jueves, 9 de enero de 2014

¿Por qué te fuiste?…

Bueno aquí tenéis un nuevo capítulo de hoy
. Espero que os guste, porque este es uno de los que más me gustan a mí, no me preguntes por qué, pues simplemente lo amo, es cuando empieza todo a ir de cabeza. Bueno no os digo nada más, disfrutadlo y comentad.








Me desperté desorientado, no sabía dónde me encontraba y mi cabeza me dolía horrores. Abrí lentamente los ojos viendo como una mano salía por debajo de mi cabeza, aprisionando mis dedos entre los suyos, sentí otro pesado brazo en mis costillas y su aliento en mi nuca, me tense al no saber dónde estaba y con quien. La persona que se encontraba detrás mía se removió haciendo que sintiera un pecho fuerte en mi espalda y algo duro que se colaba entre mis piernas. Me desperece sin hacer movimientos bruscos, girando la cabeza para ver de quien se trataba. Era Diego, volví a relajarme y a mi mente llegaron imágenes de la noche anterior haciendo que me avergonzara por mi propio comportamiento. No le había mentido a Diego cuando le dije que esa noche había sido la mejor de toda mi vida. La verdad era que haber pasado una noche como aquella, había hecho que me planteara ciertas cosas de mi vida, que antes ni se me hubiera ocurrido.
Una de ellas era decirle a mi familia que era gay, ya no quería esconderlo, con Diego había descubierto una pasión que no sabía que existía, quería seguir explorándola y si podía ser a su lado mejor que nada. Esa era la segunda cosa que me había planteado, el querer tener una relación con aquel hombre que encendía cada uno de mis sentidos, despertando todos mis deseos y anhelos.

Me incorpore despacio para no despertarlo y me levante en silencio dirigiéndome al baño, sentía mi cabeza pesada y me dolía todo el cuerpo. Pero no iba a quejarme, Diego me lo había advertido la noche anterior, pero yo no había podido hacerle caso, me calentaba como nadie y mi cuerpo tenia voluntad propia.
Me acerque al plato de ducha abriendo el grifo, dejando que el agua comenzara a calentarse, para después meterme dentro, dejando que el agua caliente recorriera mi cuerpo y lo relajara. Me quede debajo de los chorros unos 5 minutos y después salí para volver a la cama, quería acurrucarme otra vez entre los brazos de Diego y dormir hasta que mi cuerpo dijera basta o eso pensaba yo cuando salía del baño.
Al llegar a la habitación escuche como sonaba un móvil, sabía que el mío no era, porque lo había dejado en silencio la noche anterior para que nadie me molestara. Me aproxime a la mesita y ahí estaba otra vez la cara de esa rubia despampanante con el nombre de Esther. Los celos de la noche anterior volvieron a surgir como vestías arañando mi interior y la rabia empezó a consumirme lentamente.
Cogí el móvil dejándolo en silencio para que no despertara a Diego y comencé a localizar mi ropa. Todo estaba revuelto por los suelos y no encontré mi bóxer así que los di por perdidos. Comencé a vestirme rápidamente, pero intentando no hacer ruido para no despertarle. Termine de vestirme, me gire hacia la cama para contemplar la silueta dormida de ese chico que había terminado metiéndose bajo mi piel, pero no era para mí. Como podía decirme que la llamada de la noche anterior no era nada importante, cuando la misma persona lo estaba llamada ahora a las 11:00 de la mañana, nadie llama un sábado a las 3:00 de la mañana si no es nadie importante.
Salí de la habitación y me dirigí al salón donde había dejado mi móvil, en voz baja llame a un taxi para que me recogiera, después marque el número de Elena y le pedí que me esperara en su casa. Necesitaba hablar con alguien o me volvería loco, también le deje un whatssap a Derek diciéndole que fuera a casa de Elena cuando se despertara, quería pedirle que por ningún concepto le diera mi paradero a Diego, no tenía intención de volver a verle.
Con ese pensamiento busque encima del escritorio de Diego un bolígrafo y un papel para dejarle una nota. La deje sobre el escritorio y escuche el claxon de un coche desde la entrada. Me apresure a volver a la habitación y vi que Diego aún seguía durmiendo, así que me quede 5 minutos contemplándolo por última vez y algo dentro de mí se rompió. Sentía como si me estuvieran oprimiendo el pecho, mis ojos me escocían por las lágrimas que no quería derramar, tenía que salir de allí o me derrumbaría sin remedio. Me le acerque despacio, sentándome a un lado de la cama, le quite un mechón negro que le caía en la cara y le di un pequeño beso. Diego se removió pero no se despertó, aproveche la oportunidad. Salí de allí dejándolo dormido, yo con una angustia que no sabía ponerle nombre, con mi cuerpo y mi corazón adoloridos por igual.






Escuche a lo lejos como se cerraba una puerta haciendo que abriera mis ojos, me estiré en la cama, la sentí vacía y giré en ella buscando a Zack, pero no lo encontré. Me levante sobresaltado dirigiéndome al baño para ver si se encontraba allí, pero tampoco estaba, comencé a preocuparme volviendo a mi habitación para ponerme el mismo chándal de la noche anterior. No me calce ni nada, yo lo único que quería era encontrar a Zack y comprobar que aún seguía allí.
Salí al salón pero allí tampoco estaba, un mal presentimiento comenzó a recorrerme cuerpo y volví a la habitación para coger mi teléfono móvil, tal vez me había dejado algún mensaje, pero luego recordé que ni siquiera le había pedido su número. Me deje caer en la cama encendiendo la pantalla del teléfono, tenía 3 llamadas perdidas de Saúl, otras dos de mis padres y 5 de Esther, esta última hizo que mi estómago de contrajera con pesar y fastidio.
Cerré el móvil y Salí otra vez al salón, no entendía que había pasado. La noche anterior todo estaba bien y nos habíamos quedado dormidos abrazados. No comprendía como Zack había podido irse sin despertarme o dejarme una nota. El enfado estaba haciendo mella en mí, sí estaba enfadado, dolido y muy decepcionado. Mi cabeza aún no procesaba nada. Fui al escritorio para ver si allí me había dejado alguna nota, y la encontré, una nota que decía:
“Me lo he pasado muy bien, me ha encantado conocerte, pero he tenido que irme por asuntos personales. P.D: por favor no me busques, no tengo la intención de volver a verte. Esto solo ha sido una noche de sexo y nada más. Besos Zack”
Sentí como mi cólera aumentaba a pasos agigantados, ¿solo eso había sido para Zack, un simple polvo sin importancia? No podía creer lo que estaba leyendo, volví a leerla 3 veces más, arrugándola de la rabia y la decepción que sentía en aquel momento. Un miedo enfermizo comenzó a bajar por mi columna, - “¿Y si no regresaba? o ¿Le habrá pasado algo grave?”. Las preguntas daban vueltas en mi cabeza, pero todas se quedaban sin respuesta porque Zack no estaba para responderlas
Eso tenía que ser mentira, yo había sentido cada espasmo, cada gemido de placer que salían de la boca de Zack, joder había sido el primero y ahora me dejaba al día siguiente solo con una nota diciendo que se lo había pasado bien y que no le buscara, como si yo no fuese nada. Ahora entendía como se sentían todas aquellas personas con las que había tenido sexo de una noche, pensé que se habrían sentido igual que yo de frustrado y desalentado.
 Tire la nota y me dirigí al baño para darme una ducha, a ver si eso conseguía que mi enfado desapareciera, pero tuvo el efecto contrario al recordar todo lo que habíamos hecho en ese baño, todos los besos y las caricias que le di metidos en mi yacusi, que aún estaba lleno. Quite el tapón para dejar que el agua se fuera por el desagüe y de paso dejar que mis sentimientos se fueran con ella. 
Volví a mi habitación para vestirme, necesitaba salir de allí, me estaba asfixiando. Me vestí con unos pantalones vaqueros, una camisa negro y peine mi pelo haciéndome una coleta delante del espejo, la mirada que recibí de vuelta no me gusto. No me gustaba ver mi yo derrotado y esa expresión en mi cara, encontraría a ese maldito chico y le haría suplicar perdón por haberme abandonado de esa manera.
Volví al salón cogiendo las llaves de mi mercedes negro descapotable, necesitaba que el viento me refrescara, mire el reloj de pared que marcaban la 1:30 de la tarde, así que decidí que iría a comer a casa de mis padres, no me apetecía ponerme a cocinar nada en este momento. Más bien no me apetecía hacer nada hasta que no encontrara a ese chico de ojos de gato y traicionero.
Salí al garaje activando el mando a distancia para abrir el coche, cuando estaba a punto de subirme en él, las puertas del garaje se abrieron dejando pasar un Audi TT rojo. Sabía que era mi hermano, pero no tenía ningunas ganas de hablar con él. Aparco a mi lado y me saludo con esa sonrisa socarrona que en momentos como ese hacen que pierda la paciencia.
     -       Hola hermanito – me saludo sonriendo, se notaba que estaba feliz “Por lo menos unos de los dos lo está” pensé para mí - ¿Dónde vas?
     -       No es tu problema – le conteste enfadado, porque toda aquella felicidad me estaba asqueando por minutos.
     -       Wow, Wow, alguien se ha levantado con los pies izquierdos - me dijo acercándose a mí y palmeándome la espalda - chico relájate o te saldrán arrugas de tanto fruncir el entrecejo.
     -       Lo siento – me disculpe llevándome una mano a la nuca. Sabía que estaba pagando con él mi frustración, pero no podía evitarlo - Pero no tengo un buen día – confesé - voy a comer a casa de nuestros padres, no tengo ganas de cocinar.
     -       ¿Y Zack? – al escuchar ese nombre mis dientes rechinaron y mi entrecejo fue más pronunciado
     -       No quiero hablar de él en estos momentos. – prácticamente le gruñí en respuesta. La cólera había tomado paso otra vez por mi sistema y me estaban haciendo ver rojo
Saúl me miro a la cara, comprendiendo que era lo que me pasaba. Aun siendo unas horas más joven que yo, sabia cuando me encontraba mal y cuando necesitaba despejarme. De pequeños yo siempre he sido el más serio, pero Saúl siempre fue de los dos el que tenía más empatía respecto a mis problemas, era como una especie de empático para los problemas. Toco mi hombro y retiro las llaves de mi mano. Tirando de mi devuelta al salón cerrando la puerta a su espalda.
     -       Ven hablemos – me dijo sentándose a mi lado
Me deje caer como un peso muerto en el sofá, agache la cabeza metiéndola entre mis manos y dejando que toda la frustración que había sentido desde que me había levantado saliera de mí hasta dejarme sin ninguna emoción.
     -       Se fue – le dije en un susurro y esas palabras me dolieron al escucharlas de mi propia boca - ¡Joder se ha ido! ¡Me ha dejado solo, desnudo y con una puta nota que decía que solo había sido sexo! – mi frustración se hizo más evidente al recordar cómo había leído la nota 3 veces y esas palabras no dejaban de dar vueltas en mi cabeza. Una y otra vez volvían las palabras de Zack riéndose en mi cara.
Me levante del sofá y comencé a dar vueltas como si fuera un león enjaulado. Tenía ganas de gritar y de romper cosas cada vez que me acordaba de como Zack me había dejado, pero eso no terminaría así, jure que lo encontraría y le haría ver que yo era el único hombre para él. Que por más que huyera no iba a escapar de mí. No sé cuánto tiempo me tomaría, pero lo encontraría y haría que se arrepintiera de haberme dejado así.



Esa mañana me sentía eufórico, la noche anterior al fin había podido conocer al chico que rondaba mis sueños cada noche desde hacía un mes, cuando le vi en aquella discoteca. Había estado hiendo cada fin de semana para ver si volvía a encontrarle y al fin habíamos coincidido. Me fastidio un poco encontrarme allí a Diego, “Ese metomentodo de mi hermanito, casi lo jode todo” recordé cuando mi hermano menciono lo de:
     -       “¿Qué haces aquí?, no se supone que delante de nuestros padres tu odias estos sitios” – me dijo delante de todos el muy capullo.
La verdad es que me fastidio que lo soltara delante de Derek y sus amigos, recordar la cara que puso éste, ver como se alejó de mí, sin querer volver a mirarme. Ver como las personas que amas se aleja de tu lado, hizo que quisiera dejar de mentir. No solo por Derek, sino también por mí, por mi hermano que anqué la mayor parte del tiempo es un estúpido integral, la otra parte que le quedaba, la dedicaba solo a demostrarnos a mis padres y a mí, cuanto nos quería y respetaba. Solo por eso decidí arriesgarme y salir del armario como lo hizo Diego, con la diferencia de que yo no era bisexual, era homosexual completo.
Sonreí pensando en la cara que se le quedaría a mi madre. Cuando Diego salió del armario diciendo que era bisexual, mis padres pusieron el grito en el cielo. Poco después mi padre desistió, pero mi madre seguía pensando que era una faceta pasajera de mi hermano y que pronto se le pasaría. Así que decidió montarle un desfile de mujeres para que sentara cabeza y se casara. Mi hermano hasta el momento las ha rechazado a todas, pero estaba esa pesada de Esther, que no para de perseguirlo, acosándolo por todos los rincones
     -       Me gustaría verle la cara que pone cuando se entere de que mi hermano ya tiene candidato a esposa – empecé a reírme.
A ésta le daría un ataque de histeria y a mi madre le daría un infarto al momento. “Gracias a dios que a mí eso no me va a pasar” pensé recordando que la noche anterior después de llegar de la discoteca, había hecho el amor con Derek hasta quedar exhaustos; antes de dormirnos le pedí a Derek que fuera mi pareja y que me acompañara a casa de mis padres esa noche para presentárselos como mi pareja oficial. No quería perder la oportunidad de quedarme con Derek. En ese momento quería pasar el resto de mi vida a su lado amándole y complaciéndole en todo lo que me pidiera. Y al final lo decidí, empezaría a ser el verdadero yo.
Bueno, gracias a eso, al fin tenía al hombre que quería en ese momento conmigo. Me estire en la cama abrazando el cuerpo de Derek, que estaba acurrucado en mi pecho, mirándome con esos ojitos verdes que me habían quitado el sueño durante tanto tiempo. Derek se removió contra mí, sonriéndome y mi corazón se paró en ese instante. Me sentía feliz de abrir mis ojos, encontrarme aquella mirada de felicidad y complicidad que tenían los ojos de Derek cuando me miraban.
     -       Hola hermoso – le di un beso en los labios y me lo devolvió con un pequeño mordisco en el labio y un:
     -       Hola cariño – me encanto escuchar ese cariño y ver esa sonrisa.
     -       ¿Haz dormido bien? – le pregunte acercándolo más a mí y dándole un beso en su cabello color castaño claro, casi rubio con mellas doradas.
     -       Si – sonrió de nuevo - he dormido genial, ¿Qué hora es? – me pregunto acercándose a la mesita de noche para mirar su teléfono.
     -       Las 11:00 de la mañana – conteste sentándome en la cama, llevándome a Derek conmigo, sentándolo entre mis piernas.
Derek siguió mirando su móvil un rato más, sorprendiéndose al final y comenzó a escribir un mensaje y por lo que vi era de Zack.
     -       ¿Va todo bien? – le pregunte un poco preocupado.
     -       Si cariño, no es nada – contesto sonriendo - es solo Zack, pidiéndome que vaya a casa de Elena cuando me despertara – siguió sonriendo y escribiendo a la vez - seguro que es para contarnos su experiencia de anoche.
Comencé a reír al recordar como Diego se había llevado a rastras de allí a Zack, estaba fuera de sí. Nunca lo había visto así con ninguna otra persona, aparte de mí y mis padres.
     -       Sí, seguro que es eso – seguí riéndome un poco más.
Nunca había visto a mi hermano tan fuera de sí, como esa noche. He visto desfilar ante mí a un montón de mujeres y hombres, pero ninguno de ell@s había despertado ese carácter posesivo de mi hermano, que pude ver esa noche, con Zack en solo unas horas.
     -       Vale, hacemos una cosa – le propuse, así podía estar más tiempo con él en mi apartamento - nos duchamos juntos, desayunamos y después yo te llevo a casa de Elena – se quedó pensando unos segundos, que a mí me parecieron eternos. Comencé a pensar que se había arrepentido de todo lo que habíamos planeado la noche anterior.
     -       Claro cariño – comenzó a reírse, al ver mi cara de preocupación - Zack podrá esperar un poquito a que yo me duche con mi chico – me beso en los labios, levantándose de la cama y dirigiéndose al baño con una sonrisa pícara - Te espero en la ducha, no tardes – me tiro un beso desde la puerta del baño y se perdió en su interior.
Me recosté al cabecero, dejando salir el aire que no sabía que había estado reteniendo hasta ese momento. Me alegre en ese momento, el haberme independizado cuando Diego. Aún me daba pereza comer solo, así que siempre termino en casa de mis padres o molestando a Diego para comer, también pasaba más tiempo durmiendo en casa de mis padres que en la mía propia.
Mire el teléfono, viendo que no tenía ningún mensaje. Marque el teléfono de Diego, pero no me contesto, pensé que estaría en la ducha y que no escuchaba la llamada, así que marque dos veces más desistiendo en el último intento.
Desperezándome, me levante de la cama, dirigiéndome al baño. Donde se encontraba esa belleza que ahora era mi novio. Lo vi atreves de las mamparas, desee despertarme cada mañana y verle allí. Quería despertarme cada mañana viendo nada más abrir mis ojos, el cuerpo de Derek acurrucado al lado mío, oírle sonreír y dando vueltas por mi apartamento, recreándome la mirada y apagando el fuego interno que crecía en mí cada vez que lo observaba. Decidí que en unos meses le pediría que viniera a vivir conmigo. Abrí las mamparas entrado en la estancia, cerrando tras de mí. Derek me recibió con una sonrisa.
     -       Estabas tardando mucho, me estaba deprimiendo sin ti – me dijo alzándose en puntillas, rodeando mi cuello con sus brazos y dejando en un beso de esos que te suben al cielo, dejándote caer directos al infierno de pasión y lujuria.
     -       Mmm… - gemí cogiéndole de la cintura para pegarlo más a mí - si llego a saber que me recibirías así, hubiera tardado un poco más – le respondí lamiéndole el labio inferior, para después volver a besarle introduciendo mi lengua en su boca, llevándome todo su sabor y torturándome a mí mismo.
Lo cogí de la cintura, alzándolo para que me rodeara con sus piernas. Daba gracias a que fuera unos 17 centímetros más bajo que yo. Lo lleve conmigo a uno del banco que había hecho poner cuando me mude aquí. Lo senté, arrodillándome entre sus piernas, dándole besos desde el pecho hasta su entrepierna. Derek gemía, enroscando sus dedos en mi cabello, eso estaba haciendo que perdiera la cordura. “Empezare a dejármelo crecer” las pocas neuronas que me quedaban con vida después de sentir como Derek no paraba de retorcerse bajo mi cuerpo, tirándome del pelo, gritando mi nombre al llegar al orgasmo con mi boca y mis manos; dejaron ese último pensamiento coherente en mí, antes de perder la poca cordura que me quedaba, cuando se levantó del banco llevándome con él, para que me levantara.
 Se arrodillo ante mí, tomando mi pene entre sus mano, comenzó a pasárselo por la cara ronroneando, y cada ronroneo era una palpitación que mi pene daba, dando la bienvenida a los labios de Derek. Empezó lamiendo mi glande, hundiendo la lengua en la ranura y robando cada gota de pre-semen que salía de ella. Bajo por mi miembro lamiendo y dando pequeñas mordidas en la base llevándome a la locura. Su lengua volvió a subir enroscándose prácticamente en mi polla, limpiando a cada paso que daba hasta llegar a la punta, abriendo sus labios y tragándome hasta la base. Mi corazón se paralizo y a punto estuve de correrme, si no sujeto el pelo de Derek sacándome de su boca. Este gimió en protesta y yo acaricie su cara para que me mirara.
     -       Bebé, si sigues haciendo eso, voy a correrme – le dije mirando a sus ojos verdes, que ahora tenían unos tonos más oscuros, llegando a parecer totalmente negros. – No me queda mucho tiempo.
     -       Uhum – dijo Derek antes de volver a llevarme a su boca, ignorando mis protestas.
Succionaba cada vez que bajaba más hondo, con cada roce al entrar notaba su campanilla y los gemidos que emitía tampoco me estaban ayudando mucho. Derek me saco de su boca, para volver a meterme completo dentro de su garganta, apretándola, hasta que empecé a sentir el primer espasmo que me avisaba que pronto me correría si dejaba que siguiera haciendo aquellas cosas con esa boca pecadora.
Lo aparte de mí, haciendo que se girara, poniéndolo de rodillas en el banco, inclinándolo hacia delante poniendo sus manos pegadas a la pared y obligándole con mi cuerpo a que abriera más las piernas. Baje un poco para quedar con la cara a la altura de sus nalgas, me encanto su color rosado y como palpitaba cada vez que mi lengua lo rozaba, para soplar después. Su cuerpo se contraía, temblando bajo mis manos; cada vez que pasaba mi dedo por su orificio, este se contraía y me absorbía a su interior. Derek no paraba de gemir de placer, moviendo sus caderas hacia mi encuentro, tratando de llevarme más dentro. Pase la pinta de mi lengua por su orificio palpitante, recibiendo de regalo un suspiro y un sollozo de Derek.
     -       Por-por favor, no pares… ¡Ahh!... – jadeaba he intentaba llegar más cerca de mí. Introduje otro dedo moviéndolos en tijera y en círculos, tratando de dilatarlo al máximo. No entendía cómo era posible que estuviera tan mojado, con cada movimiento de mis dedos dentro y fuera, estaba haciendo que Derek se dilatara más.
     -       Esto es lo que quieres, ¿eh precioso? – le pregunte metiendo un tercer dedo, moviéndolo en círculo junto a los otros. Derek salto y comenzó a sollozar cuando toque su punto dulce, retorciéndose y suplicándome que no me detuviera – Es aquí, ¿verdad? – pregunte retorciendo más mis dedos en ese mismo punto.
     -       Entra ya… - me ordeno entre jadeos, moviendo su trasero hacia mí. Aproveche para introducirle un 4 dedo y Derek estuvo a punto de perderse, si no llego a sujetar fuertemente la base de su polla – Por-por favor cariño… necesito... – dijo callando un momento, en el cual pensé que no diría nada más – necesito que me hagas correr, ya no… no puedo aguantar más – termino sollozando y decidí dejar de torturarle.
Cerré la ducha, para después tomar a Derek por la cintura, pegándolo a mi cuerpo. Este tembló en mis brazos y lo acerque más a mi cuerpo para que cogiera calor. Derek se dio la vuelta en mis brazos y comenzó a darme pequeños besos, mordisqueando mi barbilla.
     -       Llévame a la cama – me susurro, llevando su lengua a mi pecho, dando pequeñas lamidas y mordiscos a mis pezones, haciendo que mi piel se pusiera de gallina, hasta el punto de ponerme a aullar a la luna como los lobos.
     -       Sujétate a mi precioso y no te sueltes – le dije tomándole de la cintura alzándolo, hasta que sus piernas estuvieron envueltas en mi cintura y sus manos se sujetaron de mi cabello, y cuello. Haciendo que me replanteara el dejar crecer mi cabello como lo tiene Diego.
En un principio me lo cortaba para no parecer tan idénticos, no porque no quisiera parecerme a mi hermano, el problema era que la mayor parte del tiempo nos estaba comparando constantemente. Diego es el serio, con los pies sobre la tierra, no hacía nada para llamar más allá la atención; haciendo siempre todo lo que mis padres querían y solo se dedicaba a su negocio. En cambio yo soy el que nunca pide, ni da explicaciones, soy el único que dicta que camino debe llevar mi vida, aunque eso muchas veces haga que tenga buenos tropezones y un constante sin fin de discusiones con mis padres. Sobre todo con mi madre, que era como la cabeza de familia de la casa, aunque mi padre fuera el hombre y supuesto jefe de casa.
Llegamos a la habitación aun mojados, no nos habíamos detenido tan siquiera en dedicar dos minutos a secarnos. Lo deposite despacio en la cama, sonriendo al mirar el puchero en protesta que hacia Derek por mi lejanía. Mirando a Derek llegue a una decisión, hoy se lo presentaría a mis padres y desde ese momento formaría parte de nuestra familia, les gustase o no. Derek era con la única persona con la cual yo pasaría el resto de mi vida, sin importar a quien le gustase.
Me coloque entre sus piernas, haciendo palanca con mis manos a cada lado de su hermosa cara. Me agache y bese la punta de su nariz, haciéndole sonreír.
     -       Deja ya de jugar – protesto haciendo pucheros, y yo me estaba preguntando si el sabia el efecto que esa boca tenía en mí y si lo sabía, lo hacía apropósito. – Busca los condones y hazme chillar – dijo con una sonrisa sexy, que mando corrientes eléctricas directas a mis pelotas poniéndome más duro, si eso podía ser posible.
Me acerque a la mesilla de noche, tomando un condón, con más lubricante, aunque no lo veía necesario, teniendo en cuenta que Derek estaba ya totalmente lubricado, sin la necesidad de usar un poco. Me coloque el condón apretando los dientes para no correrme con solo el roce de mis dedos. Me coloque otra vez entre sus piernas, llevando mi polla a su apretada entrada.
     -       Despacio – apreté los dientes para no correrme allí mismo, Derek prácticamente estaba estrangulando la cabeza de mi pene, llevándome al borde. – Precioso no aprietes tanto o no durare mucho – intente advertirle, pero Derek hacia caso omiso a mis protestas, moviéndose entre mi cuerpo y la cama facilitando que yo me deslizara en su apretado agujero hasta la raíz – No deberías haber hecho eso pequeño – le comente tomando sus piernas, llevándolas a mis hombros, tire de él introduciéndome más dentro de su cuerpo, haciéndolo sollozar y emitir pequeños jadeos.
Tenía la cara totalmente roja, surcada de pequeños ríos de lágrimas, los labios hinchados de tanto morderse el labio para no chillar – No lo hagas – le dije sacando su labio entre sus perfectos dientes, pasando mis dedos sobre ellos – me gusta oírte gemir para mí – me acerque dejando un beso devastador en sus labios y a continuación lamí todas y cada una de sus lágrimas deleitándome con su sabor salado y dulzón.
 Derek comenzó a mover las caderas al ritmo que yo marcaba, dándome un amplio espacio para entrar más profundo en él. Las rápidas embestidas, hacían que Derek emitiera jadeos y gemidos de desesperación; cada vez se movía, yo le sujetaba de las caderas, para que mis embestidas fueran más duras y le llevaran al punto sin retorno.
     -       No…ya no puedo aguantar más – sollozo, dejando salir otro par de ríos de lágrimas. – Por favor, haz que me corra, duele – gimió con más pesar, apretando sus piernas en mi cuello, haciéndome cambiar de ángulo, cuando tuve que dejar caer mi peso sobre la palma de mis manos - ¡¡Oh, dios!! – grito Derek echando la cabeza atrás, enseñándome su bronceado, y esbelto cuello. Por un momento pensé que lo había lastimado con el cambio brusco de posición, pero la verdad era que Derek estaba envuelto en una sinfonía de jadeos, gemidos y pequeños sollozos.
     -       Te gusta así precioso – le pregunte saliendo hasta la cabeza para luego entrar de una fuerte embestida, llevando el mismo ritmo en su miembro, con una de mis manos libres, robándole un grito entrecortado.
     -       ¡¡Sí!! – Gritó Derek pegándome más a su cuerpo – voy… ya no puedo… me corro bebé – sollozaba a gritos Derek.
Sujete sus caderas para que se mantuviera en el sitio, para que yo pudiera moverme con más facilidad, dando largas y fuertes embestidas, acercándome a su cuello para morderle en un costado. Le encantaba cuando le mordía en ese lugar y a mí me encantaba ver como llegaba con mis caricias. Me gustaba verle de esa manera, excitado y exigiéndome que lo embistiera más fuerte. Derek se contrajo, apretándome en su interior con fuerza, hasta comenzar a jadear y temblar entre mis brazos, mientras se venía en mi mano.
     -       Derek… - gruñí su nombre, cuando Derek sin avisar volvió a correrse y yo ya no pude aguantar más, llenando el condón, haciendo que mis piernas temblaran.
Derek se dejó caer en el colchón como peso muerto, jadeando y aun emitiendo algunos jadeos; y yo me deje caer en mis brazos, evitando dejar todo mi peso sobre él.
     -       Ha sido genial – susurro Derek aun entre jadeos.
     -       Ya lo creo – conteste riéndome, he intentado hacer que el aire llegara a mis pulmones.
     -       Será mejor que nos demos prisa o Zack va a matarnos a los dos si llego tarde, estropeándole las ganas de contarnos que paso anoche – dijo riendo y tomando mi cara entre sus manos, para darme un beso en los labios.
Le correspondí, saliendo de su interior, quitándome el preservativo al que le hice un nudo, dejándolo en la papelera al lado de la cama, y lo tome en brazos, haciendo que emitiera un grito de sorpresa, llevándolo de vuelta a la ducha para poder desayunar y llevarlo a casa de su amiga Elena. Lo enjabone a el primero, para después enjabonarme yo y terminamos saliendo juntos. Nos vestimos, yo me adelante a la cocina para hacer una tortilla con un par de tostadas y dos vasos de zumo, eso se me daba bien, aunque fuera un vago para hacerlo para mí solo. Lo lleve todo a la mesa esperando que Derek saliera del cuarto.
     -       Mmm… eso huele de maravilla – me dijo nada más entrar al comedor.
     -       Confieso que se me da bien la cocina – conteste riéndome – pero soy muy vago para cocinar.
     -       Pues ya puedes ir cambiando, porque yo no sé cocinar – comenzó a reírse y se sentó en una de las sillas – lo que mejor se me da es freír un huevo.
     -       Entonces ¿cómo sobrevives? – le dije entre divertido y preocupado a la vez.
     -       Aún vivo con mi madrastra y mis hermanos, así que de momento no tengo que preocuparme por eso – contesto, haciendo que me aliviara un poquito la incertidumbre – tal vez cuando viva contigo aprenda. – dijo llevándose el vaso de zumo a los labios con una sonrisa.
Lo soltó como si nada y siguió comiendo. Yo estaba algo sorprendido, no por nada malo, al contrario. Yo me había propuesto que le pediría que viviera conmigo en un futuro, lo que no sabía era que Derek pensaba igual que yo.
     -       Pues a lo mejor ya deberías de ir aprendiendo – dije mirándole a la cara, viendo que se había sonrojado, mirándome con cara de sorpresa y felicidad – tengo pensado pedir tu mano a corto plazo, para que vivas conmigo. Espero que tu madrastra no tengan ningún problema con que te rapte – le dije sonriendo.
Derek se levantó de la silla, dirigiéndose hacia mí, dándome un beso de esos que te quitan la respiración y te dejan en show.
     -       Naaa… a ella no le molestara, de hecho estará muy contenta de librarse de mí, desde que mi padre murió dejándola sola con 4 bocas más que criar – contesto con una sonrisa de oreja a oreja – te encantarían Lyam, Adam y la pequeña Deia. – comento con la sonrisa más radiante que había visto nunca, y sabía que yo haría todo lo que estuviera en mis manos para siempre ver la misma sonrisa en sus pequeños y carnosos labios.
     -       ¿Qué edad tienen? – pregunte sentándolo en mis piernas, acariciando su espalda y deleitándome con los pequeños ronroneos que emitía. - ¿Te he comentado ya como me pones cuando ronroneas así? – dije dándole un beso en el pelo recién lavado con olor a frambuesas, mi favorito.
     -       Aun no – contesto con picardía – pero me asegurare de seguir haciéndolo para que me lo cuentes. – susurro en mi cuello, moviendo sus caderas y dándome pequeñas mordidas en la barbilla.
     -       Precioso, si quieres llegar hoy a casa de Elena, te aconsejo que pares de hacer eso – le deje casi jadeando, cuando la lengua de Derek paso por mi cuello, llegando al lóbulo de la oreja, haciendo que mi polla saltara en aprobación y tuviera que apretar mis puños para no comerme a Derek en la misma mesa con todo desayuno incluido.
     -       Aguafiestas – protesto volviendo a su silla, haciendo pucheros y mordiéndose el labio inferior, haciendo que llegara a replantearme en serio lo de dejar que Derek saliera de mi casa, por lo menos durante el primer mes. Aunque tenía claro que ni aun después dejaría que saliera de casa si no era conmigo – Bueno a ver… - se quedó pensativo unos segundos, mientras seguía degustando su desayuno, haciendo pequeños gemidos y muchos “mmm…” para mi pequeño autocontrol, que desde que Derek había aparecido a mi vida el contador bajo a 0 – Mi hermano Lyam tiene 17, ya está estudiando para entrar en la universidad y estudiar medicina. Yo le ayudo con los gastos de estudio, con mi trabajo en la peluquería. No es mucho pero es suficiente para ayudarme a mantener a mis hermanos y mi casa. – dijo, mientras se llevaba un poco de huevo a la boca.
     -       ¿Y tú madre que hace? – le pregunte queriendo indagar un poco más sobre su vida. La cara de Derek tomo un tono más duro y siguió comiendo. Por un momento pensé que no contestaría – no tienes que contestar si no quieres – comente para aminorar la espesa niebla que se había formado entre nosotros.
     -       No tiene importancia, no es algo que pueda mantener en secreto si quiero tener una relación contigo. – dejo el tenedor en el plato y me miro directamente a los ojos. – Mi padre murió cuando yo acababa de cumplir los 18, él se casó con Elizabeth, después de que falleciera nuestra madre y por un tiempo todo estuvo bien, pero después de que él muriera ella entro en una gran depresión abandonándonos a nuestra suerte y solo se calmaba si bebía alguna copa de Ron. Mi hermana pequeña apenas tenía un año, Adam 11 y Lyam 13, alguien tenía que hacerse cargo de ellos. Así que deje la universidad, encontrando un trabajo en la peluquería de la madre de una amiga, hasta ahora. Aún sigo manteniendo mi casa y a mis hermanos, la verdad no lo cambiaría por nada. – termino limpiándose la boca, y dándome una de esas sonrisas devastadoras.
 Me prometí que cuando viviéramos juntos le haría la vida un poco más fácil y si eso incluía en el paquete a los tres hermanos de Derek, pues que así fuera. Quien era yo para negarle nada a la persona que había venido a mi vida, para darme lo que tanto tiempo anduve buscando.
Terminamos de desayunar y ordenamos un poco la cocina. Nos dirigimos al garaje para sacar mi Audi TT y llevar a Derek a casa de Elena. Llegamos sobre la 1:00, nos despedimos en la puerta y tome rumbo a casa de mi hermano. Tenía un mal presentimiento de que algo le pasaba a Diego, llámenlo intuición de gemelos o lo que fuera, pero algo no andaba bien, sentía angustia y esa no era mía.
Llegue a los pocos minutos y lo vi con la mirada perdida apunto de meterse en su coche. Aparque a su lado, bajándome del coche y sonriéndole.
     -       ¡¡Hey!! – le salude como siempre intentando animarle.
Pregunte a donde se dirigía y me contesto con un tono enfadado. Comencé a pensar que el problema era serio cuando dejo que lo llevara al salón, dejándose caer en el sofá para romper en una retahíla de palabras sin sentidos, respecto a él y a Zack.
     -       ¿Qué es lo que ha pasado? – intente que se calmara para poderle entender.
     -       Que se ha ido, eso es lo que ha pasado – se levantó del sofá y comenzó a dar vueltas como un león enjaulado – se fue, dejándome una nota en la que decía que yo no le interesaba más que para un polvo de una noche – se llevó las manos a la cabeza revolviéndose el pelo como hacia cuando estaba furioso y frustrado por algún caso que no podía resolver. – Y yo como un tonto pensando que podíamos convertirnos en pareja, joder fui su primero y me deja como si yo no valiera nada – dio un golpe en la encimera, sentándose en uno de los taburetes y llevándose las manos a la cara.
     -       ¿Y qué vas hacer?- le pregunte, no sabía que decirle, ni cómo podía ayudarlo. No me gustaba verle de esa manera, eso significaba que por fin había encontrado a su única persona, pero eso lo estaba matando, porque él no estaba a su lado.
     -       No lo sé, ni siquiera se su número – contesto algo afligido - me dijo que no le buscara y no sé por dónde empezar a buscar.
Me acorde que Derek me había dicho que Zack estaría en casa de Elena, lo llame para comprobar si Zack aún se encontraba allí y se lo dije a mi hermano, esperando que hiciera algo si de verdad quería encontrar a Zack.
     -       ¿Qué vas hacer? - volví a preguntarle, cogiendo las llaves del mercedes y dirigiéndome a la puerta del garaje.
     -       Vamos, ese gato traicionero me va a escuchar - dijo metiéndose en el coche y salimos rumbo a la calle Alcalá, donde se encontraba la casa de Elena.
Cuando llegamos, fue Derek quien me abrió la puerta, recibiéndome con un beso y un hola guapo. Entramos para comprobar que Zack ya se había ido, dejando dicho que no quería encontrarse con Diego y prohibiendo darle cualquier información sobre él. Diego se desesperó y quiso irse a casa, como yo fui con su coche tuve que irme con él, pero antes de irme le dije a Derek que pasaría por el a las 8:00 de la tarde por su casa, para recogerle. No iba a perder más tiempo para presentarlo como mi pareja, no quería que me pasara a mí lo mismo que le estaba pasando a mi hermano.
Un pensamiento egoísta cruzo por mi mente, al pensar que daba gracias a que todo entre Derek y yo hubiera salido bien, si no ahora yo me encontraría en la misma situación de mi hermano y no creo que yo tuviera el mismo aguante que estaba mostrando Diego. Llegamos a su casa, para después salir en mi propio coche y marcharme a casa.
     -       Vas a estar a las 9:00 en casa de nuestros padres - le pregunte antes de salir.
     -       Allí estaré, necesito hablar con mamá de cierta mujer insoportable y también necesito despejarme un poco - me contesto despidiéndose de mí.
     -       Allí te esperare - dije marchándome y dejando a mi hermano solo y dolido entre esas cuatro paredes.







Cuando mi hermano me dijo que Zack estaría en casa de su amiga Elena con Derek, no me lo pensé mucho y salimos en mi coche para poder hablar con él, para que me explicara porque me había dejado de aquella manera. Tardamos media hora en llegar, aparque y nos dirigimos al portón marcando el número del piso de Elena para que nos abriera.
Al entrar nos recibió Derek, abrazándose a mi hermano, dándole un beso en los labios y hablándole con cariño. En ese momento desee que hubiera sido Zack el que me recibiera de aquella manera, la angustia volvió a recorrerme por dentro, haciendo que el miedo a no volver a verlo, volviera a rugir en mi interior.
Derek nos acompañó al salón, yo estaba deseando encontrarme con aquellos ojos color miel que la noche anterior me habían robado el corazón y que a la mañana siguiente, me dejaron sin alma y sin ninguna emoción. Pero en el salón solo se encontraba Elena abrazada a Rodrigo hablando entre ellos.
     -       Hola chicos - nos saludó Rodrigo con una sonrisa desde el sofá, mientras abrazaba a Elena dándole un beso en el pelo.
     -       Hola – contestamos Saúl y yo a la vez entrando en la estancia.- ¿Y Zack? -Pregunte ya sin poder aguantar la impaciencia.
Elena me miro a los ojos, poniendo cara de pena y moviendo la cabeza diciéndome que no. La poca esperanza que había guardado en el trayecto de aquellos interminables 30 minutos, salieron corriendo junto a todo el poco ánimo que me quedaba.
     -       Lo siento, ya se ha ido - me contesto Derek que seguía agarrado a mi hermano, casi metiéndose bajo su piel, como si pensara que iba a desaparecer.
     -       Podrías decirme cómo puedo localizarlo, necesito hablar con él – medio suplique, porque me dijeran como podía encontrarlo, necesitaba verlo.
     -       Lo siento Diego, pero Zack nos ha pedido que no te dijéramos como localizarlo – me respondió Elena algo seria y siguió diciendo cuando yo iba a seguir pidiendo que me dijeran como localizarlo - No sé exactamente qué es lo que ha pasado entre ustedes, pero tampoco quiero saberlo. Zack solo nos dijo que había otra persona y que no quería meterse entre parejas.
Me quede paralizado, no sabía a qué se estaba refiriendo. Yo no tenía ninguna pareja, yo solo tenía a una persona como pareja y ese era Zack
     -       ¿Pareja? – Pregunté confuso - ¿Qué pareja?
     -       Zack nos dijo que ayer a las 3:00 de la mañana te había llamado una tal Esther y que esta mañana antes de irse te había vuelto a llamar– me comunico, mirándome como si yo hubiese cometido un crimen y tuviera que pagar por ello.
     -       Yo no tengo ninguna pareja – conteste enfadado y ofendido al pensar que Zack no tenía ninguna confianza en mí después de todo lo que habíamos hecho, como para preguntarme directamente. - Esther es una mujer insoportable, por decir algo, que no para de acosarme, la cual mi madre busco para que yo sentara la cabeza, después de que se enterara que era bisexual – estas últimas palabras las escupí con hastío.
     -       Eso es cierto - me defendió mi hermano, que seguía abrazando a Derek, pegándolo más a su cuerpo de forma protectora.
Esa imagen me recordó a como yo había abrazado de la misma manera a Zack la noche anterior. La pena lleno mi alma, al pensar que por un mal entendido, todo lo que habría podido formar con Zack se había perdido de la noche a la mañana, sin poder explicarle, ni decirle que estaba equivocado o implorarle si fuera preciso a que me escuchara solo cinco minutos. Pero Zack no me dio esa oportunidad, simplemente decidió por los dos, dejándome con las manos atadas sin saber qué hacer para poder tenerlo otra vez entre mis brazos.
     -       Lo siento – se disculpó Elena suavizando la mirada, al ver lo mal que yo me encontraba en este preciso instante – pero no puedo decirte como encontrarle – me repitió cuando le pedí que me dejara hablar con él y explicarle.
Ahora entendía la cara que había puesto Zack al escucharme hablar con Esther la noche anterior y medio justificaba el enfado de Zack. Medio justificaba dije, porque por otro lado eso hizo que me desilusionara. Zack no había confiado en mis palabras y prefirió creer que tenía una pareja solo por una llamada de teléfono.
Necesitaba salir de allí, aquella atmosfera amorosa entre Derek y mi hermano, junto con las de Elena y Rodrigo, eran más de lo que mi estado de humor en ese momento podían soportar. Me despedí de ellos, diciéndole a mi hermano si venia conmigo o se quedaba. Mi hermano decidió irse conmigo, para poder recoger su coche que se encontraba en mi casa.
Al llegar, Saúl recogió sus llaves, despidiéndose de mí y diciéndome que esa noche fuera a casa de nuestros padres, que quería comunicarnos una cosa y que era importante para él. Le dije que iría y era verdad, por muy mal que me sintiera en aquel momento, no iba a dejar a mi hermano tirado cuando él me necesitaba.
Entre en casa, dejándome caer en el sofá. La casa se me estaba haciendo demasiado grande en ese momento, encendí la tele, todo lo que había me parecía aburrido, así que me dedique toda la tarde a prepararme algo para comer y a leer, hasta que llegara la hora de salir.
Me di una ducha, componiéndome un poco y salí rumbo casa de mis padres. Al llegar, vi el coche de Saúl, así que supuse que ya estaba en casa. Entre encontrándome a mis padres en el salón sentados en un sillón enfrente de unos nerviosos Derek y Saúl. Me acerqué a ellos saludando con un movimiento de manos y me dirigí a mi hermano.
     -       ¿Qué sucede? – él me miro nervioso y contesto.
     -       Nada malo o eso espero – contesto con una risa nerviosa - solo los hice quedar hoy para deciros que soy gay y que esta es mi pareja Derek - se dirigió a mis padres, puesto que yo ya sabía que eran pareja, lo que no sabía era que mi hermano iba a decidir salir de al armario tan pronto.
     -       ¿Cómo? - Fue mi madre la que puso el grito en el cielo mientras mi padre intentaba tranquilizarla - ¿Qué broma es esta Saúl? No me hace ninguna gracia lo que dices - comenzó a decir mi madre, sin dejar de dar vueltas en el salón.
           -           No es una broma mamá - le dijo serio Saúl - estoy diciendo que soy gay y que esta persona que ves aquí es mi pareja, espero que lo aceptes y no intentes intervenir, como has hecho con Diego – le dijo seriamente a mi madre, cuando esta se detuvo de golpe detrás de mi padre, agarrando con fuerza el respaldo del sofá.
     -       Esto es una pesadilla – comenzó a replicar mi madre - primero tu hermano y ahora tú – le recrimino a Saúl - que es lo que hemos hecho mal Paulo – dijo mirando a mi padre desesperada.
     -       No hemos hecho nada mal querida – intervino mi padre, levantándose del sofá, para ponerse a su lado y abrazarla acariciándole el cabello - tenemos dos hijos estupendo, que gracias a dios son buenos chicos – siguió mi padre mirándonos a los dos - solo que ellos han decidido lo que quieren y no podemos decirle cómo actuar, ellos ya son mayores, déjalos vivir a su manera. – termino de decir mi padre dándole un apretón a mi madre en el hombro y sonriéndole con amor.
Mis padres llevaban tanto tiempo junto que a veces parecía como si fuera la primera vez. Se trataban con amor, mucho respeto y no había un lugar donde fuera uno que el otro no le siguiera. Me sentí feliz por ellos, por mi hermano y por Derek, también por mis padres y eso volvió a traer a mi mente a Zack. Volví a deprimirme al pensar que yo podría haber sido Saúl, presentando a Zack como mi pareja, pero no había sido así. Zack había decidido que yo no era lo suficientemente confiable, como para tomarse su tiempo en hablar conmigo y ahora yo me sentía frio por dentro, hasta el punto de sentirme vacío.
Recompuse una sonrisa para felicitar a mi hermano, dándole a Derek dos besos y alegrándome por ellos. Ese no era el momento de regodearme en mi dolor, ya tendría tiempo de ello cuando estuviera a solas en mi casa, acostado en la misma cama donde había hecho el amor con Zack, para unas horas después despertarme solo y sin esperanzas.
     -       Gracias papá – escuche como le decía Saúl a nuestro padre y se acercó a mi madre para darle un besito en la mejilla, abrazándola fuerte, como hacía desde que éramos pequeños y él quería que mi madre le perdonara por algo - anda mi mami linda, concederle un beso a tu hijo favorito – le dijo con voz zalamera y como siempre sucedía mi madre aflojaba, se reía dándole una pequeña cachetada, para después concederle todo lo que le pedía.
     -       Anda suéltame, que aún sigo enfadada contigo – dejo salir una de esas sonrisas maternales y se acercó a Derek dándole un abrazo - siento lo de hace un momento. Bien venido a la familia. – Derek se ruborizo y agacho un poco la cabeza por la vergüenza.
     -       Gra…gracias señora – contesto Derek.
     -       Llámame Laura, ahora eres como otro hijo más, acabo de resignarme a no ser abuela, así que no me llames señora – le sonrió cariñosamente - además aun soy joven. – termino haciéndole un guiño, a lo cual Derek se sonrojo hasta la raíz y podía jurar que le salía humo de las orejas. Eso había sido lo primero que me había hecho sonreír desde la mañana.
Todos nos reímos y mi padre nos dijo que pasáramos al comedor o la cena terminaría totalmente fría. Agradecí esas tres horas de distracción, por lo menos conseguí olvidarme un poco de lo que me atormentaba en ese momento y logre integrarme en la conversación que dio paso a toda la cena.
Después de macharme de casa de mis padres, decidí ir a tomar unas copas con Derek y mi hermano para celebras su noviazgo. Logre aguantar dos horas más antes de notar que el alcohol estaban haciendo mella en mí y no paraba de incordiar a la recién pareja, contándole mis lamentos sobre Zack. Saúl me dijo que dejara el coche donde lo tenía aparcado, que él me llevaría a casa y se lo agradecí, no me encontraba en condiciones de conducir en ese estado.
Al llegar a casa me desvestí metiéndome en la cama, estaba cansado y sentía que la borrachera estaba aumentando. A la media hora de estar en la cama, escuche sonar el telefonillo de la entrada, me incorpore sobresaltado pensado que sería Zack que había recapacitado y había vuelto a buscarme. Me levante de la cama sin ponerme los pantalones y me dirigí abrir solo en bóxer. Pero para mí desagrado la persona que tocaba mi puerta no era Zack, si no la insufrible de Esther.
     -       ¿Qué quieres? - Le solté al verla en la entrada con esa sonrisa falsa en sus labios. – Tengo ganas de estar solo. – estaba deseando que se largara, para poder volver al sueño donde al menos tendría a Zack una noche más.
     -       ¿Así recibes a tu futura mujer? – contesto con una sonrisa y tomándome por sorpresa cuando me beso – no vas a dejarme pasar, está haciendo frio para estar aquí afuera solo con el abrigo y esto… - me dijo con cara molosa, abriéndose el abrigo y enseñándome su ropa interior de encaje negro.
No pude reaccionar, quedándome en shock y me aparte a un lado para que entrara, cuando Esther toco mi pecho haciendo presión para que la dejara pasar. Esther se giró hacia mí, volviendo a besarme y ese fue uno de los peores errores que cometí. Pero en ese momento necesitaba liberar mi frustración y mi desasosiego. Sabía que no volvería a ver a Zack, aferrarme a él sería una locura. En ese momento quería que en vez de ser Esther la que estuviera entre mis brazos fuera Zack, que los te quiero que salían de boca de ella, fueran de él y que me dijera que ya no se volvería a marchar. Pero a esas alturas era imposible que el volviera. Aun me daba vueltas en la cabeza esa estúpida nota, diciendo que lo nuestro solo había sido sexo. Yo sabía que mentía, lo había notado la noche anterior. Vi cómo se estremecía con cada caricia y como me sonreía diciéndome que me quedara con el mientras dormía. Eso no podía ser solo sexo.
Esther comenzó a besarme con más pasión, haciendo que me refugiara en sus brazos por unas horas, para escapar del pequeño dolor que tenía en el corazón cada vez que recordaba a Zack y ese fue mi segundo gran y terrible error que terminaría pagando.
Error que tres meses y medio después me pesaron al enterarme que estaba embarazada de gemelos. Esther me exigió que si quería ver a mis hijos tenía que casarme con ella y acepte solo por el bien de aquellos pequeños que aún no habían nacido, que no tenían la culpa de tener la madre que tendrían. Me case con Esther un mes después y lo mejor que hice fue ponerle la condición de que solo me casaría con ella, si firmaba el acuerdo de separación de bienes y eso fue lo mejor que hice después del error de acostarme aquella noche con ella. Un año después nos divorciamos porque me entere que estaba siéndome infiel con un hombre mayor que ella, dueño del 25% de las acciones, de uno de los despachos de abogados que unos meses después yo me hice cargo, al comprar un paquete del 50% de la empresa. Al parecer sus hijos lo vendieron, porque no querían tener nada que ver con su padre.
No volví a saber nada más de Zack. Había salido un par de veces con sus amigos y con mi hermano para ver si volvía a verle, pero no fue así. Después de mi boda con Esther me enteré por mi hermano que se había independizado y que vivía con un tal Luis, que se suponía que era su nuevo ligue. El seria el nuevo tonto al que Zack le daría las mejores horas de su vida y luego lo tiraría a la calle de una patada, como me hizo a mí. Aun me seguía doliendo y saber que tenía novio, no fue mucho mejor. En ese momento entendí que yo solo había sido el afortunado de aquella noche y el único estúpido que se había enamorado como un tonto. En realidad lo preferí así, ya tenía muchos problemas con Esther por la custodia de Samantha y Zachary, no tenía tiempo para preocuparme por los desamores, además él lo había decidido así, ya habían pasado muchas cosas y ya no se podía hacer nada.
Y para la mala suerte que parecía que nos perseguía a los dos, volví a encontrarlo en el entierro de su abuela, dos año después de mi divorcio con Esther. Había ido con mi hermano y con Derek que aún seguían juntos y la verdad me alegraba por ellos, se les veía feliz y eso en el fondo me hacía sentir feliz a mí también. Lo vi de lejos, se encontraba al lado de una mujer mayor que lloraba desconsolada, junto a otra chica como de mi edad con un niño pequeño en brazos. Supuse que serían su madre y su hermana, ya que tenían el mismo aspecto que Zack, aunque su madre era mucho más clara que él y con el cabello castaño con alguna cana ya visible.
Zack lloraba abrazando a su madre y yo me moría de ganas por ir hasta él, para abrazarle y consolarlo entre mis brazos. Pero no hice nada de eso, me quede en mi lugar al ver que detrás de él se encontraba un chico alto, rubio, que lo abrazaba y le decía palabras de consuelo al oído, a lo cual Zack le devolvía el abrazo con afecto. Un bajo gruñido comenzó a formarse en mi garganta y los celos me pudieron, no podía seguir allí viendo como otro tocaba lo que una vez había sido mío, lo que me pertenecía solamente a mí, pero en cambio otro era el que estaba poniendo sus asquerosas manos en él. Lo mire por última vez, dándome la vuelta, para salir de allí muriendo por dentro al ver como otro hombre tenía lo que tanto había anhelado.
No sabía que aun Zack tuviera ese efecto sobre mí, pero al verle allí tan vulnerable y necesitado de cariño, mi interior se removió, sacando a flote todos esos recuerdo y sentimientos enterrado en el fondo de mi alma; para volver a dejarme como año atrás. Frustrado y sufriendo por un amor que nunca seria mío.







Salí de casa de Diego, deprimido y desilusionado. La noche anterior pensé que había encontrado al amor de mi vida, pero esa mañana desperté de todos los sueños que me había imaginado, dejándome un mal sabor de boca. Me subí al taxi, indicándole la dirección de casa de Elena, resguardándome en el interior hasta llegar allí. Cuando llegue pague al taxista, saliendo del coche y subiendo al piso de Elena, donde me esperaba en la puerta con una gran sonrisa.
     -       Hola Zaky – me dijo abrazándome y dándome un beso en los labios que era nuestro saludo oficial, desde que la conocí en secundaria. – tienes que contármelo todo. Ayer te fuiste sin despedirte – me regaño pero después volvió a besarme con una sonrisa
Aunque Elena, Rodrigo y Derek eran dos años mayor que yo, desde el momento que nos conocimos habíamos conectado en esa relación de amistad irrompible y nos habíamos vuelto inseparables.
     -       Hola princesa – le respondí algo apagado, devolviéndole el beso y estrechándola entre mis brazos.
     -       ¿Qué te pasa? – me pregunto al notar mi tono cabizbajo y llevándome al interior.
Me deje llevar por ella y al entrar vi que Rodrigo se encontraba en el sofá sonriéndome. Llevaban una semana viviendo juntos y parecían un matrimonio de recién casado. Eso me deprimió aún más, al ver con cuanto amor se miraban, sin poder apartar sus manos el uno del otro. Tome asiento en uno de los sofás y Elena se colocó en el otro abrazándose a Rodrigo mirándome tiernamente y con preocupación.
     -       ¿Ha pasado algo con tus padres? – fue lo primero que me pregunto. Ellos sabían cuál era mi situación en casa, gracias a todas las veces que yo había ido allí, lloriqueando y contándole mis problemas.
     -       No – conteste, sabiendo que tarde o temprano aquel mismo día terminaría teniendo problemas con mi padre después de contarle todo lo que quería decirles. - aun no tengo problemas con ellos – sonreí con amargura, concentrándome en los dedos de mis pies, que ahora estaban sobre el sofá y me parecían más interesante que todo lo que estaba a mi alrededor.
     -       Entonces cuéntame que ha pasado – ordeno con ese tono maternal con el que me hablaba cada vez que tenía un problema - vamos cariño dime que es lo que te tiene así de deprimido - Dijo cuándo se sentó a mi lado para abrazarme.
Yo me deje hacer, pues necesitaba ese contacto para no perder la poca compostura que me quedaba. Me abrace a mis piernas y comencé a contarles todo lo que había pasado, desde que dejara la discoteca con Diego. En como habíamos hecho el amor tan apasionados, que ahora me dolía al recordar que Diego tenia pareja.
Les conté de las llamadas de teléfono y de la conversación que Diego había mantenido aquella noche con la tal Esther, ese nombre nunca se me olvidaría en la vida, cuando termine Elena se veía enfadada, como si fuera a ella a la que habían mentido.
     -       ¿Y qué hiciste? ¿Le habrás cantado las 40 a ese…? - no termino la frase, porque comprendió que lo último que yo necesitaba en aquel momento era que pusiera verde a Diego.
     -       No hice nada – respondí - solo me fui dejándole una nota, diciéndole que no me buscara. – termine metiendo la cabeza entre mis piernas y dejándome acariciar por la mano de Elena que ahora se encontraba en mi cabello.
 No sabía porque pero las manos de Elena siempre habían tenido ese efecto calmante en mí, como solo hacían las manos de mi abuela cuando me cantaba canciones de pequeño para que pudiera dormir sin tener pesadillas.
     -       Bueno, yo no hubiera sido tan amable – me contesto y yo sabía que tenía razón, Elena era como un volcán en erupción cuando se enfadaba, sobre todo si se trataba de mí. Comencé a sonreír y ella me abrazo más fuerte dándome un beso en el pelo - no pasa nada cariño, aquí estamos nosotros para reconfortarte como buenos amigos. – dijo en un susurro, quejándose como si le doliera decir esa palabra, o tal vez fueron imaginaciones mías y se sentía mal por lo que me estaba pasando.
A la hora sonó el telefonillo y fue Rodrigo quien se levantó abrir, sabíamos que era Derek. El entro al salón con una sonrisa de oreja a oreja y supe que al menos a uno de los dos la noche le había salido bien.
     -       Hola chicos – nos saludó con una sonrisa que murió en sus labios al verme en la posición que estaba - ¿Qué ha pasado? – pregunto acercándose a mí, sentándose a mi lado. Derek era otra de las pocas personas que me protegía, desde que lo conozco, siempre me ha tratado como si fuera un hermano menor
     -       Nada que el capullo del hermano de tu noviecito resulto ser un picha floja - se me adelanto Elena refunfuñado la respuesta entre dientes.
Le conté más o menos lo que había pasado, Derek se sorprendió un poco, preguntándome si no estaba equivocado en mis conclusiones. Eso me extraño, pero yo seguí en mis trece negando que estuviera equivocado. Sabía lo que había visto en el móvil de Diego y no sentía que estuviera equivocado. A los pocos minutos el móvil de Derek comenzó a sonar, haciendo que el bichito de la envidia me corroerá por dentro al ver la cara de felicidad que había puesto Derek al ver quien le llamaba y contestando con una voz llena de cariño. Dicen que hay envidia mala y envidia sana, pero eso es mentira, la envidia nunca es sana, porque si sientes envidia de alguien es porque deseas lo que esa otra persona tiene y yo deseaba esa misma felicidad que tenían mis amigos. Me sentí mal por esos sentimientos de celos, que hicieron que recordase que yo había tenido todo eso aquella noche, para perderlo a la mañana siguiente.
Me volví a calzar, levantándome del sofá para irme a casa, tenía que salir de allí o el poco autocontrol que me quedaba para aguantar las ganas de llorar por todo lo que se me venía encima, saldrían si no ponía remedio. Aun me quedaba lo peor de todo, tenía que guardar fuerza, porque más tarde las iba a necesitar.
     -       Lo siento tengo que irme – dije despidiéndome de ellos y saliendo de allí sin esperar una réplica.
Salí a la calle, dirigiéndome hacia mi coche, que la noche anterior había dejado aparcado allí, di gracias que lo encontré rápido y subí en el poniendo rumbo a mi otro tormento del día. Encendí la radio, pero ninguna emisora me quitaba la intranquilidad, hasta que puse la emisora Top radio latino, que tenían puesta la canción de “Don Omar Ft Kendo y Syko” “huérfano de amor” y para mi desgracia, estaba en la parte en la en la que Syko cantaba.
“Me enseñaron que la vida es como un rompe cabezas, que lo nuestro está incompleto, solo faltaba una pieza. Que el amor que te tenia se contagió de costumbres, soy un huérfano en la noche ya no hay sol que me alumbre. Soy un barco que navega en el mar sin dirección, soy un soldado desalmado sin ninguna misión, que ha fallado en la Azaña de encontrar el amor perdido. Sin sentido hoy siento que cupido es mi enemigo. Que me odia, a veces creo que me abandona, me siento en la nada perdido en las amazonas. Amor tan complicado creo que me has abandonado. Es como ser juzgado en juicio sin servicio de abogado… Ayer te vi…”
Recordé a Diego, en como la noche anterior me había entregado el mejor regalo de cumpleaños, para esta mañana salir de su casa porque tenía a otra persona y yo no podría ser el único para él. Saque ese pensamiento de mi cabeza, apague la radio conduciendo en silencio hacia mi destino y dándole vueltas a un montón de preguntas sin respuestas, respecto a que haría con mi vida a partir de ese momento.
Quince minutos más tarde llegue a casa de mis padres, ya eran las 2:30 de la tarde. Al entrar agradecí que mi padre no se encontrara en casa, comí algo rápido en la cocina y subí a mi habitación para intentar dormir un rato hasta que llegara la hora de la cena. Sobre las 7:00 de la noche, alguien toco la puerta de mi habitación, haciendo que me despertara sobresaltado, me incorpore en la cama. Fue mi hermana la que entro cogiendo a Thomas de la mano, diciéndome que bajara a cenar y que nuestro padre ya estaba en casa. Trague saliva, infundiéndome el valor suficiente para hacer lo que tenía que hacer esa noche.
Baje y todos cenamos en silencio absoluto. Cuando terminamos ayude a mi madre a recoger la mesa y junto a mi hermana termine de recoger la cocina. Cuando todo estuvo terminado me dirigí al salón, donde se encontraba mi padre viendo un partido de futbol, al otro lado estaba Thomas, con mi madre y mi abuela jugando con unos cochecitos nuevos que le había traído el novio de mi hermana. Que termino siendo el padre de Thomas.
Unas semanas antes, se había presentado en casa diciendo que él era su padre y que quería asumir la paternidad. Resulto ser que mi hermana no le había dicho a su mejor amigo que el hijo que esperaba era suyo, por miedo a que la rechazara. Pero David el ahora actual novio de mi hermana, siempre había estado enamorado de ella y estaba encantado con Thomas. Que aun sin saber que era su padre ya le quería como propio.
Escuche como mi padre se quejaba con alguna jugada del partido y decidí que ese era el momento. Entre al salón con algo de determinación y me enfrente a mi padre, “Ahora o nunca” pensé, y en ese momento comenzó mi segunda decepción del día.
     -       Papá, tengo que hablar contigo – le dije a mi padre que siguió viendo el futbol sin prestarme atención.
     -       ¿Qué quieres? – contestó con el mismo tono arisco y gruñón de siempre. - Estoy ocupado ahora, ¿No puedes esperar? – pregunto mirándome esta vez con el ceño fruncido.
     -       No, no puede esperar – conteste igual de serio que él - tenemos que hablar ahora. Mejor dicho todos tenemos que hablar ahora – dije dirigiéndome a mi madre, mi hermana y mi abuela que se encontraban allí mirándome con curiosidad.
En casa nadie le hablaba así a mi padre, exceptuando mi hermana, que era la única que nunca hacía nada de lo que mi padre quería. Mi padre quiso que los dos estudiáramos abogacía, para el día de mañana trabajar en la empresa familiar, pero mi hermana tenía otros planes. Dijo que no le interesaba y que ella estudiaría economía, ese fue un motivo constante de disputa entre ellos. Después se quedó embarazada con 22 años y a mi padre casi le da un infarto cuando se enteró de que lo iba a tener sin padre. Eso a mi hermana no le importo, no le impidió seguí trabajando y estudiando para sacar a su hijo adelante. A pesar de ser una familia con dinero, mi padre era bastante tacaño con nosotros, la única persona que creo que le tocaba el corazón era Thomas, después de haberle dicho a mi hermana que abortara.
Todos tomamos asiento, mi madre al lado de mi padre junto a mi abuela en el otro extremo, yo me senté lo más apartado de mi padre en el lado opuesto y mi hermana mando a Thomas diciéndole que fuera a jugar a la habitación, colocándose al lado mío, intuía que algo muy malo pasaría esa noche y no se equivocaba.
     -       Empieza, no tengo tiempo para tus lloriqueos a esta hora - soltó mi padre y la verdad no me sorprendió, él siempre había sido así, sobre todo conmigo, como si mi sola presencia lo irritara.
     -       Bueno lo primero que tengo que decirte es que cuando me gradúe en la universidad no voy a trabajar para ti - solté nervioso al ver la cara que puso mi padre y antes que pudiera interrumpirme seguí de carrerilla para que el valor no se me esfumara como sentía que estaba haciendo en ese momento - y lo segundo- lo pensé un rato, pero al final lo dije - soy gay, me gustan los hombre y no es algo que vaya a poder cambiar - todos en la sala se me quedaron mirando sorprendidos, menos mi abuela que ya lo sabía. Mi padre dio un bote del sofá levantándose, en dos pasos se encontraba dónde estaba yo, cogiéndome del cuello de la camisa y levantándome hasta quedar a la altura de su cara.
     -       ¡¿Qué has dicho?! - me rugió, zarandeándome y haciendo que mis piernas temblaras.
     -       Suelta al chico Rodolfo - intervino mi abuela para que mi padre me soltara.
     -       Usted no se meta señora Sofía- le contesto mi padre a mi abuela que se había colocado entre él y yo obligándole a soltarme - esto es entre mi hijo y yo.
     -       Esto no solo te concierne a ti - contesto ella llevándome consigo al otro extremo del salón, poniendo distancia entre nosotros - yo ya lo sabía y estoy de su parte - sentencio mi abuela. Mi padre abrió mucho los ojos y en ese momento parecía como si estuviera soltando humo por la nariz.
     -       ¡¡Quiero que te largues de mi casa!! - me grito encolerizado - ¡¡Vete, no quiero volver a ver tu cara por aquí!! - rugió dándose la vuelta para salir del salón, pero antes de llegar a la puerta mi hermana hablo. – Desde hoy no tengo ningún hijo, nunca debiste haber nacido – me espeto furioso y esas palabras llegaron a mi corazón, más hondo de lo que jamás mi padre se podría imaginar.
     -       Si él se va, yo también me largo de esta casa - mi madre comenzó a llorar desesperada al ver aquello sin poder oponerse a mi padre y yo me estaba muriendo al verla así - y me llevo a Thomas conmigo - termino de decir mi hermana llegando a mí para abrazarme.
     -       Thomas no sale de esta casa - dijo mi padre - si tú quieres largarte hazlo, no me has traído más que problemas, mejor dicho ustedes dos solo han sabido traerme problemas - se corrigió dirigiéndose a mi hermana y mirándome con cara de odio.
     -       Tú no mandas sobre nosotros, mejor dicho, a partir de ahora ya no mandas sobre mí - se le encaro mi hermana con una sonrisa de triunfo y eso encolerizo más a mi padre - y Thomas es mi hijo e ira donde yo vaya. Fin de la discusión. – termino mi hermana, volviendo a donde yo me encontraba abrazado a mi abuela con ganas de llorar por la impotencia de no poder hacer nada más que observar.
Ver como mi hermana decidía su destino y el de Thomas, para irse conmigo. Eso me llego al alma y decidí que me pasaría el resto de lo que quedaba de mi vida, correspondiéndole todo ese amor que ella me procesaba a mí. Mi madre seguía llorando, mi padre envuelto en cólera por lo que mi hermana le estaba diciendo comenzó a gritarnos y a exigirnos que nos fuéramos de su casa. Mi abuela salió del salón para volver a los dos minutos con un par de llaves y una cartilla del banco.
     -       Tomar - nos dijo extendiéndonos las llaves - estas son las llaves del ático del centro y tomar esto para que no os falte de nada mientras termináis los estudios - nos dio la cartilla del banco con una cuenta para cada uno y otra que sacó del bolsillo, entregándosela a mi hermana - esto es para Thomas, quiero que dejes de trabajar y te dediques a terminar tu carrera y cuidar de Thomas.
Mi padre rugió otra vez soltando mil maldiciones, una retahíla de insultos y desapareció del salón dando un portazo a la puerta de salida. Mi madre se levantó del sofá acercándose a nosotros, para abrazarnos y seguir llorando sin consuelo. Mi hermana y yo rompimos a llorar también devolviéndole el abrazo, pidiéndole a mi madre y mi abuela que se cuidaran mucho y que fueran a visitarnos siempre que pudieran. Mi hermana le dijo a mi madre que tenía que ir ayudarla con Thomas, ya que el niño adoraba a su abuela.
Salí del salón, dirigiéndome a mi habitación para recoger las pocas pertenencias importantes que tenía en aquella casa. Recogí los libros de la universidad, unas fotografías en las que salía con mi abuela en mi graduación, donde salía con Elena, Rodrigo, también Derek y me di cuenta que en todas las fotos familiares que tenía en casa, ellos siempre salían en todas. Saque dos maletas, llenándolas con mi ropa y me dispuse a salir de mi habitación dejando atrás todos los buenos y malos recuerdos que había vivido en aquella casa.
Al llegar a la puerta de entrada, me estaba esperando mi hermana con Thomas en brazos, mi madre salió del salón para despedirnos y Thomas se soltó de los brazos de mi hermana para salir corriendo en busca de su abuela, que lo tomo en brazos cuando este estiro sus bracitos regordetes en su dirección. Mi madre comenzó a llorar otra vez y el pequeño paso una de sus manos regordetas por sus mejillas mojadas haciendo que el alma se me callera a los pies al ver el sufrimiento de mi madre.
     -       No llores más - se le acerco Leti dándole un fuerte abrazo y un beso en las mejillas - sabes que puedes ir a casa siempre que quieras ver a Thomas.
     -       Sé que a vuestro padre se le pasara y volveréis otra vez a casa - respondió entre hipos y más lagrimas que derramaba sin poder contenerlas.
     -       No te engañes mamá - le respondió Leti con tono duro - sabes bien que ese hombre nunca cambiara - le reprocho sabiendo que estaba siendo injusta con mi madre, pero tenía razón - espero que tú también algún día abras los ojos, viendo la clase de persona que es nuestro padre y termines con él para que puedas ser todo lo feliz que te mereces.
     -       Cállate Leticia, no digas eso, él es tu padre - la regaño mi madre al escucharla, pero Leti no estaba de acuerdo
     -       Es la verdad, el podrá ser mi padre, pero hace mucho que no le debo nada, odio como nos trata a todos en esta casa, como si fuéramos ganado y sobre todo odio como te trata a ti - mi madre sollozo y otro par de lágrimas rodaron por sus mejilla - tu aun eres joven y guapa - siguió mi hermana - podrás encontrar a alguien mejor que te respete como te mereces.
     -       Leti tiene razón - afirmo mi abuela - eres mi hija y te quiero más que a nada - le dijo – pero sabes bien que nunca me gusto Rodolfo, gracias a dios que me hiciste caso cuando te dije que no pusieras tú 35% de las acciones de la empresa a su nombre. Ese hombre es un codicioso, al que solo le interesa el dinero - dijo con tono acido – gracia a que el otro 50% es mío no ha podido sacarme de aquí, o si no hoy estaría sin nada y bien lo sabes. - Mi madre asintió.
Ella sabía que nada de lo que habíamos dicho esa noche era una mentira y lo confirmo un año después cuando descubrió que mi padre tenía una amante 25 años más joven que ella. Terminaron divorciándose, mi padre se fue de la casa y mi hermana volvió a vivir con ellas dejándome solo en el apartamento, ya que yo no quería volver a vivir en aquella casa que me traían malos recuerdos.
Tres meses y medio después de aquel día, me entere por Derek que Diego iba a casarse. Eso me provocó un estado de ansiedad permanente. Por un tiempo me encerré en mis estudios para no pensar en Diego, pero aún seguía doliendo tanto que no sabía cómo sanaría ese dolor que oprimía mi pecho dejándome sin aire cada vez que escuchaba su nombre o recordaba la única noche que había pasado en sus brazos. Decidí que era tiempo de olvidar, así que volví a salir con mis amigos olvidándome de Diego y comencé a salir con mi actual pareja, Luis.
La última vez que volví a verle fue dos años después en el funeral de mi abuela. Yo estaba junto a mi madre que lloraba desconsolada. Mi padre ni siquiera fue a prestar condolencia, ahora tenía una nueva esposa más joven, seguía sin tener tiempo para sus hijos y la verdad es que eso había dejado de preocuparme hacía mucho tiempo. A mi otro lado se encontraba mi hermana Leticia, que tenía en brazos al pequeño Thomas que no paraba de preguntar, porque la abuela estaba metida en esa caja y no se despertaba para jugar con él. Leti le abrazaba fuertemente, diciéndole que la abuela estaba dormida porque estaba muy cansada y que se había ido al cielo a soñar junto al abuelo. Eso me partía el alma, no podía dejar de llorar, y Luis que se encontraba detrás mío me abrazaba para consolarme, pero yo no encontraba ningún consuelo. Necesitaba a mi abuela conmigo, y a pesar de llevar 3 años saliendo con Luis aun extrañaba a Diego, tenía ganas de verle otra vez aunque fuera de lejos.
Y al parecer alguien escucho mi sufrimiento, porque al alzar la vista hacia los presentes lo vi. Estaba al lado de Derek, Saúl, Elena y Rodrigo. Al principio pensé que era una alucinación, pero después vi que no. Mi corazón salto al verle, haciendo que en mi estómago revolotearan un sinfín de mariposas y mis piernas se aflojaron.
Luis me sujeto pensado que me habían fallado las fuerzas, abrazándome más fuerte y diciéndome al oído que todo estaría bien. Si supiera la verdad de mi flojera, no estaría abrazándome con tanto cariño, me sentí mal por eso, sentía que lo estaba engañando, aunque así era. Estaba saliendo con él aún enamorado de otra persona.
Diego estaba más guapo de lo que recordaba, con su traje negro sin corbata, con el primer botón de la camisa desabrochado y el pelo recogido en una coleta, que le caía sobre el hombre, aun recordaba el tacto sedoso de ese pelo sobre las yemas de mis dedos o lo bien que se sentía tirar del mientras Diego me llevaba a la pasión y me sacaba de mi piel. Vi que estaba mirando hacia mí, con el ceño fruncido, supuse que aún estaba enfadado conmigo y en un momento dado se dio la vuelta marchándose, sin ni siquiera acercarse a mí. Era lógico que estuviera enfadado, yo le había juzgado mal y me había auto convencido de que él había jugado conmigo, pero no era así.
Después de enterarme de todo lo que había pasado por boca de Derek que era el novio oficial del hermano de Diego, los remordimientos me carcomieron por un tiempo, haciendo que me reprochara el no haber aclarado las cosas con él. El no haberle encarado y preguntado directamente que relación tenía con esa tal Esther. Pero después de un tiempo me entere que su prometida estaba embarazada y que iban a tener gemelo.
Por un lado me alegre por él, a mí me encantaban los niños pero nunca iba a tener los míos propios y mucho menos unos que fueran de Diego y mío, eso no iba a pasar en la vida. Por otro lado me entristecí al saber que ya nunca podría arreglar las cosas con él o eso pensé yo en aquel entonces, cuando lo veía todo negro para mí.
 Esa noche volví a la casa que me vio nacer, donde aún quedaban los recuerdo de mi abuela y llore. Lloré como un niño sin consuelo al sentir que me faltaba algo importante de mi vida y que nunca más regresaría. Llore por mi abuela, pero también llore por Diego, sabía que nunca le tendría y que era mejor comenzar a olvidar el pasado y cumplir con mis metas. Me dormí entre hipos, un fuerte dolor de cabeza de tanto llorar y espere que el nuevo día me trajera algo de paz.

1 comentario:

  1. Hola Deyanira soy de nED, me dejaste un mensaje en el blog. Disculpa la tardanza a la respuesta. Escribele directamente al mail a nuestra editora, diciendo que escribes y ella dirá los pasos a seguir. Suerte saludos Julia.
    nuevaeditoradigital@gmail.com

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