jueves, 9 de enero de 2014

“Cuando te conocí”




Bueno sin más os dejo el capítulo, solo agradecería que comentarais, de igual si es para decir que no gusta, pero igualmente es un comentario.







Capítulo 1

“Cuando te conocí”





Hola me llamo Zack y esta es la historia de cuando conocí al amor de mi vida. Lo sé, lo sé, parece una cursilada pero así fue como le conocí y las veces tuvimos que reencontrarnos para al final poder estar juntos. Yo creo en las segundas y terceras oportunidades si el amor es verdadero.
 Por más que quieras huir de esa pasión que te arrebata o ese sentimiento de ahogo que sientes cuando estas sin él o el placer que te da ser amado sin motivos, para perderlo todo después. Huimos de esa necesidad ciega, pero por más que queremos irnos lejos siempre volvemos a esa misma persona, porque sin ella no sabemos vivir y al final todos esos temores desaparecen estando en los brazos de la persona amada, como me paso a mí.

7 años atrás.

Era mi cumpleaños, recién cumplía los 21 años, aunque mis padres no lo sabían, Elena, Derek, al igual Rodrigo si sabían que era gay y dispuestos a que yo para al fin perdiera mi virginidad, me llevaron a uno de los locales que en ese entonces estaba de moda en Madrid. Esa noche me dije que era mi noche para conocer a alguien que no le importara pasar un rato con un chico de 21 años que aún fuese virgen, la verdad es que esa noche encontré más que eso, esa noche, fue el principio de mi vida.
Llegamos al local, sorprendiéndome de lo lleno que estaba; había ido alguna vez antes, pero no me imagine que esa noche estuviera tan lleno.
-            No creo que vayamos a poder pasar – le comente a Elena que me llevaba de la mano.
-            Mmm… no te preocupes por eso – respondió ésta tirando de mi - hemos reservado, así que no tenemos que hacer esta cola.

Derek, junto Rodrigo se adelantaron a decirle al portero que estábamos en lista y que teníamos una mesa reservada. Entramos cuando uno de los camarero nos acompañó a la zona privada preguntándonos qué queríamos beber, Elena y Rodrigo pidieron una botella de habana 7 con 4 botellas de Coca-Cola, Derek aparte se pidió un mojito, y yo le dije al camarero que solo quería un zumo de tomate, porque no estaba acostumbrado a beber. Mejor dicho nunca había tomado alcohol, ya lo sé, un poco lento soy, lo reconozco.
-            Espera – detuvo Elena al camarero cuando se estaba retirando con el pedido - ¿Qué mierda es esa de zumo de tomate? – se giró hacia mí, que empecé a avergonzarme al ver como Rodrigo y Derek se partían de risa - Se supone que hoy es tu noche,  vas y pides ¿zumo de T O M A T E? – me dijo a con tono de burla y ya empezaba a repatearme.
-            Hey Elena deja al chico que pida lo que quiera – me defendió Rodrigo sin poder aguantar la risa.
-            Tú cállate – dijo enfadada  - se supone que hoy cumple 21 y hemos venido aquí para que… Antes de que pudiera decirlo y me avergonzara más delante del camarero que me miraba con una sonrisa, le tope la boca. - Vienge… (virginidad) – siguió diciendo Elena.
-            Vale, vale pesada, por favor tráeme otro mojito – le dije al camarero algo avergonzado. – éste se retiró y me dirigí a Elena.
-            Joder tía como te pasas – dije algo molesto, pero esta no me hizo ni caso y siguió replicando.
-            Da igual – me dijo restándole importancia a mis protestas con la mano - hemos venido aquí para emborracharte y para que encuentres a algún tipo que de una vez te quite esa cara de mojigato que tienes.
Derek y Rodrigo seguían partiéndose de risa, pero yo sabía que Elena tenía algo de razón. Llevaba 21 años fingiendo ser un hijo ejemplar delante de mis padres; padre que rara vez estaba en casa y cuando estaba solo sabía dar órdenes, voces y gritos, tras grito para que todo bailásemos a su son. Una madre que nunca opinaba, pero aun así nos amaba a mi hermana y a mí, aún que hubieran veces que me gustaría escucharla opinar algo, en todo la mierda que normalmente mi padre soltaba por su boca.
Mi familia tiene mucho dinero, bueno quitando que yo nunca había visto un duro, porque a mi padre no le parecía correcto comprarle las cosas a su hijo pequeño, decía que así crecería más deprisa y cara al mundo éramos una familia ejemplar; pero la realidad era otra muy distinta. Una realidad en la que nunca se me hubiera ocurrido decirles a mis padres que era gay, mi padre pondría el grito en el cielo y mi madre la pobre tendría que aguantar el chaparrón que le caería. Así que cayado estaba  mucho mejor.
Simplemente mantenía el secreto y como bien decía Elena, por una noche solamente no me moriría, ¿verdad? Me pregunte llevándome el mojito a los labios, si sentía rico y el ácido me hacía cosquillas en el cielo de la boca. Sabía que algún día tendría que decir la verdad, pero de momento no tenía ningún interés de salir de ese rol que me había montado.
-            Vale tú ganas – le dije relajándome un poco - pero por favor no me pongas más en evidencia. – le suplique antes de que llegara el camarero con las bebidas que habíamos pedido, se retiró y Elene asintió, diciendo que por un rato me dejaría en paz, mientras tarareaba una camión que estaba sonando.
Ésta tomo a Rodrigo de la mano levantándose para ir a la pista de baile y me preguntaron que si iba con ellos, pero me daba vergüenza así que pase, no es que no supiera bailar, de hecho me encantaba bailar. Había dado un año de clases de baile, pero el problema era que no me sentía cómodo cuando las personas me miraban. No es que sea feo pero, con mi 1´75 de estatura, tan delgado, que siempre terminan confundiéndome con una chica, mi pelo ondulado, largo hasta mis omoplatos, los ojos achinados color miel y piel canela, no es que fuera una belleza.
Yo había salido a mi padre, que es moreno de piel, con los ojos marrones. En cambio mi hermana había salido a mi madre, tan guapa. Con su cabello castaño y sus ojos verdes, reconozco que a mí no me gustaba mí cara y el cuerpo que tenía, así que prefería mantenerme lejos de la mirada de otros.
Seguí con el mojito, que al final termino gustándome, tenía ese sabor dulzón y acido, con ese toque de Ron que era lo que mataba un poco la acides del limón y no estaba muy cargado. A los pocos minutos un chico moreno de ojos azules se acercó a Derek invitándole a bailar, éste sin pensarlo mucho se levantó sin apartar la mirada del él chico y después se giró a mi regalándome una sonrisa, más un guiño de ojo, ya sabía que eso significaba que a Derek le gustaba.
Éste era como yo (en el sentido de gay), pero a diferencia de mí, nunca lo había ocultado. Me quede solo en la mesa viendo de lejos como mis amigos se divertían y en ese momento lo vi, en la barra que daba justo en frente de mí. Creí que se me pararía el corazón, mis ojos me estaban jugando una mala pasada y yo estaba viendo la visión del hombre perfecto. Enfundado en unos pantalones bajos blancos, con un cinturón negro, que descansaba sobre el culo más perfecto que jamás hubiera soñado ver, además de una ancha espalda. Por los movimientos que hacía con los brazos al llevar la copa a sus labios, podía ver que simplemente si caía en ellos me perdería, terminando su conjunto con una camiseta negra de tirantes, pegada es esa hermosa espalda y tuve que gemir llevando mis manos a mi pene, que salto tan rápido, que llegue a pensar en que rompería mis súper ajustados vaqueros. Se me hizo la boca agua solo de admirar ese fuerte y redondo culo moviéndose al son de la música, mientras bebía distraídamente.
Me quede mirando como un tonto, nunca había visto un cuerpo tan apetecible. Le repase con la mirada de arriba abajo y en un momento dado nuestras miradas se cruzaron, me quede petrificado en el sitio. Pude ver desde esa distancia el rostro de aquel chico, de mirada intensa. Tenía los labios llenos, la forma casi cuadrada de su cara me tenían embobado, su nariz desde allí era casi perfecta y el frente de su cuerpo. Bueno simplemente no me corrí, solo porque mis pequeños pantalones estaban ahogando a mis pobres huevos, hasta el punto de ser doloroso. Con ese color vainilla, en fin un bombón, pensé para mí. Él se percató de mi estudio descarado y sonrió haciendo que se le marcaran dos hoyuelos en las mejillas y con eso me enamore a primera vista, sí, sí, sí, típico pensareis, pero así fue. Bueno también he de confesar que esa sonrisa bajo directamente a mi polla, llenando mis pelotas, y empecé a pensar que al día siguiente aún seguiría con el dolor de huevos. Gemí para mí, acomodándome de forma que mi erección no fuera tan evidente
-            "Guao que chico tan guapo” – pensé para mí - "¿Es mi imaginación o me está sonriendo a mí?" – mire hacia atrás y hacia los lados para cerciorarme de que no me lo había imaginado.  - "No, imposible que fuera a mí, ¿no?" Volví a mirar en dirección de aquel chico y vi cómo se estaba acercando, “¡Dios!, en serio va venir hasta aquí”. El corazón me empezó a latir a mil por hora, me sudaban las manos y una chispa de anticipación me recorrió todo el cuerpo, haciendo que se me pusiera la piel de gallina.
-            Hola – me dijo cuando por fin llego a mi lado con una sonrisa irresistible.
-            Ho...hola – conteste titubeando - "Dios es más guapo de cerca", pensé para mí al fijarme en sus ojos color azul eléctrico, con el centro gris, llegando a parecer blancos.
-            ¿Puedo sentarme aquí? – señalo la silla que estaba libre a mi lado y volvió a sonreírme. A mí me venía un color tras otro, no sabía qué hacer y solo asentí.
-            Llevo un rato mirándote – siguió diciéndome mientras tomaba asiento - y he visto que tus amigos te han dejado solo. – comento señalando la pista de baile, donde ellos se divertían.
-            Si...si bueno, es que no soy de mucho bailar, además me temo que todos están en pareja.  – dije recordando que Derek, se había marchado momentos antes con un chico realmente guapo, era mi imaginación o tenían mucho parecido, pero puede que me equivocase, por la baja luz y de que tampoco es que lo hubiera visto de cerca. Sentía como mi cara comenzaba a calentarse, teniendo los ojos de ese chico tan bello, con la sonrisa más sexy que jamás había visto, acompañada de un par de hoyuelos. Intente volver hablar, pero de ser mi boca salió un gemido, más parecido a un graznido y la volví a cerrar hipnotizado en sus lindos ojos.
Nadie nunca me había puesto tan nervioso, nunca me habían dejado sin habla de esa manera y la cercanía de ese chico estaba haciendo mella en mi estado emocional.
-            ¿Te molesto? – preguntó mirándome a los ojos y por un momento pude ver un atisbo de tristeza, al ver la cara de confusión que tenía en ese momento. - Sí quieres me voy – pregunto con un tono algo decepcionado.
Hizo amago de levantarse, pero le detuve y mi peor error fue sujetarle la mano para que no marchara. Al tocarlo, sentí un cosquilleo  que recorrió la punta de mis dedos,  bajando por mi columna vertebral y quedándose en mí ya adolorido pene.  Retiré la mano, como si de un corrientoso se hubiese tratado.
-            No, no perdona...es que...bueno...yo – no me salían las palabras, aquel contacto había despertado algo en mí, que no sabía que significaba - perdona, no te preocupes, es que es mi primera vez aquí y la verdad estoy algo nervioso – mentí descaradamente diciéndole que era mi primera vez allí, para disimular un poco mi nerviosismo, no quería espantarlo  cuando acababa de llegar y algo me pedía que lo retuviese a mi lado.
El chico volvió a sentarse más relajado, marcando sus hoyuelos con una sonrisa y quitándome el habla, con esos labios hechos para besar hasta dejarme sin aliento.
-            Está también es mi primera vez en este lugar – me sonrió ya más relajado - me llamo Diego, ¿y tú?
-            Zack. – dije con la lengua aún paralizada
-            Encantado de conocerte Zack. – contesto extendiéndome la mano.
En el momento que nuestros dedos se tocaron, el mismo hormigueo que había sentido la primera vez, volvió a recorrer mi cuerpo, haciéndome gemir y cada una de mis células se despertaron, pidiéndome más de ese simple contacto. Comencé a asustarme, no sabía que me pasaba, tanto mi cuerpo como mis encías comenzaban a picar y lo solté medio asustado y muy confuso. No falto mucho para derribar la copa de Gin Tonic que Diego estaba bebiendo y creí que mi cara pasaba de ser canela a un rojo intenso.
-            ¿Estás bien? – pregunto algo preocupado.
-            Si, si, no es nada – dije totalmente avergonzado - lo siento, es que últimamente me está pasando eso de la corriente, cuando tocas algo o a alguien, ha sido solo eso. – respondí más nervioso que antes. Sintiendo como mis mejillas se calentaban aún más.
-            Yo también lo he sentido – dijo mirándome directamente a los ojos - sentí lo mismo cuando me sujetaste para que no me fuera – termino regalándome una sonrisa.
Y pensé, - Bien, hoy es mi día de suerte, acabo de conocer al chico más sexy de toda la discoteca y me está hablando a mí. –  a mí, pensé, mirando como esos labios gordos, formaban la sonrisa  más sexy de mundo. Gemí removiéndome en el asiento, intentaba que mi quejumbroso pene, no saliera de mis minúsculos pantalones y le diera la bienvenida a un lindo Diego, que me devoraba con los ojos.
-            Para ser sincero – continuo hablando, mientras sus ojos se desviaban a mis labios alguna vez, y notaba como sus ojos comenzaban a cambiar de color, oscureciéndose un poco. - desde que te visto, he sentido una atracción hacia ti que aún no puedo explicar, ¿qué tal si lo averiguamos juntos, ¿uh? – termino alzándome las cejas y no pude aguantar la carcajada, comenzando a reír, sujetándome la tripa.
Era gracioso, yo llevaba toda la noche nervioso, esperando que alguien, no me importaba su físico, bueno no del todo; se apiadase de mi pobre alma y me liberase del amargo castigo que era mi virginidad a mis 21. Y que me había traído papa Noel ese año, dos días antes de navidad por ser un niño bueno y portarme muy bien, bueno pues acababa de dejarme caer al ángel más bello que pudiese quedar en el cielo. Tendría que anotar en mi calendario, que el 23 de diciembre , desde ese momento seria mi día de la suerte, me acababa de tocar el premio gordo y si él me dejaba, firmaría ahora mismo donde tendría que darle la autorización, para que por solo una noche tuviera mi cuerpo como quisiese. Gemí pensando en cómo sería sentir ese grande y musculoso cuerpo, meciéndose sobre mí, mientras me lleva a la locura una y otra vez. Sentía que mi cara tomaba grados insospechados para mí y si no llega hacer por Elena y Rodrigo que volvían sonriendo nos interrumpen, yo hubiera terminada suplicando, porque me llevara al cuarto más cercano y se hundiera en mi hasta que terminara afónico. Sentía una ganas enfermizas por sentirme dominado por ese chico de mirada traviesa, y sonrisa diabólica, que me devolvía la mirada con un deseo tan intenso que comenzaba a marearme.
-            Hola, parejita – nos saludó Elena con una sonrisa socarrona cuando ya estaba a nuestro lado - ¿Quién es tu amigo Zaky? –  pregunto mirando hacia Diego y odie que me llamara por ese apodo que solo ella me decía. Según ella era su forma cariñosa que tenía  de llamarme, yo lo odio pero a ella parece gustarle;  así que me doy por vencido.
-            Aah... este es Diego – respondí totalmente avergonzado girándome hacía Diego presentándole a mi pequeña familia – ella es Elena, la que prácticamente hace el papel de madre en nuestra pequeña familia, es pesada, abusiva y regañona, pero se hace querer, así que la amo. – dije mirándole y ésta me devolvió la mirada con una carita de emocionada, carraspee y seguí. – este de aquí es nuestro, sobre protector padre, que aunque solo tenga 23 años, puede llegar a ser un maldito grano en el culo si se lo propone. – dije sacándole la lengua a Rodrigo, mientras este, empezaba a refunfuñar. – y el que falta hace de hermano mayor, aunque he de decir que a mí me queda mejor ese papel, le dije con una sonrisa, y éste me la devolvió con hoyuelos incluidos
-            Encantado de conoceros – respondió Diego sonriendo más ampliamente, enseñado sus endiablados hoyuelos, y estuve a punto de tragarme la lengua.
Elena y yo nos quedamos mirándolo embobados, como si fuese una divinidad, sin mirarnos, ni decir nada, pero fue ésta quien hablo primero.
-            Guao que guapo. –  comento sonriendo de oreja a oreja al ver mi cara de terror.
-            ¡Elena! – exclame totalmente avergonzado. Pensé que ya lo había vuelto hacer. Esa chica terminaría matándome de un susto en cualquier momento de la noche.
-            ¿Qué? – sonrió con cara de niña buena - es verdad, es muy guapo, uhum – murmuro por lo bajo y pensé que me desmayaría allí mismo.
Rodrigo que estaba a su lado, puso cara de pocos amigos, pero enseguida se relajó cuando le abrazo cariñosamente.
-            Pero tú eres más guapo bebé. – dijo dándole un beso en los labios. Los tres empezamos a reírnos al ver como Rodrigo se sonrojaba.
Esos dos llevaban tanto tiempo junto, que era raro verles de otra manera que no fuera entre besos y abrazos. Tenía entendido que ellos se conocían desde pequeños, yo les conocí acabado de cumplir los 19, al entrar en una cafetería, llevándome el pedido de Elena por error. Desde ese día nos habíamos vuelto inseparables. Derek le conocí recién llegado de su antiguo pueblo, había llegado con tres chicos más pequeños que él, un señor de unos 46 años y una mujer con cara de malas pulgas, que venía detrás de Derek regañándole por algo, mientras este pasaba de ella con los cascos puestos, y llevando cajas de un sitio a otro. Me presente esa misma tarde y como mismo me había pasado con Elena sentía que tenía una conexión con él.
Los dos tortolitos tomaron asiento de forma que me quede pegado al cuerpo de Diego en el sofá y los 5 minutos apareció Derek, que venían de la mano del aquel chico moreno y estaban muy acaramelados.
-            Hey chicos os presento a un amigo – dijo Derek, que venía de la maño del chico que había conocido, todo emocionado, sin percatarse de la presencia de Diego - Este es Saúl – comento con una gran sonrisa. Le mire un segundo y la cara de ese chico se me seguía haciendo familiar, pero no sabía de qué. Pronto descubriría por qué me sonaba - y estos son Zack, Rodrigo y Elena – se quedó callado percatándose de la presencia de Diego.
-            Mmm… ¿Quién es vuestro amigo? – pregunto Derek con tono zalamero.
-            ¡Diego! – exclamo Saúl al ver a Diego.
Todos les mirábamos, las miradas pasaban de uno a otro, ya que el semblante de Diego era serio y el de Saúl algo más ruborizado.
-            ¿Qué haces aquí? – le pregunto Diego a Saúl con esa voz tan sensual y a la vez seria.
-            Bueno yo… – empezó a decir algo nervioso Saúl
-            Espera un momento – fue Derek el que hablo primero - ¿Os conocéis?
-            Si – respondió Diego - es mi hermano gemelo – soltó sin más. Ahora ya sabía por qué su cara se me hacía familiar, mirándolos bien eran como dos gotas de agua, con la diferencia de que Saúl llevaba el pelo más corto que Diego y sus ojos eran un poco más oscuros. Diego volviendo a dirigirse a Saúl, preguntando de nuevo - ¿Qué haces aquí?
-            ¿Hay alguna razón por la que no pueda estar aquí? – le contesto Saúl con otra pregunta poniéndose a la defensiva.
-            No, no hay ninguna razón, aparte de que tú eras el que decías que odiabas estos sitios – le respondió Diego con tono de burla.
Saúl se sonrojo al ver la cara de decepción de Derek. Éste se apartó de él y Saúl enseguida intento explicarse.
-            Espera Derek – intento volver a cogerle la mano, pero éste le rechazo.
Derek se sentó a mi lado algo deprimido y yo sabía el porqué; sabía que era porque  le había gustado Saúl y hacía mucho tiempo que no le había visto sonreír como esa noche. Si era lo que imaginaba, sabía que eso había hecho que Derek se apartara de Saúl. Él ya había pasado por una relación con un chico bisexual y no había salido bien. Saúl miro a Derek y al ver que no le devolvía la mirada se dirigió a su hermano que tenía esa sonrisa burlona.
-            Joder Diego – le recrimino enfadado - ¿Por qué has hecho eso?
-            ¿Yo? – dijo Diego haciéndose el inocente - solo he dicho lo que tú no paras de decir delante de nuestros padres.
Todos excepto Derek mirábamos a Saúl que a cada minuto se ponía más rojo.
-            Bueno si, es verdad que lo he dicho – dijo avergonzado - pero la verdad es que llevo un mes viniendo – esto lo dijo mirando a Derek que aún seguía sin prestarle atención - porque quería volver a encontrarme con él.
Esta vez Derek si le miro con la cara totalmente roja.
-            ¿A mí? – pregunto este señalándose como un niño tonto.
-            Bueno... si – dijo rascándose la nuca y el gesto me pareció muy adorable - te vi hace un mes y desde entonces he estado viniendo con...con la esperanza de volver a verte – tartamudeo.
-            Hombre ya era hora – dijo Diego entre carcajadas.
-            ¿Perdón? – pregunto Saúl algo aturdido
-            Eso, que ya era hora. Sabía que eras gay hace mucho, recuerda que somos hermanos – dijo Diego riéndose al ver la cara de su hermano - y también te he visto cada fin de semana salir de casa y volver con cara de decepción.
Derek que lo único que había entendido hasta ese momento era que Saúl había estado viniendo un mes seguido al mismo lugar solo por verle otra vez, volvió a preguntarle.
-            ¿Has estado viniendo a este lugar solo por verme a mí? – pregunto un Derek que aún no salía de su sorpresa. Pero por otro lado sabía que estaba feliz.
-            Hijo mira que eres lento – se burló Elena que llevaba ya un rato partiéndose de risa de la cara de estúpido que tenía Derek - el chico ha dicho que lleva un mes viniendo para verte, que parte aun no te ha quedado clara. – siguió mofándose y Derek la miro con cara de pocos amigos.
-            Cállate pesada – le respondió molesto Derek y volvió a dirigirse a Saúl - ¿Y bien?
-            Si – contesto Saúl - te vi hace un mes y estabas bailando con un chico, por eso no te dije nada, volví a venir varias veces a ver si te veía, pero no volviste hasta hoy, así que aproveche y me acerque a ti. – contesto avergonzado y supuse que era porque todos les mirábamos con caras divertidas, sobretodo Diego que no dejaba de reírse de la situación en la que había metido a su hermano.
-            ¿Por qué te acercaste esta vez? Yo estaba con Zack ¿no pensaste que podría ser mi pareja? – pregunto Derek con curiosidad
-            La verdad… – contesto rascándose la nuca otra vez, pensé que se veía como un niño pequeño al que le están regañando - es que sabía que no erais pareja, porque os vi llegar, también llevo un rato observándote y no parecía que estuvierais juntos – termino avergonzado.
Estaba feliz, por saber que Derek se había equivocado en sus predicciones respecto a la sexualidad de Saúl, ya que se le vio muy feliz cuando éste le dijo que llevaba tiempo buscándolo. Me alegraba por ellos, pero a la vez me hacía gracia la imagen que tenían los dos, poniendo cara de embobados el uno por el otro.
En ese momento mire a Diego, que contemplaba como su hermano se disculpaba con el chico que le gustaba. Tenía una sonrisa radiante, haciendo que se le marcaran lo hoyuelos y por un momento, por mi mente paso esa misma imagen, pero con nosotros como protagonistas. Y una parte de mí, deseo que hubiera sido real. No sé de dónde salían esos sentimientos, a los que aún no había dado nombre. Me sorprendí, de querer que solo me sonriera a mí de esa manera y entonces me miro.
Ya no supe descifrar lo que pasaba por mi cabeza, me había quedado en blanco y perdido en aquel mar de azul eléctrico, que Diego tenía por ojos. Me vi reflejado en ellos y ya no pude pensar en otra cosa. Quería que solo me mirara a mí de aquella manera. Mi cuerpo vibro por un segundo, mi pene palpito, haciendo que me ruborizara y vi como Diego alzaba la comisura del labio en una sonrisa. Me avergoncé al ver como seguía mirándome o más bien desnudándome con la mirada, hasta que Elena volvió hablar, haciendo que Derek y Saúl que continuaban hablando silenciaran.
-            Bueno, bueno parejita, que tal si seguís con vuestra conversación en otro momento – volvió a hablar Elena mirándome y yo pude volver a respirar cuando Diego quito su mirada de mí girándose para ver que decía Elena. - recuerda que esta es la noche de mi Zaky – dijo  sonriendo - hagamos un brindis por el cumpleañero.
Saúl tomo asiento al lado de Derek el cual se arrimó más, éste le paso un brazo por los hombros en forma protectora y con la otra mano libre alzo la copa para chocarla con el resto. Yo que hasta el momento me había sentido feliz de dejar de ser el centro de atención, mi invisibilidad desapareció gracias a mi querida mejor amiga Elena. Sabía que empezaría a hacerle preguntas vergonzosas a Diego y yo ya tenía bastante con tenerle al lado, que no dejaba de mirarme con esos ojos azules como si yo fuera el pastel y él fuera a devorarme en ese instante.
-            Bueno, Diego, ¿no? – dijo Elena dirigiéndose al otro en discordia emocional. – cuéntanos algo de ti ahora.
-            Ya estamos – susurro Rodrigo sabiendo que ya le estaba saliendo la vena preguntona a su novia y sin pensarlo salvándome de una escenita de las de ella.
-            ¿Qué pasa? – le dijo Elena dándole un codazo en la costilla a Rodrigo - ¿no puedo preguntar o qué?, tengo que saber quién se acerca a mi pequeño Zaky. – comento con ese tono maternal, que tanto me incordiaba y yo volví a desear que la tierra me tragara por segunda vez esa noche.
-            Hey que no he dicho nada – se defendió Rodrigo levantando las dos manos con una sonrisa burlona
-            Déjalo estar Elena – me adelante antes de que empezara con sus preguntas interminable - ¿por qué mejor no hablamos de otra cosa, si? – pregunte mirándola a los ojos y rogándole que lo dejara por un rato.
Esta me miro con cara de pocos amigos pero al final me hizo caso advirtiéndome con la mirada que después tendría que contárselo todo con lujos y detalles.
Los seis comenzamos hablar animadamente y durante ese rato empecé a relajarme. Me sentía más animado, ya iba por mi cuarto mojito y sentía como el alcohol surtía efecto en mi cuerpo, haciendo que me entraran ganas de bailar. Empezó a sonar una canción de Sean Paul con Sasha “I´m still in love with you” era el título de la canción. Era una de las canciones que más me gustaban y mi cuerpo me pedía bailar. Así que me levante de la mesa extendiéndole aun mano a Diego invitándole, tenía ganas de sentir ese cuerpo cerca de mí, pero me dijo que no le apetecía bailar, puse carita de pena, pero tire de Elena para que me acompañara.
Mis amigos se me quedaron mirando muy sorprendidos ya que yo nunca bailaba. Me fui con Elena a la pista de baile y comencé a mover mis caderas al ritmo de la música. Me sentía libre y eufórico. Sabía que Diego me estaba mirando y comencé a contonear mis caderas más provocativamente.
-            ¿Estás bien? – me pregunto Elena bastante sorprendida de verme así.
-            Si, ¿por qué? – le respondí haciéndome el que no sabía de qué estaba hablando.
-            Nunca te había visto así – me sonrió cariñosamente - pero me gusta, sobre todo si ese entusiasmo tiene de inicial la letra D. – me sonroje y le sonreí tímidamente.
Era cierto, yo nunca era así, pero esa noche quería sentirme atrevido, ser por unas horas esa persona que gritaba en mi interior queriendo salir y diciéndome que quería ser algo más que el ejemplar estudiante. Mire hacia la mesa varias veces y mi cuerpo se calentaba más cada vez que veía como Diego me devoraba con la mira. Parecía un lobo hambriento a punto de saltar sobre su presa; yo era su presa y para que mentir, esta vez me sentía encantado de ser devorado con la mirada como se dice, aunque preferiría que devorara mi cuerpo con esa boca.
-            Solo me apetecía bailar – dije intentando disimular que no sabía de qué hablaba.
-            Si, ya te veo – comenzó a reírse, mirando hacia el mismo lugar al que estaba mirando yo. - y por lo que parece no era conmigo con quien querías bailar.
-            Bueno… – me avergoncé un poco, porque sabía que a ella no podía mentirle, me conocía demasiado bien - pero al parecer soy el único que quería bailar. – le confesé, centrándome en Diego que aún no había apartado la mirada de mí.
-            Mmm… yo no estaría tan segura de eso – Elena siguió mirando hacia la mesa, viendo lo mismo que yo. A Diego a punto de raptarme en su hombro como los hombres de las cavernas. - parece un león a punto de saltar sobre la liebre – soltó entre carcajadas y al final termine contagiándome de su risa.
Me reí un rato de lo que me decía Elena sobre Diego, mientras seguí bailando más animado que antes. A veces miraba hacia la mesa provocando a Diego y movía las caderas más pegadas a las de Elena mientras lo observaba. Me estaba empezando a gustar la forma posesiva con la que me miraba y deseaba ver hasta dónde podría aguantar él, antes de sacarme de allí.
Unos chicos se nos acercaron y empezaron hablarnos, pero yo solo tenía conciencia de la presencia de Diego. Uno de ellos se acercó a mí para decirme que era lo más lindo que había visto hasta el momento en esa discoteca. Me hizo gracia de la forma en la que me lo dijo que comencé a reír echando mi cabeza atrás, comenzando a hablar y a reír. Al final me estaba divirtiendo el día de mi cumpleaños.





Miraba a Zack desde la mesa donde me encontraba, veía como todos los tíos a su alrededor no le quitaban los ojos de encima y eso empezaba a crearme un instinto asesino que no sabía que tenía - ¿son celos lo que siento? – me pregunte mirándole. Nunca imagine que fuera tan celoso, no sabía cómo explicar ese sentimiento, ya que nos acabábamos de conocer. Bueno eso no era del todo cierto, ya le había visto alguna vez antes, pero nunca me había atrevido acercármele. Pero esa noche al ver como él se me había quedado mirando, decidí que era momento de al menos decirle hola. Las veces que le había visto, él siempre se encontraba sentado en la mesa, rechazando a todos los chicos que se le acercaban hablar y en el fondo eso me había gustado. Pero nunca se había fijado en mí hasta esa noche. Me le acerque, viendo cómo se ponía nervioso con mi cercanía, haciendo que me saliera una sonrisa de satisfacción.
Cuando llegue a su lado, él sonrió algo nervioso y comenzó a sentirse incómodo. Me diseccione un poco pensando que me rechazaría, pero en vez de eso, él sujeto mi mano cuando estaba a punto de marcharme. Ese contacto me dejo un poco sorprendido, sentí un calor intenso en la zona que sus dedos me habían tocado y desee que volviera a tocarme pero de una forma más íntima.
-            Por favor no te vayas – me contesto algo nervioso y me hizo gracia como su cara color canela tomaba un color más rojizo. – es que esta es la primera vez que vengo y estoy algo nervioso. – termino de decirme y yo le sonreí sabiendo que me estaba mintiendo.
-            No hay problema – le conteste con una de mis mejores sonrisa - Está también es mi primera vez – no me importaba que me hubiera mentido con eso, ya que yo tampoco le había dicho la verdad.
Yo ya lo había visto alguna vez, pero eso él no tenía que saberlo, ¿verdad? – pensé para mí, viendo como su preciosa cara se tornaba cada vez más roja. Ver sus ojos más de cerca me dejaron sin aliento y tuve que componer una sonría, para que no lo notara.
-            Me llamo Diego – me presente ya a su lado.
-            Ya soy Zack – contesto con una sonrisa que le iluminaban los ojos y supe que me había terminado de enamorar de ese chico que llevaba varios meses rondando mis sueños.
-            Encantado de conocerte – le tendí mi mano en forma de saludo, pero la verdad era que quería volver a tocarlo.
Él me devolvió el saludo y al segundo retiro la mano como si le quemara. Yo había sentido lo mismo que él y se lo hice saber cuándo casi me tira la copa con el codo, disculpándose diciendo que había sentido una corriente. Le mire algo más serio, diciéndole que yo había sentido lo mismo, pero antes de que pudiera responderme, aparecieron dos de los chicos con los que había llegado esa noche.
-            ¿Quién es tu amigo Zaky? – le pregunto una chica que no sabía porque, a mí me parecía que tenía un cierto parecido con Zack en el color negro de su pelo, con la diferencia que sus ojos eran grises y su tono de piel más clara. A su lado estaba un chico que juraría parecía el hermano mayor de Zack, pero con su cabello castaño rubio, sujetándola de la mano, mientras la miraba con amor y adoración, a lo que ella correspondía con del mismo modo.
Supuse que eran sus amigos, lo cual me dejo un poco descolocado, ya que hubiera jurado que eran familia y que ellos dos eran pareja, cosa que se veía a distancia. Zack me presento algo avergonzado y sonreí, saludando a sus amigos cuando estos se presentaron.
Seguí sonriendo cuando vi a Zack alarmarse al escuchar a su amiga Elena decir que yo era guapo y su novio había puesto cara de pocos amigos, para después relajarse, cuando ésta le dijo que era el más guapo y le beso, haciendo que este se sonrojara.
Me estaba encantando la forma en la que Zack se avergonzaba cada vez que su amiga decía algo. Y seguimos así, hasta que vi como mi hermano aparecía de la mano de un chico algo más bajo que él. No me había sorprendido verle allí, porque ya era la 4 vez que lo veía rondando ese mismo local. El chico que venía con él, lo presento a sus amigos, sin percatarse de mi presencia.
-            ¡Diego! – exclamo mi hermano con la cara totalmente rojo, por la sorpresa.
-            ¿Qué haces aquí? – le pregunte, haciéndome el molesto y haciéndole creer que estaba sorprendido de verle.
Pero la verdad es que no estaba nada sorprendido, ya que sabía que él era gay, aunque no me lo había dicho y en el fondo eso me había molestado, ya que él y yo no teníamos secretos o eso había pensado yo.
El chico que estaba a su lado se alejó, cuando le comente a mi hermano que él no hacía más que negar estos sitios delante de nuestros padres, diciendo que el los odiaba. Mi hermano se molestó conmigo y comenzó a disculparse con aquel chico que no le dirigía la mirada.
Sonreír al ver a Saúl tan nervioso, dando explicaciones, una persona que nunca se justificaba antes nadie y ahora lo hacía ante el chico que le gustaba. Eso quería decir que mi hermano estaba más coladito por él de lo que aparentaba.
Por el rabillo del ojo, vi como Zack me miraba y le leí el pensamiento. Sabía que él estaba pensando lo mismo que yo respecto a la escena que mi hermano y su futuro ligue estaban teniendo. Lo mire y le sonreí cuando vi cómo se tensaba, cuando nuestras miradas chocaron y levante la comisura del labio, prometiéndole aquella noche más que una simple escena.
Al rato Elena corto la conversación que tenían mi hermano y su amigo Derek, volviéndose a dirigir a mí con una sonrisa.
-            Bueno Diego cuéntanos algo de ti – me dijo con una sonrisa.
-            Ya estamos – contesto su novio Rodrigo, haciéndome sonreír cuando esta le dio un codazo y este se defendió diciendo que no había dicho nada.
Vi como Zack se avergonzaba cuando ésta dijo que tenía que saber que personas se le acercaban a su Zaky. Ese nombre volvió hacerme sonreír y me gusto que sus amigos se preocuparan por él. Zack le pidió que dejara las preguntas para otro momento y seguimos bebiendo. Yo me reía de mi hermano y Derek que no hacían más que darse mimos y Elena no dejaba de mofarse de ellos.
Miraba a Zack de vez en cuando, lo veía sonreír con cada cosa que decía Elena, pero yo no estaba prestando atención a nada de lo que en aquella mesa se decía. Yo solo quería llevarme a Zack de allí y comprobar que lo que estaba sintiendo era real. Estaba excitado y quería probar esos labios que llevaban toda la noche atormentándome.
Al rato comenzó a sonar una canción de Sean Paul y Zack me pidió que lo acompañara. Le dije que no, agradeciendo la lejanía que teníamos ahora y viendo cómo se alejaba a la pista de baile moviendo su redondeado trasero al ritmo de la música, de la mano de Elena y comenzaban a bailar, mientras todos los ojos de la pista de baile no se despegaban del pequeño y redondo trasero de Zack. Y ahora me encontró en ésta mesa sentado, bebiendo un Gin Tonic aguado, con un cabreo del 15 viendo como Zack se divierte en la pista de baile con Elena.
La verdad es que soy bisexual y nunca me había parado a pensar en mis otras conquistas. No había sentido con ellos esos celos al verlos con otros, de la forma que los sentía con Zack. Ver a ese endemoniado chico, con ojos de gato, enfundado en unos pantalones vaqueros caídos en la cintura, una camiseta ajustada haciendo que su cuerpo pareciera más apetecible de lo que ya era y moviendo las caderas al compás de la música bien pegado a Elena; hizo que quisiera levantarme de la mesa, ir hasta él, sacándolo de la pista de baile y llevándomelo a un lugar donde nadie más pudiera tocarle o mirarle de aquella manera en lo que los demás lo miraban. No sabía cuánto tiempo aguantaría allí sentado sin asesinar a alguien.
-         “Él muy c…” – pensé cuando vi como miraba hacia mí, contoneándose con más descaro, provocando a todo aquel que le mirase. Estaba llenando mi paciencia y eso no sería bueno. Estaba llegando a mi límite.
No me estaba gustando nada de la forma en que reía y se divertía con otra persona que no era yo, me estaba volviendo loco ¿de dónde venían esos sentimientos de posesividad que tenía cada vez que miraba a Zack? Sabía que Elena y Zack eran solo amigos, de hecho el novio de ella estaba a mi lado, pero eso no menguaba mis celos.
Me lleve la copa a los labios para disimular mi cabreo que comenzaba hacerse evidente y desee haber sido yo el que estuviera en esa pista de baile con Zack, tocando esa cintura diminuta y ese culo de infarto; me estaba volviendo loco, imaginando ese cuerpo entre mis brazos y esa larga melena entre mis dedos. Quería sentir sus piernas enredadas en mi cintura y escuchar esa voz sensual susurrar mí nombre en mi oído, cuando llegara al éxtasis con mis manos. Estaba tan absorto en mis pensamiento que no me había dado cuenta que mi hermano llevaba un rato hablándome.
-            ¿Hey Diego me estas escuchando? – me pregunto Saúl desde el otro lado de la mesa que ya empezaba a desesperarse, se lo note en la voz, no sé cuánto me habrá estado llamando, pero la verdad es que no me importaba lo que decía, en ese momento yo solo tenía ojos para ese moreno con ojos de gato y boca voluptuosa que me estaba provocando con sus miradas.
-            Si perdona, ¿qué decías? – respondí sin prestarle atención
-            Te decía que Derek y yo no tardaremos en irnos, así que si mañana te llaman de casa, diles que me quede en casa de un amigo y que iré a comer contigo mañana – mi hermano tenía su propia casa, pero era tan vago, que no le gustaba cocinar, así que siempre terminaba en casa de mis padres o en mi casa para comer y de paso también dormir - ¿puedo quedarme en tu casa hoy? – me pregunto con una sonrisa.
“Para que tienes tu casa enano” – pensé mientras miraba hacia la pista de baile viendo como dos chicos se les habían acercado hablar a Zack y Elena. Ver como Zack reía con cada cosa que uno de ellos le decía al oído, me estaban dando ganas de ir y darle un puñetazo al tipo, llevándome a Zack de allí.
-            ¿No tienes tu propia casa? Pues quédate en ella – le respondí entre dientes bebiendo de mi Gin Tonic, acaba de ver como el tipo se le acercaba a Zack y dejaba su mano en la baja espalda, mientras este reía. Éste le susurro algo al oído y Zack le sonrió tan sensual, que hasta yo me puse duro de verle. Pero lo que termino de derramar la última gota de la copa llena de mi paciencia, fue ver como éste le ponía la mano en la cintura pegándose más a él. Eso hizo que llegara a mi límite.
-            Ok, ok no tienes que ponerte así – sonrió mi hermano, mirándome con diversión al ver hacia donde se dirigía mi mirada. Él ya sabía a qué venia mi enfado. - Pero me pasare mañana a la hora de comida, ¿ok? – me siguió diciendo Saúl, pero yo seguía sin prestarle atención, tenía la vista perdida en la pista de baile - ¿Hey me has escuchado? – volvió a insistir Saúl sonsacándome un sí, ya que sabía que en ese momento no le estaba prestando ninguna atención.
-            Si, si vale lo que quieras – respondí - ese estúpido que se cree tocando Zack – refunfuñe por lo bajo levantándome de la mesa molesto - perdonar luego vuelvo – les dije dirigiéndome hacia la pista de baile.
- ¿Qué le pasa a tu hermano? – oí como preguntaba Derek a Saúl.
-            Zack es lo que le pasa – fue Rodrigo quien contesto entre carcajadas.
-            Ya lo creo – siguió la broma Saúl.
Pero yo no le preste atención a ninguno, lo único que quería era llegar a la pista y que ese estúpido quitara sus manos de mi pertenencia. Porque Zack ya me pertenecía, no sabía en qué momento lo había decidido, pero ver como otro le tocaba, hizo que me hirviera la sangre.
Ese día me propuse que tendría a Zack, no solo por una noche, sino también para el resto de las noches que me quedaban.






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