico,
de mirada intensa. Tenía los labios llenos, la forma casi cuadrada de su cara
me tenían embobado, su nariz desde allí era casi perfecta y el frente de su
cuerpo. Bueno simplemente no me corrí, solo porque mis pequeños pantalones
estaban ahogando a mis pobres huevos, hasta el punto de ser doloroso. Con ese
color vainilla, en fin un bombón, pensé para mí. Él se percató de mi estudio
descarado y sonrió haciendo que se le marcaran dos hoyuelos en las mejillas y
con eso me enamore a primera vista, sí, sí, sí, típico pensareis, pero así fue.
Bueno también he de confesar que esa sonrisa bajo directamente a mi polla,
llenando mis pelotas, y empecé a pensar que al día siguiente aún seguiría con
el dolor de huevos. Gemí para mí, acomodándome de forma que mi erección no fuera
tan evidente
-
"Guao
que chico tan guapo” – pensé
para mí - "¿Es mi imaginación o me está sonriendo a mí?" – mire
hacia atrás y hacia los lados para cerciorarme de que no me lo había imaginado. - "No, imposible que fuera a mí,
¿no?" Volví a mirar en dirección de aquel chico y vi cómo se
estaba acercando, “¡Dios!, en serio va venir hasta aquí”. El corazón me empezó a
latir a mil por hora, me sudaban las manos y una chispa de anticipación me
recorrió todo el cuerpo, haciendo que se me pusiera la piel de gallina.
-
Hola – me dijo cuando
por fin llego a mi lado con una sonrisa irresistible.
-
Ho...hola – conteste
titubeando - "Dios es más guapo de cerca", pensé para mí al
fijarme en sus ojos color azul eléctrico, con el centro gris, llegando a
parecer blancos.
-
¿Puedo sentarme aquí? –
señalo la silla que estaba libre a mi lado y volvió a sonreírme. A mí me venía
un color tras otro, no sabía qué hacer y solo asentí.
-
Llevo un rato mirándote –
siguió diciéndome mientras tomaba asiento - y he visto que tus amigos te han
dejado solo. – comento señalando la pista de baile, donde ellos se divertían.
-
Si...si bueno, es que no
soy de mucho bailar, además me temo que todos están en pareja. – dije recordando que Derek, se había marchado
momentos antes con un chico realmente guapo, era mi imaginación o tenían mucho
parecido, pero puede que me equivocase, por la baja luz y de que tampoco es que
lo hubiera visto de cerca. Sentía como mi cara comenzaba a calentarse, teniendo
los ojos de ese chico tan bello, con la sonrisa más sexy que jamás había visto,
acompañada de un par de hoyuelos. Intente volver hablar, pero de ser mi boca
salió un gemido, más parecido a un graznido y la volví a cerrar hipnotizado en
sus lindos ojos.
Nadie nunca me había
puesto tan nervioso, nunca me habían dejado sin habla de esa manera y la
cercanía de ese chico estaba haciendo mella en mi estado emocional.
-
¿Te molesto? – preguntó
mirándome a los ojos y por un momento pude ver un atisbo de tristeza, al ver la
cara de confusión que tenía en ese momento. - Sí quieres me voy – pregunto con
un tono algo decepcionado.
Hizo amago de
levantarse, pero le detuve y mi peor error fue sujetarle la mano para que no
marchara. Al tocarlo, sentí un cosquilleo
que recorrió la punta de mis dedos, bajando por mi columna vertebral y quedándose
en mí ya adolorido pene. Retiré la mano,
como si de un corrientoso se hubiese tratado.
-
No, no perdona...es
que...bueno...yo – no me salían las palabras, aquel contacto había despertado
algo en mí, que no sabía que significaba - perdona, no te preocupes, es que es
mi primera vez aquí y la verdad estoy algo nervioso – mentí descaradamente diciéndole
que era mi primera vez allí, para disimular un poco mi nerviosismo, no quería
espantarlo cuando acababa de llegar y
algo me pedía que lo retuviese a mi lado.
El chico volvió a
sentarse más relajado, marcando sus hoyuelos con una sonrisa y quitándome el
habla, con esos labios hechos para besar hasta dejarme sin aliento.
-
Está también es mi
primera vez en este lugar – me sonrió ya más relajado - me llamo Diego, ¿y tú?
-
Zack. – dije con la
lengua aún paralizada
-
Encantado de conocerte
Zack. – contesto extendiéndome la mano.
En el momento que nuestros
dedos se tocaron, el mismo hormigueo que había sentido la primera vez, volvió a
recorrer mi cuerpo, haciéndome gemir y cada una de mis células se despertaron,
pidiéndome más de ese simple contacto. Comencé a asustarme, no sabía que me
pasaba, tanto mi cuerpo como mis encías comenzaban a picar y lo solté medio
asustado y muy confuso. No falto mucho para derribar la copa de Gin Tonic que
Diego estaba bebiendo y creí que mi cara pasaba de ser canela a un rojo intenso.
-
¿Estás bien? – pregunto
algo preocupado.
-
Si, si, no es nada –
dije totalmente avergonzado - lo siento, es que últimamente me está pasando eso
de la corriente, cuando tocas algo o a alguien, ha sido solo eso. – respondí
más nervioso que antes. Sintiendo como mis mejillas se calentaban aún más.
-
Yo también lo he sentido
– dijo mirándome directamente a los ojos - sentí lo mismo cuando me sujetaste
para que no me fuera – termino regalándome una sonrisa.
Y pensé, - Bien,
hoy es mi día de suerte, acabo de conocer al chico más sexy de toda la
discoteca y me está hablando a mí. – a
mí, pensé, mirando como esos labios gordos, formaban la sonrisa más sexy de mundo. Gemí removiéndome en el
asiento, intentaba que mi quejumbroso pene, no saliera de mis minúsculos
pantalones y le diera la bienvenida a un lindo Diego, que me devoraba con los
ojos.
-
Para ser sincero –
continuo hablando, mientras sus ojos se desviaban a mis labios alguna vez, y
notaba como sus ojos comenzaban a cambiar de color, oscureciéndose un poco. - desde
que te visto, he sentido una atracción hacia ti que aún no puedo explicar, ¿qué
tal si lo averiguamos juntos, ¿uh? – termino alzándome las cejas y no pude
aguantar la carcajada, comenzando a reír, sujetándome la tripa.
Era gracioso, yo llevaba toda la noche nervioso, esperando que
alguien, no me importaba su físico, bueno no del todo; se apiadase de mi pobre
alma y me liberase del amargo castigo que era mi virginidad a mis 21. Y que me
había traído papa Noel ese año, dos días antes de navidad por ser un niño bueno
y portarme muy bien, bueno pues acababa de dejarme caer al ángel más bello que
pudiese quedar en el cielo. Tendría que anotar en mi calendario, que el 23 de
diciembre , desde ese momento seria mi día de la suerte, me acababa de tocar el
premio gordo y si él me dejaba, firmaría ahora mismo donde tendría que darle la
autorización, para que por solo una noche tuviera mi cuerpo como quisiese. Gemí
pensando en cómo sería sentir ese grande y musculoso cuerpo, meciéndose sobre
mí, mientras me lleva a la locura una y otra vez. Sentía que mi cara tomaba
grados insospechados para mí y si no llega hacer por Elena y Rodrigo que
volvían sonriendo nos interrumpen, yo hubiera terminada suplicando, porque me
llevara al cuarto más cercano y se hundiera en mi hasta que terminara afónico.
Sentía una ganas enfermizas por sentirme dominado por ese chico de mirada
traviesa, y sonrisa diabólica, que me devolvía la mirada con un deseo tan
intenso que comenzaba a marearme.
-
Hola, parejita – nos
saludó Elena con una sonrisa socarrona cuando ya estaba a nuestro lado - ¿Quién
es tu amigo Zaky? – pregunto mirando
hacia Diego y odie que me llamara por ese apodo que solo ella me decía. Según
ella era su forma cariñosa que tenía de
llamarme, yo lo odio pero a ella parece gustarle; así que me doy por vencido.
-
Aah... este es Diego –
respondí totalmente avergonzado girándome hacía Diego presentándole a mi
pequeña familia – ella es Elena, la que prácticamente hace el papel de madre en
nuestra pequeña familia, es pesada, abusiva y regañona, pero se hace querer,
así que la amo. – dije mirándole y ésta me devolvió la mirada con una carita de
emocionada, carraspee y seguí. – este de aquí es nuestro, sobre protector
padre, que aunque solo tenga 23 años, puede llegar a ser un maldito grano en el
culo si se lo propone. – dije sacándole la lengua a Rodrigo, mientras este,
empezaba a refunfuñar. – y el que falta hace de hermano mayor, aunque he de
decir que a mí me queda mejor ese papel, le dije con una sonrisa, y éste me la
devolvió con hoyuelos incluidos
-
Encantado de conoceros –
respondió Diego sonriendo más ampliamente, enseñado sus endiablados hoyuelos, y
estuve a punto de tragarme la lengua.
Elena y yo nos quedamos mirándolo
embobados, como si fuese una divinidad, sin mirarnos, ni decir nada, pero fue
ésta quien hablo primero.
-
Guao que guapo. – comento sonriendo de oreja a oreja al ver mi
cara de terror.
-
¡Elena! – exclame
totalmente avergonzado. Pensé que ya lo había vuelto hacer. Esa chica
terminaría matándome de un susto en cualquier momento de la noche.
-
¿Qué? – sonrió con cara
de niña buena - es verdad, es muy guapo, uhum – murmuro por lo bajo y pensé que
me desmayaría allí mismo.
Rodrigo que estaba a su
lado, puso cara de pocos amigos, pero enseguida se relajó cuando le abrazo
cariñosamente.
-
Pero tú eres más guapo
bebé. – dijo dándole un beso en los labios. Los tres empezamos a reírnos al ver
como Rodrigo se sonrojaba.
Esos dos llevaban tanto
tiempo junto, que era raro verles de otra manera que no fuera entre besos y
abrazos. Tenía entendido que ellos se conocían desde pequeños, yo les conocí
acabado de cumplir los 19, al entrar en una cafetería, llevándome el pedido de
Elena por error. Desde ese día nos habíamos vuelto inseparables. Derek le
conocí recién llegado de su antiguo pueblo, había llegado con tres chicos más
pequeños que él, un señor de unos 46 años y una mujer con cara de malas pulgas,
que venía detrás de Derek regañándole por algo, mientras este pasaba de ella
con los cascos puestos, y llevando cajas de un sitio a otro. Me presente esa
misma tarde y como mismo me había pasado con Elena sentía que tenía una
conexión con él.
Los dos tortolitos
tomaron asiento de forma que me quede pegado al cuerpo de Diego en el sofá y
los 5 minutos apareció Derek, que venían de la mano del aquel chico moreno y
estaban muy acaramelados.
-
Hey chicos os presento a
un amigo – dijo Derek, que venía de la maño del chico que había conocido, todo emocionado,
sin percatarse de la presencia de Diego - Este es Saúl – comento con una gran
sonrisa. Le mire un segundo y la cara de ese chico se me seguía haciendo
familiar, pero no sabía de qué. Pronto descubriría por qué me sonaba - y estos
son Zack, Rodrigo y Elena – se quedó callado percatándose de la presencia de
Diego.
-
Mmm… ¿Quién es vuestro
amigo? – pregunto Derek con tono zalamero.
-
¡Diego! – exclamo Saúl
al ver a Diego.
Todos les mirábamos, las
miradas pasaban de uno a otro, ya que el semblante de Diego era serio y el de
Saúl algo más ruborizado.
-
¿Qué haces aquí? – le
pregunto Diego a Saúl con esa voz tan sensual y a la vez seria.
-
Bueno yo… – empezó a
decir algo nervioso Saúl
-
Espera un momento – fue
Derek el que hablo primero - ¿Os conocéis?
-
Si – respondió Diego -
es mi hermano gemelo – soltó sin más. Ahora ya sabía por qué su cara se me
hacía familiar, mirándolos bien eran como dos gotas de agua, con la diferencia
de que Saúl llevaba el pelo más corto que Diego y sus ojos eran un poco más
oscuros. Diego volviendo a dirigirse a Saúl, preguntando de nuevo - ¿Qué haces
aquí?
-
¿Hay alguna razón por la
que no pueda estar aquí? – le contesto Saúl con otra pregunta poniéndose a la
defensiva.
-
No, no hay ninguna
razón, aparte de que tú eras el que decías que odiabas estos sitios – le
respondió Diego con tono de burla.
Saúl se sonrojo al ver
la cara de decepción de Derek. Éste se apartó de él y Saúl enseguida intento
explicarse.
-
Espera Derek – intento
volver a cogerle la mano, pero éste le rechazo.
Derek se sentó a mi lado
algo deprimido y yo sabía el porqué; sabía que era porque le había gustado Saúl y hacía mucho tiempo que
no le había visto sonreír como esa noche. Si era lo que imaginaba, sabía que
eso había hecho que Derek se apartara de Saúl. Él ya había pasado por una
relación con un chico bisexual y no había salido bien. Saúl miro a Derek y al
ver que no le devolvía la mirada se dirigió a su hermano que tenía esa sonrisa
burlona.
-
Joder Diego – le
recrimino enfadado - ¿Por qué has hecho eso?
-
¿Yo? – dijo Diego
haciéndose el inocente - solo he dicho lo que tú no paras de decir delante de
nuestros padres.
Todos excepto Derek
mirábamos a Saúl que a cada minuto se ponía más rojo.
-
Bueno si, es verdad que
lo he dicho – dijo avergonzado - pero la verdad es que llevo un mes viniendo –
esto lo dijo mirando a Derek que aún seguía sin prestarle atención - porque
quería volver a encontrarme con él.
Esta vez Derek si le
miro con la cara totalmente roja.
-
¿A mí? – pregunto este
señalándose como un niño tonto.
-
Bueno... si – dijo
rascándose la nuca y el gesto me pareció muy adorable - te vi hace un mes y
desde entonces he estado viniendo con...con la esperanza de volver a verte –
tartamudeo.
-
Hombre ya era hora –
dijo Diego entre carcajadas.
-
¿Perdón? – pregunto Saúl
algo aturdido
-
Eso, que ya era hora.
Sabía que eras gay hace mucho, recuerda que somos hermanos – dijo Diego
riéndose al ver la cara de su hermano - y también te he visto cada fin de
semana salir de casa y volver con cara de decepción.
Derek que lo único que
había entendido hasta ese momento era que Saúl había estado viniendo un mes
seguido al mismo lugar solo por verle otra vez, volvió a preguntarle.
-
¿Has estado viniendo a
este lugar solo por verme a mí? – pregunto un Derek que aún no salía de su
sorpresa. Pero por otro lado sabía que estaba feliz.
-
Hijo mira que eres lento
– se burló Elena que llevaba ya un rato partiéndose de risa de la cara de
estúpido que tenía Derek - el chico ha dicho que lleva un mes viniendo para
verte, que parte aun no te ha quedado clara. – siguió mofándose y Derek la miro
con cara de pocos amigos.
-
Cállate pesada – le
respondió molesto Derek y volvió a dirigirse a Saúl - ¿Y bien?
-
Si – contesto Saúl - te
vi hace un mes y estabas bailando con un chico, por eso no te dije nada, volví
a venir varias veces a ver si te veía, pero no volviste hasta hoy, así que aproveche
y me acerque a ti. – contesto avergonzado y supuse que era porque todos les
mirábamos con caras divertidas, sobretodo Diego que no dejaba de reírse de la
situación en la que había metido a su hermano.
-
¿Por qué te acercaste
esta vez? Yo estaba con Zack ¿no pensaste que podría ser mi pareja? – pregunto
Derek con curiosidad
-
La verdad… – contesto
rascándose la nuca otra vez, pensé que se veía como un niño pequeño al que le
están regañando - es que sabía que no erais pareja, porque os vi llegar,
también llevo un rato observándote y no parecía que estuvierais juntos –
termino avergonzado.
Estaba feliz, por saber
que Derek se había equivocado en sus predicciones respecto a la sexualidad de
Saúl, ya que se le vio muy feliz cuando éste le dijo que llevaba tiempo buscándolo.
Me alegraba por ellos, pero a la vez me hacía gracia la imagen que tenían los
dos, poniendo cara de embobados el uno por el otro.
En ese momento mire a
Diego, que contemplaba como su hermano se disculpaba con el chico que le
gustaba. Tenía una sonrisa radiante, haciendo que se le marcaran lo hoyuelos y
por un momento, por mi mente paso esa misma imagen, pero con nosotros como
protagonistas. Y una parte de mí, deseo que hubiera sido real. No sé de dónde
salían esos sentimientos, a los que aún no había dado nombre. Me sorprendí, de
querer que solo me sonriera a mí de esa manera y entonces me miro.
Ya no supe descifrar lo
que pasaba por mi cabeza, me había quedado en blanco y perdido en aquel mar de
azul eléctrico, que Diego tenía por ojos. Me vi reflejado en ellos y ya no pude
pensar en otra cosa. Quería que solo me mirara a mí de aquella manera. Mi
cuerpo vibro por un segundo, mi pene palpito, haciendo que me ruborizara y vi
como Diego alzaba la comisura del labio en una sonrisa. Me avergoncé al ver
como seguía mirándome o más bien desnudándome con la mirada, hasta que Elena
volvió hablar, haciendo que Derek y Saúl que continuaban hablando silenciaran.
-
Bueno, bueno parejita,
que tal si seguís con vuestra conversación en otro momento – volvió a hablar
Elena mirándome y yo pude volver a respirar cuando Diego quito su mirada de mí
girándose para ver que decía Elena. - recuerda que esta es la noche de mi Zaky
– dijo sonriendo - hagamos un brindis
por el cumpleañero.
Saúl tomo asiento al
lado de Derek el cual se arrimó más, éste le paso un brazo por los hombros en
forma protectora y con la otra mano libre alzo la copa para chocarla con el
resto. Yo que hasta el momento me había sentido feliz de dejar de ser el centro
de atención, mi invisibilidad desapareció gracias a mi querida mejor amiga
Elena. Sabía que empezaría a hacerle preguntas vergonzosas a Diego y yo ya
tenía bastante con tenerle al lado, que no dejaba de mirarme con esos ojos
azules como si yo fuera el pastel y él fuera a devorarme en ese instante.
-
Bueno, Diego, ¿no? –
dijo Elena dirigiéndose al otro en discordia emocional. – cuéntanos algo de ti
ahora.
-
Ya estamos – susurro
Rodrigo sabiendo que ya le estaba saliendo la vena preguntona a su novia y sin
pensarlo salvándome de una escenita de las de ella.
-
¿Qué pasa? – le dijo
Elena dándole un codazo en la costilla a Rodrigo - ¿no puedo preguntar o qué?,
tengo que saber quién se acerca a mi pequeño Zaky. – comento con ese tono
maternal, que tanto me incordiaba y yo volví a desear que la tierra me tragara
por segunda vez esa noche.
-
Hey que no he dicho nada
– se defendió Rodrigo levantando las dos manos con una sonrisa burlona
-
Déjalo estar Elena – me
adelante antes de que empezara con sus preguntas interminable - ¿por qué mejor
no hablamos de otra cosa, si? – pregunte mirándola a los ojos y rogándole que
lo dejara por un rato.
Esta me miro con cara de
pocos amigos pero al final me hizo caso advirtiéndome con la mirada que después
tendría que contárselo todo con lujos y detalles.
Los seis comenzamos
hablar animadamente y durante ese rato empecé a relajarme. Me sentía más
animado, ya iba por mi cuarto mojito y sentía como el alcohol surtía efecto en
mi cuerpo, haciendo que me entraran ganas de bailar. Empezó a sonar una canción
de Sean Paul con Sasha “I´m still in love with you” era el título de la
canción. Era una de las canciones que más me gustaban y mi cuerpo me pedía
bailar. Así que me levante de la mesa extendiéndole aun mano a Diego
invitándole, tenía ganas de sentir ese cuerpo cerca de mí, pero me dijo que no
le apetecía bailar, puse carita de pena, pero tire de Elena para que me
acompañara.
Mis amigos se me
quedaron mirando muy sorprendidos ya que yo nunca bailaba. Me fui con Elena a
la pista de baile y comencé a mover mis caderas al ritmo de la música. Me
sentía libre y eufórico. Sabía que Diego me estaba mirando y comencé a
contonear mis caderas más provocativamente.
-
¿Estás bien? – me
pregunto Elena bastante sorprendida de verme así.
-
Si, ¿por qué? – le
respondí haciéndome el que no sabía de qué estaba hablando.
-
Nunca te había visto así
– me sonrió cariñosamente - pero me gusta, sobre todo si ese entusiasmo tiene
de inicial la letra D. – me sonroje y le sonreí tímidamente.
Era cierto, yo nunca era
así, pero esa noche quería sentirme atrevido, ser por unas horas esa persona
que gritaba en mi interior queriendo salir y diciéndome que quería ser algo más
que el ejemplar estudiante. Mire hacia la mesa varias veces y mi cuerpo se
calentaba más cada vez que veía como Diego me devoraba con la mira. Parecía un
lobo hambriento a punto de saltar sobre su presa; yo era su presa y para que
mentir, esta vez me sentía encantado de ser devorado con la mirada como se
dice, aunque preferiría que devorara mi cuerpo con esa boca.
-
Solo me apetecía bailar
– dije intentando disimular que no sabía de qué hablaba.
-
Si, ya te veo – comenzó
a reírse, mirando hacia el mismo lugar al que estaba mirando yo. - y por lo que
parece no era conmigo con quien querías bailar.
-
Bueno… – me avergoncé un
poco, porque sabía que a ella no podía mentirle, me conocía demasiado bien -
pero al parecer soy el único que quería bailar. – le confesé, centrándome en
Diego que aún no había apartado la mirada de mí.
-
Mmm… yo no estaría tan
segura de eso – Elena siguió mirando hacia la mesa, viendo lo mismo que yo. A
Diego a punto de raptarme en su hombro como los hombres de las cavernas. -
parece un león a punto de saltar sobre la liebre – soltó entre carcajadas y al
final termine contagiándome de su risa.
Me reí un rato de lo que
me decía Elena sobre Diego, mientras seguí bailando más animado que antes. A
veces miraba hacia la mesa provocando a Diego y movía las caderas más pegadas a
las de Elena mientras lo observaba. Me estaba empezando a gustar la forma
posesiva con la que me miraba y deseaba ver hasta dónde podría aguantar él,
antes de sacarme de allí.
Unos chicos se nos
acercaron y empezaron hablarnos, pero yo solo tenía conciencia de la presencia
de Diego. Uno de ellos se acercó a mí para decirme que era lo más lindo que
había visto hasta el momento en esa discoteca. Me hizo gracia de la forma en la
que me lo dijo que comencé a reír echando mi cabeza atrás, comenzando a hablar
y a reír. Al final me estaba divirtiendo el día de mi cumpleaños.
Miraba a Zack desde la mesa
donde me encontraba, veía como todos los tíos a su alrededor no le quitaban los
ojos de encima y eso empezaba a crearme un instinto asesino que no sabía que
tenía - ¿son celos lo que siento? – me pregunte mirándole. Nunca imagine
que fuera tan celoso, no sabía cómo explicar ese sentimiento, ya que nos
acabábamos de conocer. Bueno eso no era del todo cierto, ya le había visto
alguna vez antes, pero nunca me había atrevido acercármele. Pero esa noche al
ver como él se me había quedado mirando, decidí que era momento de al menos
decirle hola. Las veces que le había visto, él siempre se encontraba sentado en
la mesa, rechazando a todos los chicos que se le acercaban hablar y en el fondo
eso me había gustado. Pero nunca se había fijado en mí hasta esa noche. Me le
acerque, viendo cómo se ponía nervioso con mi cercanía, haciendo que me saliera
una sonrisa de satisfacción.
Cuando llegue a su lado,
él sonrió algo nervioso y comenzó a sentirse incómodo. Me diseccione un poco
pensando que me rechazaría, pero en vez de eso, él sujeto mi mano cuando estaba
a punto de marcharme. Ese contacto me dejo un poco sorprendido, sentí un calor
intenso en la zona que sus dedos me habían tocado y desee que volviera a
tocarme pero de una forma más íntima.
-
Por favor no te vayas –
me contesto algo nervioso y me hizo gracia como su cara color canela tomaba un
color más rojizo. – es que esta es la primera vez que vengo y estoy algo
nervioso. – termino de decirme y yo le sonreí sabiendo que me estaba mintiendo.
-
No hay problema – le
conteste con una de mis mejores sonrisa - Está también es mi primera vez – no
me importaba que me hubiera mentido con eso, ya que yo tampoco le había dicho
la verdad.
Yo ya lo había visto
alguna vez, pero eso él no tenía que saberlo, ¿verdad? – pensé para mí,
viendo como su preciosa cara se tornaba cada vez más roja. Ver sus ojos más de
cerca me dejaron sin aliento y tuve que componer una sonría, para que no lo
notara.
-
Me llamo Diego – me
presente ya a su lado.
-
Ya soy Zack – contesto con
una sonrisa que le iluminaban los ojos y supe que me había terminado de
enamorar de ese chico que llevaba varios meses rondando mis sueños.
-
Encantado de conocerte –
le tendí mi mano en forma de saludo, pero la verdad era que quería volver a
tocarlo.
Él me devolvió el saludo
y al segundo retiro la mano como si le quemara. Yo había sentido lo mismo que
él y se lo hice saber cuándo casi me tira la copa con el codo, disculpándose
diciendo que había sentido una corriente. Le mire algo más serio, diciéndole que
yo había sentido lo mismo, pero antes de que pudiera responderme, aparecieron
dos de los chicos con los que había llegado esa noche.
-
¿Quién es tu amigo Zaky?
– le pregunto una chica que no sabía porque, a mí me parecía que tenía un
cierto parecido con Zack en el color negro de su pelo, con la diferencia que
sus ojos eran grises y su tono de piel más clara. A su lado estaba un chico que
juraría parecía el hermano mayor de Zack, pero con su cabello castaño rubio,
sujetándola de la mano, mientras la miraba con amor y adoración, a lo que ella
correspondía con del mismo modo.
Supuse que eran sus
amigos, lo cual me dejo un poco descolocado, ya que hubiera jurado que eran
familia y que ellos dos eran pareja, cosa que se veía a distancia. Zack me
presento algo avergonzado y sonreí, saludando a sus amigos cuando estos se
presentaron.
Seguí sonriendo cuando
vi a Zack alarmarse al escuchar a su amiga Elena decir que yo era guapo y su
novio había puesto cara de pocos amigos, para después relajarse, cuando ésta le
dijo que era el más guapo y le beso, haciendo que este se sonrojara.
Me estaba encantando la
forma en la que Zack se avergonzaba cada vez que su amiga decía algo. Y
seguimos así, hasta que vi como mi hermano aparecía de la mano de un chico algo
más bajo que él. No me había sorprendido verle allí, porque ya era la 4 vez que
lo veía rondando ese mismo local. El chico que venía con él, lo presento a sus
amigos, sin percatarse de mi presencia.
-
¡Diego! – exclamo mi
hermano con la cara totalmente rojo, por la sorpresa.
-
¿Qué haces aquí? – le
pregunte, haciéndome el molesto y haciéndole creer que estaba sorprendido de
verle.
Pero la verdad es que no
estaba nada sorprendido, ya que sabía que él era gay, aunque no me lo había
dicho y en el fondo eso me había molestado, ya que él y yo no teníamos secretos
o eso había pensado yo.
El chico que estaba a su
lado se alejó, cuando le comente a mi hermano que él no hacía más que negar
estos sitios delante de nuestros padres, diciendo que el los odiaba. Mi hermano
se molestó conmigo y comenzó a disculparse con aquel chico que no le dirigía la
mirada.
Sonreír al ver a Saúl
tan nervioso, dando explicaciones, una persona que nunca se justificaba antes
nadie y ahora lo hacía ante el chico que le gustaba. Eso quería decir que mi
hermano estaba más coladito por él de lo que aparentaba.
Por el rabillo del ojo,
vi como Zack me miraba y le leí el pensamiento. Sabía que él estaba pensando lo
mismo que yo respecto a la escena que mi hermano y su futuro ligue estaban teniendo.
Lo mire y le sonreí cuando vi cómo se tensaba, cuando nuestras miradas chocaron
y levante la comisura del labio, prometiéndole aquella noche más que una simple
escena.
Al rato Elena corto la
conversación que tenían mi hermano y su amigo Derek, volviéndose a dirigir a mí
con una sonrisa.
-
Bueno Diego cuéntanos
algo de ti – me dijo con una sonrisa.
-
Ya estamos – contesto su
novio Rodrigo, haciéndome sonreír cuando esta le dio un codazo y este se
defendió diciendo que no había dicho nada.
Vi como Zack se
avergonzaba cuando ésta dijo que tenía que saber que personas se le acercaban a
su Zaky. Ese nombre volvió hacerme sonreír y me gusto que sus amigos se
preocuparan por él. Zack le pidió que dejara las preguntas para otro momento y
seguimos bebiendo. Yo me reía de mi hermano y Derek que no hacían más que darse
mimos y Elena no dejaba de mofarse de ellos.
Miraba a Zack de vez en
cuando, lo veía sonreír con cada cosa que decía Elena, pero yo no estaba
prestando atención a nada de lo que en aquella mesa se decía. Yo solo quería
llevarme a Zack de allí y comprobar que lo que estaba sintiendo era real.
Estaba excitado y quería probar esos labios que llevaban toda la noche
atormentándome.
Al rato comenzó a sonar
una canción de Sean Paul y Zack me pidió que lo acompañara. Le dije que no,
agradeciendo la lejanía que teníamos ahora y viendo cómo se alejaba a la pista
de baile moviendo su redondeado trasero al ritmo de la música, de la mano de
Elena y comenzaban a bailar, mientras todos los ojos de la pista de baile no se
despegaban del pequeño y redondo trasero de Zack. Y ahora me encontró en ésta mesa
sentado, bebiendo un Gin Tonic aguado, con un cabreo del 15 viendo como Zack se
divierte en la pista de baile con Elena.
La verdad es que soy
bisexual y nunca me había parado a pensar en mis otras conquistas. No había
sentido con ellos esos celos al verlos con otros, de la forma que los sentía
con Zack. Ver a ese endemoniado chico, con ojos de gato, enfundado en unos
pantalones vaqueros caídos en la cintura, una camiseta ajustada haciendo que su
cuerpo pareciera más apetecible de lo que ya era y moviendo las caderas al
compás de la música bien pegado a Elena; hizo que quisiera levantarme de la
mesa, ir hasta él, sacándolo de la pista de baile y llevándomelo a un lugar donde
nadie más pudiera tocarle o mirarle de aquella manera en lo que los demás lo
miraban. No sabía cuánto tiempo aguantaría allí sentado sin asesinar a alguien.
-
“Él
muy c…” – pensé cuando vi como
miraba hacia mí, contoneándose con más descaro, provocando a todo aquel que le
mirase. Estaba llenando mi paciencia y eso no sería bueno. Estaba llegando a mi
límite.
No me estaba gustando
nada de la forma en que reía y se divertía con otra persona que no era yo, me
estaba volviendo loco ¿de dónde venían esos sentimientos de posesividad que
tenía cada vez que miraba a Zack? Sabía que Elena y Zack eran solo amigos, de
hecho el novio de ella estaba a mi lado, pero eso no menguaba mis celos.
Me lleve la copa a los
labios para disimular mi cabreo que comenzaba hacerse evidente y desee haber
sido yo el que estuviera en esa pista de baile con Zack, tocando esa cintura
diminuta y ese culo de infarto; me estaba volviendo loco, imaginando ese cuerpo
entre mis brazos y esa larga melena entre mis dedos. Quería sentir sus piernas
enredadas en mi cintura y escuchar esa voz sensual susurrar mí nombre en mi
oído, cuando llegara al éxtasis con mis manos. Estaba tan absorto en mis
pensamiento que no me había dado cuenta que mi hermano llevaba un rato
hablándome.
-
¿Hey Diego me estas escuchando?
– me pregunto Saúl desde el otro lado de la mesa que ya empezaba a
desesperarse, se lo note en la voz, no sé cuánto me habrá estado llamando, pero
la verdad es que no me importaba lo que decía, en ese momento yo solo tenía
ojos para ese moreno con ojos de gato y boca voluptuosa que me estaba
provocando con sus miradas.
-
Si perdona, ¿qué decías?
– respondí sin prestarle atención
-
Te decía que Derek y yo
no tardaremos en irnos, así que si mañana te llaman de casa, diles que me quede
en casa de un amigo y que iré a comer contigo mañana – mi hermano tenía su
propia casa, pero era tan vago, que no le gustaba cocinar, así que siempre
terminaba en casa de mis padres o en mi casa para comer y de paso también
dormir - ¿puedo quedarme en tu casa hoy? – me pregunto con una sonrisa.
“Para que tienes tu casa
enano” – pensé mientras miraba
hacia la pista de baile viendo como dos chicos se les habían acercado hablar a
Zack y Elena. Ver como Zack reía con cada cosa que uno de ellos le decía al
oído, me estaban dando ganas de ir y darle un puñetazo al tipo, llevándome a
Zack de allí.
-
¿No tienes tu propia
casa? Pues quédate en ella – le respondí entre dientes bebiendo de mi Gin
Tonic, acaba de ver como el tipo se le acercaba a Zack y dejaba su mano en la
baja espalda, mientras este reía. Éste le susurro algo al oído y Zack le sonrió
tan sensual, que hasta yo me puse duro de verle. Pero lo que termino de
derramar la última gota de la copa llena de mi paciencia, fue ver como éste le
ponía la mano en la cintura pegándose más a él. Eso hizo que llegara a mi
límite.
-
Ok, ok no tienes que
ponerte así – sonrió mi hermano, mirándome con diversión al ver hacia donde se
dirigía mi mirada. Él ya sabía a qué venia mi enfado. - Pero me pasare mañana a
la hora de comida, ¿ok? – me siguió diciendo Saúl, pero yo seguía sin prestarle
atención, tenía la vista perdida en la pista de baile - ¿Hey me has escuchado?
– volvió a insistir Saúl sonsacándome un sí, ya que sabía que en ese momento no
le estaba prestando ninguna atención.
-
Si, si vale lo que
quieras – respondí - ese estúpido que se cree tocando Zack – refunfuñe por lo
bajo levantándome de la mesa molesto - perdonar luego vuelvo – les dije
dirigiéndome hacia la pista de baile.
- ¿Qué le
pasa a tu hermano? – oí como preguntaba Derek a Saúl.
-
Zack es lo que le pasa –
fue Rodrigo quien contesto entre carcajadas.
-
Ya lo creo – siguió la
broma Saúl.
Pero yo no le preste
atención a ninguno, lo único que quería era llegar a la pista y que ese
estúpido quitara sus manos de mi pertenencia. Porque Zack ya me pertenecía, no
sabía en qué momento lo había decidido, pero ver como otro le tocaba, hizo que
me hirviera la sangre.
Ese día me propuse que
tendría a Zack, no solo por una noche, sino también para el resto de las noches
que me quedaban.
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