jueves, 27 de febrero de 2014

¿Somos solo dos?



Bueno, este capítulo espero que os guste, ya que las cosas empiezan a cambiar. Comenten y dejarme saber su opinión.







-          ¿Se ha despertado ya? – preguntó por enésima vez, y yo pensé que empezaría a partirle la cara, de un momento a otro. - podrías decir al menos, sí o no, ¿sabes? No te cuesta mucho, además de que te estoy ayudando con una supuesta broma secuestrando a una persona  ¿Sabes que eso es ilegal? – volvió a abrir la boca, para soltar, una de sus tantas estupideces del día y en lo único en lo que yo estaba pensando era, - Voy a ponerle una mordaza a en la boca al estúpido.

-          Y tú, podría callarte de una puta vez y dejarme en paz. – le conteste rechinando los dientes, estaba enfadado porque me habían hecho salir antes de tiempo de mi tapadera, bueno no del todo, ya que no me habían visto, por lo menos no tendría que seguir soportando a esos mocosos, por mucho más tiempo.
¿Por qué narices, tuve que venir a pedirle ayuda a éste, para mantener a ese pequeño incordio desaparecido el tiempo suficiente, para que los planes de mi jefa salieran? no lo sé, pero necesitaba mantener a Diego, aquí hasta mañana, ya que a mi casa no podía llevarle.
Me levante de sofá parándome en la puerta de la habitación donde aún se encontraba inconsciente. Si no fuera porque a mí me gustan los hombres de verdad, me lo habría follado un par de veces, era una lástima; con su linda carita de muñeca, su pequeño y delicioso cuerpo, pero yo prefería dominaran a los tíos grandes, rudos y que en la cama fueran unas cachorritos llorones, como él que me esperaba en el salón.
Tome la chaqueta regresando, le comente que saldría, Diego aún dormía y que no me molestara en toda la noche, que estaría muy ocupado.
-          No puedes irte. – rechino los dientes cuando llegaba a la puerta, que quede parado en el sitio, respirando hondo y tomando fuerzas para no taparle la boca de un sopapo.
-          ¿Se puede saber porque no? – le pregunté al darme la vuelta, con una mano en la cintura y una ceja alzada esperando su gran e inteligente respuesta de porque yo no podía irme. Éste me miro un largo rato de arriba abajo y pude ver como su abultado pene cobraba vida.
-          Simplemente porque el que se encuentra en la otra habitación, no es problema mio, si no tuyo y no tengo ningunas ganas de quedarme a solas con él. – contesto dándose la vuelta y volviendo al sillón, cruzando las piernas, pero era inútil, lo había visto y quería ver un poco más.
-          Aham, pero es que no se necesitan dos personas para cuidar a un renacuajo, a menos que le tengas miedo a esa pequeña cosa. – le dije sonriendo y este me enseño los colmillos, junto al dedo del medio. – sería decepcionante que un chico tan grande y fuerte como tú, no pueda quedarse solo unas horas. – dije cruzando los brazos, mientas veía que éste comenzaba a sonrojarse, moviéndose en la silla y pensé que era adorable. Como él, era el tipo de chico que me gustaba, grandes, con algo del mal carácter, fuertes, por lo menos como yo y que en la cama terminaran siendo unas putitas lloronas.
Gemí al verle allí aguantando las ganas de correrse, lo sabía, pero aún no me había divertido lo suficiente y quería comprobar si aún llevaba lo que le había pedido esa mañana que se pusiese. Me separé de la puerta, acercándome a uno de los sillones, sentándome con las piernas abierta y mirándole, para que se acercara. Éste ansiosamente se levantó de la silla caminando hacia mí, pero hice que se detuviera.
-          No creo haber dicho que podías caminar, perro. – dije mirándole severamente y éste enseguida tomo suelo, mirándome con cara de disculpas; sus lindos ojos como los de un tigre, me recordaban a los de alguien muy especial a para mí, pero con ese no habría manera de que yo pudiese tenerlo de esta forma. Gemí al ver como se colocaba entre mis piernas, para desabrochar el cinturón y los pantalones con sus manos. – No, no, no, los perros no tienen manos, estúpido grande para nada. – dije enfadado, le solté una cachetada, éste me miro con sus ojos llenos de lágrimas, llevándose la mano a la mejilla y yo me volví a reclinar en el sillón abriendo más las piernas. – Ahora lo harás bien, ¿verdad?  Bájame los pantalones como el perro que eres y luego chúpame la polla lentamente, quiero correrme en tu apretada garganta. – sonreí cuando lo vi tragar, me encantaba ver como si linda piel canela, tomaban un tono rojo fuego y de sus lindos ojos comenzaban a salir lágrimas. Sabía que la mayoría eran de rabia, por no poderme devolver la cachetada, sonreí viendo como intentaba abrir mis pantalones con los dientes y pensé que ya era hora de acabar con ese juego, al fin de cuenta por mucho que me gustara mangonearlo, no era a él a quien yo quería tener retorciéndose bajo mi - ¿Qué, no quieres, no era para esto por lo que no quería que me fuera, hum? – le pregunte tirándole del cabello para que me mirara a la cara, esto levanto su mirada y me miro suplicante.
 Miré hacia sus pantalones y no entendía  aún como esa gruesa cosa que sabía que tenía entre ellos no los había roto ya. Tome más fuerte de sus cabellos, acercándolo a mí, y deje que sacara mi adolorido pene. Éste gimió cuando tire más de su cabello acercándolo para que abriera sus carnosos labios rosa y me dejara entrar. Tenía los cachetes sonrosados y la mirada nublada por las lágrimas que no cesaban de caer de sus lindos ojos y a mí se me endureció más la polla, cuando al fin entre en su caliente boca. Apreté el diente para no correrme y la lleve más profundo dentro de él. Éste jadeo, haciendo un pequeño movimiento con la garganta, que estuvieron a punto de enviarme al borde.  Jale de su largo cabello y protesto cuando salí de su boca. Lo zarandee un poco cuando quiso volver a tomarme y me miro con odio.
-          Paciencia cariño todo llegara; ahora quiero que te levantes y vallas al servicio, te asees y vuelvas aquí desnudo, quiero ver otra vez lo que te regale esta mañana por San Valentín – dije sonriendo, al ver que volvía a coger un adorable sonrojo. - mejor pensado quiero que te desnudes ahora. – Dije pensándomelo mejor, quería estar hundido ya esa apretada garganta, es que cuando ponía ojitos de cachorro mi polla saltaba de alegría, no podía dejar de imaginarme a Zack en la misma postura que tenía a Gray, que me miraba desde el suelo con sus manos en sus muslos, los pezones perforados, con los aros de oro que le regale y esperando que le dijera que hacer. Me levante del sofá, paseándome por su alrededor, me encantaba oírlo gemir, cuando mis dedos tocaban sus sonrosada carne y turaban de sus ya duros pezones. - ¿Qué quieres que te haga hoy, hum? – pregunte a su oído, tirando de su cabello hacia atrás, éste gimió pero no contesto a mi pregunta. Sabía que tenía que mantenerse en silencio hasta que yo le dijese, y la verdad es que lo prefería callado. Su irritante voz comenzaba a darme jaquecas, lo único que me mantenía follando a este estúpido es que tiene la misma cara de mi fantasía, así que podía escucharlo solo jadear y gritar, mientras me lo follo hasta que pierda la conciencia, y me imagino que ese cuerpo bajo mi es mi platónico amor Zack. - ¿quieres esto verdad zorra? – dije parándome frente a él, obligándole a abrir la boca, para poder introducirme hasta su garganta. Lo sentí hacer varias arcadas, pero yo no parraría hasta haberme vaciado en su interior. - Mmm si, tan bueno joder, abre esa boquita para mí y trágate lo todo. ¡Dios me corro! – rugí terminando profundo en su apretada garganta y este me succionaba, sin dejar que escapase ni una gota. – buen chico. – conseguí decir cuando recupere la respiración, lástima que Gray no fuera él hombre del que yo estaba locamente enamorado, porque hacia las mejores mamadas. – ahora que te he complacido, bueno medio complacido, ya que veo que aun sigues duro. – dije moviendo la cabeza en negación, levantando una ceja y mirándole como si fuese estúpido, bueno un poco si lo era, si creía que me tendría esa noche, pensé mientras arreglaba mi ropa y lo veía ponerse la camisa, mirándome con cara de interrogación. – puedes desahogarte luego, solo o con el pequeño cuerpo que está durmiendo en la otra habitación, a mí me da lo mismo, porque ahora voy a salir. No vemos mañana. Recuerda no dejar que se vaya. – dije desde la puerta, escuchando como este protestaba y me llamaba enfadado, pero la verdad no tenía ningunas ganas de quedarme allí para escuchar sus lloriqueos, habían cosas más importantes que hacer. Como esperar que llegara la noticia de que Diego había desaparecido, comencé a recordar como lo había encontrado, junto a Rodolfo, éste estaba loco por tirarse a esa pequeña zorra, y lo habría hecho de no ser que se encontraba inconsciente. Así que me dijo que lo dejaría para cuando él estuviera despierto y pudiera gritar mientras le taladra el culo sin piedad. Sonreí, ese estúpido sabelotodo era un puñetero sádico en la cama, a su ultimo amante lo había enviado al hospital, con tres costillas rotas, más el brazo y la pierna partida por tres partes. De no hablar que tuvieron que ponerle punto en el culo porque éste le había metido una botella, ya que el pobre chico tuvo la brillante idea de dejarlo. En serio tenía que empezar a replantearse lo de tomar una terapia de auto control, no le vendría nada mal y yo no estaría deseando patearle el culo unas diez veces al día al gilipollas, bufe poniendo rombo a mi casa en mi TRON Lamborghini.
Salí del coche al llegar a casa, me pegue una ducha para quitarme el olor de Gray y luego me metí en la cama esperando que el nuevo día llegase con muy buenas noticias, para mi claro estaba, porque lo que eran Zack y Diego se refería, pasarían un día nefasto.


-          No sé dónde coño estoy – me dije por enésima vez tirando de las cuerdas, al verme atrapado en una cama con los brazos y piernas sujetos, mientras escuchaba como desde alguna parte de donde me tenían, habían dos tipos pasándoselo muy bien. – Mierda – me queje al sentir que mi polla comenzaba a venir a la vida, pero no podía hacer nada, uno porque estaba atrapado en no sé dónde, para colmo atado como si fuese un puto sacrificio y escuchando como otros follaban en vez de haber sido yo esta puñetera noche. Me queje al borde de las lágrimas, por qué coño todo tenía que pasarme a mí, ¿Qué pasa, tenía el cartelito de pateen al gilipollas por que le gusta o algo así? Porque ya estaba empezando a hárteme de esa mierda.
Gruñí al intentar mover las manos otra vez, para soltarme, pero mi frustración llego cuando vi que los hijos de puta, habían atado bien las correas. – mierda, mierda, mierda, ¿ahora qué hago, como coño salgo de esta?, creo que ya he tenido suficiente de toda esta mierda. Si queréis a Zack, pues bien todo vuestro, os lo doy con cinta de colores si queréis, no quería que volviera a follar en la vida, ok, eso era mejor que quedarme virgen. – dije en mi mente con una sonrisa. Permanecía con los ojos cerrados porque había oído ruidos de los chicos de antes que estaban haciéndolo como conejos y sentí como uno entraba en la habitación para comprobar si estaba dormido o no.
Intente calmar mi respiración lo más que  pude y ralentice los latidos de mi corazón, borrando todo rastro de él olor a miedo que sentía, por uno de serenidad. Sabía que quienes fueran los que me tenía aquí, no eran humanos, podía olerlos, así que prefería estar calmado hasta saber qué era lo que pasaba.
Volvió a salir dejándome allí, tanto a mi como al otro chico, que en cuanto el primero salió comenzó a romper cosas diciendo un centenar de insultos, para luego terminar llorando y preguntándose porque seguía siendo tan estúpido. Yo lo único que quería era salir de allí, me importaba una mierda el drama que tuviesen esos dos, pero yo quería una respuesta, y por la forma en que lloraba el tío pensé que sería algo así como yo, estaría chupado si lograba soltarme de la cama. Comencé a tirar de las cuerdas, pero estas no cedían, seguí intentándolo, tenía que escapar de aquí, gracias a que tenías algo de fuerza sobre humana, al ser un tigre de Bengala blanco con vetas negras, descendientes de los dioses, Sollax y Alfesibea diosa de la fertilidad. Ósea que me había tocado la putada de ser el de abajo siempre y darle de sentiente a mi pareja de vida, ya que yo era uno de los primeros en línea de sangre, eso quiere decir que me había tocado la putada de ser el gen madre, cosa que solo sabe mi familia y yo. Claro así sería si mi pareja de vida no fuese un gilipollas, que me había tomado, bueno en teoría yo me deje hacer, y luego me la había vuelto a jugar, sin reclamarme. Así que aún seguía incompleto y con el alma rota. En qué momento me volví a enamorar de él, pero la pregunta es, ¿Por qué volviste a caer si sabías que él nunca te aceptaría?, que pensaba, que llevaría a casa al hermano menor del amor de su vida, venga ya, para Zack yo simplemente había sido un remplazo de mi hermano en un calentón. Solo que esta vez le falto agregar la frase ganadora. Resople, deseando borrar las lágrimas que resbalaban por mis mejillas.
-          Esta vez te has lucido campeón. – dije y no sabía a quién iba dirigida, si a mí por ser un imbécil por segunda vez y entregarle el corazón a Zack en bandeja de oro, o él por ser el gilipolla más grande que me he topado en la vida. - ¡Ah! Joder. – me queje cuando sentí que mis muñecas comenzaban a sangrar y las fuerzas me fallaban, no sabía con que estaban hechas las cuerdas, pero sí que lo que fuese me estaba robando la energía.
-          ¿Qué coño crees que estás haciendo, hum? – pregunto el chico que aún quedaba en la casa y di un respingón cuando un dulce olor a dándolo con canela llego a mis fosas nasales, mareándome por un momento. Alcé la cabeza lo más que pude y pensé que se me saldría el corazón al ver a Zack en la puerta.
-          ¿Qué coño haces aquí, y porque me tienes atado Zack, a que estás jugando esta vez, eh? – dije encolerizado cuando salí de mi sorpresa inicial, este solo me miraba con una sonría de medio lado y mirándome como si yo fuese el postre que pronto se comería. – se lo que estás pensando chaval y desde ahora te advierto que no se te ocurra acercarte a mí o te matare en cuanto pueda soltarme. – dije sacando los dientes - como te acerques juro que no respondo joder, si te crees que después de lo que me has hecho yo abriré las piernas para ti, lo llevas claro. Lo prometo, no me toque o no respondo. – Dije cuando sentí que llegaba a mi lado y su rico aroma, me embriago, hasta hacerme perder totalmente el hilo de mis pensamientos y solo quería volver a sentir su calor, haciéndome olvidar todo lo que estaba pasando. Gemí, al sentir su tacto en mi piel, poniéndome cada bello de punta y comencé a temblar de la rabia de no poder controlar a mi propio cuerpo.
-          Shh… tranquilo pequeño, no voy hacerte daño. – me susurro al oído, todas mis terminaciones nerviosas comenzaron a tomar vida, como solo me pasa con él cuando está cerca, o simplemente está en la misma habitación. Gemí cuando paso sus dedos sobre mi ombligo perforado – me gusta esto, si me dejas podría regalarte uno con mi nombre, ¿Qué te parece la idea, muñeco? – termino de decir y casi le suelto una bofetada, claro si no estuviera atado y mi cuerpo traidor no estuviera reaccionando a sus toques.
-          En serio Zack, para con el circo que tienes montado, no voy a volverme acostar contigo en la puta vida, ¿de verdad crees que lo haría cuando apenas hace unos minutos y te estabas follando a otro? Olvídalo Bebé eso no volverá a pasar en la vida.
-          Bueno eso lo estaremos viendo en unos segundos, que te parece. – contesto con una sonrisa, parándose de forma que su cara solo quedo a unos centímetros de la mia y me besó. Bueno en realidad no lo hizo, él simplemente paso su lengua por mis labios y yo me sentía morir. Lo necesitaba tanto que dolía; seguí gimiendo mientras este se deleitaba con pasar su lengua por mí cuerpo, haciéndome estremecer, sonriéndome, aun mirándome a los ojos y yo lo único que podía era morderme la lengua para no suplicar por más de esa dulce tortura. – venga pequeño, deja que salga tu voz, quiero oírte gritar cuando haga que te corras. – dijo llevando su mano a mí ya más imposible dura polla, estuve a punto de gritar suplicando que no parece, que dejara que me viniera, lo necesitaba, pero lo que más quería era sentirlo dentro de mí y que me reclamara de una vez. Luego le haría pagar el tirarse a otro, pero ahora mi prioridad era otra más placentera. Aunque pensándolo bien, el verle correr tras de mí, sería muy interesante. Casi me trago la lengua al sentir los gruesos labios de Zack succionando mi polla, grite su nombre una y otra vez, vaciándome en su garganta, sintiendo como movía sus dedos en mi interior. Pero no dejaba de chupar, comenzaba a perder la razón, mi tigre al fin había vuelto y quería que Zack le poseyese de una vez. Podía sentir lo que vivía dentro de él y tiraba di mi. – Eso es pequeño, te haré olvidar todo por una noche – escuche que me decía a través del molesto pitido que tenía en los oído, notando que desataba mis manos al igual que mis pies. – no debiste haber hecho eso, tendré que curarte las rozaduras, las tienes en carne viva. – gemí cuando me coloco mejor en la cama, tenía los brazos agarrotados y me dolían un huevo los roses que había hecho la cuerda. – tranquilo pequeño, solo durara un momento y te prometo que no te dolerá, ¿confías en mí? – estuve a punto de ahogarme en la carcajada que salió de mi boca, sin poderla contener.
-          ¿En serio, estarás de coña, verdad; estas de coña, cierto? – la carcajada murió en mis labios al ver como esté me miraba confuso, ¿de qué iba? No pensaría en serio que yo me tragaría esa trola, tenía que estar bromeando – aclárame una cosa Zack – dije sentándome en la cama, mientras este se levantaba apoyándose a la pared, cruzando los brazos sobre su musculoso pecho y mi vista siguió el recorrido hasta llegar a su dura erección y olvide por un momento que era lo que quería que me aclarara. No le había podio volver a ver ese musculoso cuerpo como su madre lo había traído al mundo, desde que tenía 12 años, ni aquella vez en el rio pude verle. Mi polla dio un salto dolorosamente hacia mi plano vientre y este soltó una pequeña risita, eso me devolvió el hilo de la conversación y volví a estar muy enfadado, lastima para él que esta vez estuviera suelto y con mis manos desatadas.
Lleve la muñeca derecha a mis labios y escuche como este ahora gemía al verme pasar la lengua por la herida. Así se curaría al instante, ya me mi saliva era curativa.
-          Si quieres seguir 5 minutos más enfadado y terminar de exponer tu caso, antes de que yo llegue allí enterrándome en tu precioso cuerpo hasta las pelotas. Te aconsejaría que dejaras de hacer lo que estás haciendo, ahora mismo. – dijo separándose de la pared, cuando yo baje la mano, mirándole con una ceja alzada y media sonrisa.
-          ¿O qué, vas a castigarme por ser un niño malo o algo así? Madura neandertal, estamos en el siglo 230, eso ya no se usa y si piensas por un minuto que te tengo miedo, tengo una noticia para ti. No lo hago, no te tengo ni esta gotita de miedo, así que cambia esa cara de gilipollas y dime de una puta vez a qué coño juegas, porque te aseguro que esta vez no jugare. No vas a volver a hacerme daño nunca más, se acabó, estoy cansado Zack, lo siento. – le dije derrotado, ya no podía más, el corazón me iba a mil por hora y no sabía si echarme a llorar como un niño, o ir corriendo a situarme entre los fuertes brazos del hombre que me miraba, desde el centro de la habitación con cara de confusión y a la vez de tristeza. ¿Por qué estaba triste?, si el que tenía que estarlo era yo, él había tomado de mi todo lo que quiso y más, dejándome tirado con el corazón roto, no una sino dos veces.
Ya no podía contenerlas, resbalaban por mi cara sin más, nublando mí vista; solo quería olvidar que un día mi estúpido corazón se enamoró de la persona equivocada, por muchas razones y la principal era, porque él era hetero y no me quería a mí, sino a mí querido hermano Saúl. Solloce apretando las piernas más juntas a mi cuerpo, necesitaba algo que me protegiera de la mirada de Zack. Podía sentir que se estaba debatiendo entre quedarse ahí parado como un estúpido, o venir a mí, necesitaba sentir su calor, solloce más fuerte, la tristeza me podía, y el nudo que tenía en la garganta no me dejaba hablar. Deje descansando mi cara entre mis piernas, viendo como mis lágrimas comenzaban a mojar las sabanas, que más podía hacer, ya todo me daba igual, ya ni me importaba si Zack se daba la vuelta saliendo de la habitación para no volver jamás, ya no importaba, mi corazón no se arreglaría aunque se quedase, estaba hecho trizas; me había mentido, manipulado y burlado de mi todo en un mismo día. Pero que más daba ya, no, lo hecho, hecho esta, no se debe llorar sobre la leche derramada, o no podrás volver a recogerla – reí en la mente, ¿de algo tenía que reírme? Puesto que todo en mi vida ahora mismo me importaba una mierda, tenía que buscar la fuerza de alguna parte y seguir adelante como siempre he hecho.
Seque mis lágrimas y mire a Zack que aún seguía en la misma postura, y me reí - ¿qué esperabas, que vendría corriendo hacia ti a abrazarte o algo así? No seas iluso, eso no pasará en la vida – me dije sacando las piernas de la cama, ayudándome con mis adoloridas muñecas, para poder levantarme, buscar algo que ponerme, ya que no sabía en qué momento mi ropa había desaparecido y marcharme de allí, coger mi coche y volver a casa. Ya no quería estar allí, su sola presencia me dolía, ya tendría suficiente recordatorio en mi mente, como para verle todo el día. Intente levantarme varias veces, sin conseguirlo, pero seguí insistiendo, yo saldría de allí como que me llamaba Diego y no volvería a ver a Zack en la vida, por mí se podía quedar en el infierno de donde no tenía que haber salido.
Al fin pude levantarme, pero las piernas me fallaron enviándome al suelo, apoye mis manos, para no darme en la cara con él, y tuve que gemir de dolor. Zack llego corriendo hacia mí para ayudar a levantarme, pero me aparte de su contacto, no quería que me tocara, ni que estuviera cerca de mí.
-          No – me volví apartar cuando lo intento otra vez - no quiero que me toques Zack, ya nunca más, se acabó, lo digo en serio, no quiero volver a verte, has destrozado mi vida entera, hundiéndome en la mierda, vale y ya estoy harto de esto, no más, ya… no, por favor. Deja de hacerme daño, te daré lo que quieras, ¿de acuerdo?, lo que me pidas, pero después dejaras que me vaya y no volverás a buscarme nunca más. Lo tomas o lo dejas, esto no tiene discusión, porque voy a salir por esa puerta con ropa o sin ella, e igualmente no volverás a verme, así que decídete ya que no me queda mucha paciencia. – termine cuando al fin pude ponerme sobre mis pies, este se quedó pensativo mirándome seriamente y pensé por un momento que no aceptaría, pero eso no importaba, porque yo saldría de allí con o sin su aprobación, y sería mejor que estos momentos no me pusiera a prueba. Carraspee llamando su atención a mi cara, ya que su mirada no dejaba de recorrer mi cuerpo y comenzaba a sentirme raro otra vez, no quería eso – no tengo toda la noche Zack, lo tomas o lo dejas es mi única oferta, no voy a cambiar de opinión y saldré por esa puerta quieras o no. – termine cruzando los brazos poniéndome a la defensiva, pero no sabía si con Zack o con mi propio cuerpo traidor que comenzara a volver a la vida.
-          ¿Estás seguro de esa decisión? – dijo levantando una ceja y cruzando los brazos a igual que yo.
-          Si y no vas hacer que cambie de idea, así que ahora dame mi ropa o algo que pueda ponerme, y largarme de una vez, ¿por favor? – dije rechinando los dientes al ver como este sonreía y volvía a acercarse a mí. Comencé a caminar alejándome de él, pero este no paraba y su sonrisa cada vez era más pronunciada y me miraba con sus hermosos ojos color tigre, que habían tomado una forma más felina.
-          No, creo que no voy a complacerte en eso, te ves mejor sin ropa, de hecho tengo pensado mantenerte desnudo el resto de tu vida metido en mi cama. – dijo aprisionándome contra la pared, gemí al sentir el frio tacto y el calor con el cuerpo grande de Zack. Mierda estaba achicharrando mis náuranos, no había tenido ya suficiente. Me removí, intentando luchar contra mi propio deseo, pero éste no me dejo, sujetando mis muñecas sobre mi cabeza, e inmovilizándome y ya no podía moverme. Sisee cuando ésta comenzaron a latir por el dolor. – Bebé será mejor que dejes que cure tus muñecas y luego te voy a enseñar de todas las formas posibles porque no puedes irte de mi lado, ¿estamos de acuerdo al menos en eso? – pregunto mirándome a los ojos y todo mi interior se convirtió en gelatina, chorreaba por todos lados y solo podía gemir, al sentir la lengua de Zack cerrando mis heridas, si no me hubiera tenido sujeto, hubiera vuelto a caer. Este me sujeto con una mano de la cintura pegándome más a su caliente cuerpo, y gemí en aprobación cuando su duro pene, rozo el mio, haciendo que saltaran chipas. -  eso es bebé disfruta y ve reconsiderando lo de marcharte, porque eso no va a suceder, te mantendré encerrado bajo llaves si es preciso, pero no me dejaras. – pude ver que hablaba muy en serio y algo dentro de mi comenzó a recomponerse a pasos aceleradas, quería volver a llorar.
-          Si esta vez juegas conmigo, juro, juro que  no sé, algo se me ocurrirá y puedo decir que tengo mucha imaginación. También quiero que quede muy claro que te hare pagar por mentirme esta noche, y follarte a otro delante de mí, ya puedes prepararte amigo – dije cuando encontré mi voz, después de que mis cuerdas vocales se cerraran por el placer que la lengua de Zack, me daban al cerrar mis heridas.
-          Lo que quieras pero ahora solo cállate y bésame de una vez. – prácticamente gruño, tirando de mi cabello, llevando sus labios a los míos, y me sentí desmayar, mis piernas ya no me sostenía, porque se habían vuelto flan al saborear la saliva de Zack. Sabía tan condenadamente bien, no recordaba que supiera a canela con toque de vainilla, proteste cuando se alejó de mí, pero pronto mis protestas se convirtieron en gemidos cuando me tomo de las caderas obligándome a que enrollara mis piernas en la suya y con una mano tomo nuestros miembros moviéndolos juntos. Ya no aguantaba más, estaba a punto de correrme, y éste me lo concedió cuando bajó por mi cuello, mordiéndome en esa zona tierna, y mi mundo se volvió del revés, veía puntitos blancos tras mis ojos. Sabía que pronto perdería la conciencia, pero es que eso era lo más placentero que había sentido desde  que todo esto empezó. Grite el nombre de Zack una y otra vez, hasta quedarme afónico, mientras mi cuerpo volvía a entrar en erección, derramándome sobre nuestros cuerpos. Éste me sujeto más fuerte en brazos cuando mi cuerpo dejo de responder, llevándome a la cama, y acostándose junto a mí.
-          ¿Por qué lo has hecho? – solloce escondiendo la cara en su pecho y este solo me acariciaba, no decía nada y yo ya no podía contener las lágrimas otra vez, estaba jodido, Zack acababa de marcarme como suyo. Eso ya era lo último que me podía haber pasado, ahora no podría alejarme de él, porque podría matarlo; - bueno se lo tiene merecido por morderme sin mi permiso – pensé, llegando al límite de mis emociones, que iban a la deriva con todo lo que pasaba a mi alrededor, ya no tenía fuerzas para luchar más, estaba condenado el resto de mi vida, al lado de la persona que en esos momentos odiaba, con la misma fuerza que lo amaba.  - ¿por qué, por qué, porqué acabas de condenarme a estar a tu lada cabronazo insensible, por qué eh? No tenías ya suficiente con quitarme la virginidad, destrozarme, no una sino dos veces el corazón y ahora acabas de marcarme, ¿pero en qué coño estás pensando gilipollas? – le grite forcejeando, mientras las lágrimas salían de mi como cascadas. No más, ya no más, quería que para – para, quiero que pares de una vez y me dejes ser feliz. Quie-quiero que pares, por favor, no más ya no sé cuánto más voy a aguantar sin que me encierren en un loquero, y todo por tu culpa. – seguía pegándole en el pecho mientras este solo dejaba que me desahogara, mis lágrimas no paraban y los sollozos me estaban ahogando – tú tienes la culpa de que ya no pueda mirar a otro hombre, ¡no! Déjame, no voy a calmarme. – dije separándome, cuando intento que me calmara y levanté de la cama, yendo a un rincón de la habitación y dejándome caer en el suelo frio.
Me sentía tan solo, tan vacío, eso no estaba bien, ¿Por qué lo hizo, por qué si él no me quiere? Me dije ahogándome son los sollozos y el hipo. Abrace mi cuerpo y comencé a mecerme, dándole vueltas en mi cabeza lo que haría ahora. ¿Me quedaría a su lado, o me marcharía sin importar que ahora él pudiera morir al no beber de mí? Pero es que como, no sé si sería capaz de seguir a su lado odiándole como lo hago ahora. Me sobresalte al sentir las manos de Zack levantándome del suelo y pegándome a su cuerpo, solloce más fuerte y me deje mecer por esos fuertes brazos y el dulce olor a sándalo que el cuerpo de Zack soltaba.
-          De acuerdo bebé ahora descansa, mañana nos iremos de aquí y hablaremos, ok? – preguntó mirándome a los ojos y asentí entre hipos y sollozos, se sentía muy bien entre sus brazos, y no quería moverme. Tal vez y esta vez no estaba condenado a vivir una mentira solo, ya que ahora él no le quedaba más remedio que permanecer a mi lado.
Volvió conmigo a la cama, pero no me soltó, simplemente siguió meciéndome y susurrándome palabras en su idiomas natal y yo me deje embelesar otra vez por ese suave murmullo que me trasportaba a una mañana calurosa, donde me bañaba en el rio y Zack apareció para llenarme de sus caricias y besos.


-          ¿Qué acaba de pasar? – me dije mirando la placida carita dormida del chico más guapo que jamás había visto, tenía cara de muñeca y me ponía mucho cuando estaba cabreado, aunque aún no me había quedado claro porque me gritaba, si yo no me llamo Zack, pero de lo único que estaba seguro era de que no dejaría que se marchara. No solo porque acababa de cometer la estupidez de morderlo, si no que en cuanto había entrado en la habitación supe que al que teníamos atado en una cama era mi pareja. Me maldije una y otra vez, porque nuestra primera vez fuera así, pero es que su olor, sus lágrimas y su cara de deseos, me hicieron perder los papeles y terminar reclamándolo; aun no tenía muy claro como había llegado a esto.
La pequeña cosita gruñona se removió pegándose más a mi cuerpo, y gimió cuando yo le abrace más fuerte. Nunca había conocido a nadie que me calentara de esa manera, ni siquiera el tío por el que estoy metido en este lio. Nunca debí entrar en el juego sádico de ese hombre, no era que estuviera en contra de un poco de sexo duro, pero ese hombre solo sabía traerme problemas desde que lo conocí en Grecia y me confundió con otra persona. Al cabo de unos meses me dijo que si quería trabajar para sus jefes trayéndome a Italia con él, sabía desde el principio que no me traería nada bueno, vale eso no era del todo cierto, gracias a que accedí a ayudarle a retener a éste chico, conocí a mi pareja.
Gruñí al recordar como al llegar a mi apartamento, me lo encontré allí, esperándome en el salón y diciendo que necesitaba mi ayuda, para gastarle una broma a un amigo, y que a la mañana siguiente pasaría por él, no lo había visto, así que no supe nada, hasta entrar en la habitación gracias al ruido que hacía, intentando saltarse. Era imposible que lo hiciera ya que las cuerdas están diseñada para que los cambia forma no puedan liberarse de ellas, las había diseñado yo mismo.
Después de pasar toda mi vida de orfanato en orfanato, me dedique a mi carrera y a diseñar armas que valieran para inhabilitar a uno de los nuestros cuando se salían de control atacando a los humanos, para una empresa que decía ser innovadora en nuevas armas de contención, pero me había enterado no hace mucho, que en realidad ellos se dedicaban a secuestrar, y a hacer experimentos con las personas no humanas. Aún no sabía cómo no había salido de allí, mentira si lo sabía, solo había aceptado porque quería encontrar a mi familia, saber porque me abandonaron y saber de dónde vengo. No tenía idea de nada, aparte de ser un cambia formas, que aún no había despertado y tener muchos conocimientos sobre armas e ingeniería. Suspire, ahora tendría que dejar esa vida y dedicarme a mi pareja, quisiera él o no estábamos atados de por vida, bueno yo lo estaba, era el único que le había mordido, si él se marchaba yo podía morir con el tiempo al no tener a mi pareja al lado. No es que me importase mucho mi vida, no salía de un fracaso para entrar en otro, y solo se me ocurre jugar a los juegos sádicos de ese que siempre me dejaban insatisfecho y con un dolor de huevos enormes. Aún no entendía como seguía jugando a su juego, cuando lo único que quería era librarme de él, pero él había sido lo más constante que he tenido en mi vida, así que por eso lo había soportado durante tanto tiempo, que me manipulara y mangoneara a su antojo
Como podía permitirle que me tratase así, eso tenía que acabar, bueno en teoría ya se había acabado en el momento en que reclamé a mi pareja.
Me abrace más al cuerpo pequeño de mi nuevo amante, e intente dormir un rato, a la mañana siguiente nos iríamos, antes de que llegara alguien y desapareceríamos.





-          Buenos días – dije entando en la cocina, pero nadie contesto, los pequeños no se encontraban allí así que supuse que estarían con él, aún estaba enfadado y dolido, a la tarde cuando volviera hablaríamos claramente, planteándole el nuevo rol de nuestra relación, no quería que quedaran dudas de que eso solo sería sexo.
-          Buenos días papá – escuche detrás de mí las voces de los cachorros y me gire esperando ver también a Diego, pero no, el que se encontraba con ellos, era Luis, ese hombre no tenía su propia vida, porque siempre se metía en mi casa. Proteste, diciéndole hola, y dándole un beso a los pequeños. - ¿hoy no hay desayuno? – pregunto Zamy, que se encontraba junto a su hermano y este me miraba preguntándome donde estaba la comida.
-          Al parecer hoy no, ya que vuestro niñero aún no ha bajado, pensé que estaría con vosotros. – dije extrañado de que Diego no estuviera allí, bueno no del todo, puede que después de lo de ayer decidiera marcarse. Me paré en la ventana mirando hacia fuera y aún seguía su coche allí, tal vez habría salido a dar una vuelto a caballo, como fuere él tenía que estar allí cuidando de mis hijos que era para lo que valía, porque para lo demás daba asco. Gruñí, intentando hacer una taza de café decente, pero apestaba en ello. Luis se acercó a mí, ayudándome con eso y de paso le preparó el desayuno a los chicos, se lo agradecí, después de todo ese no era su trabajo, si no el de Diego. Murmure algunas cosas para mí y fui a sentarme en la mesa. ¿Dónde se habría metido ese gato traidor?, cuando le pusiera las manos encima, iba a desear no haberme dejado plantado.
-          Esto no me gusta, quiero el desayuno que prepara Diego, ¿Dónde está? – comenzó a protestar Zack, cuando Luis le dejo un vaso de leche con chocolate, unas tostadas con mantequilla y le dije que comiera que Diego no estaba para prepárales el desayuno. – ¡Quiero a Diego, quiero a Diego! – siguió chillando, mientras las lágrimas caen por sus ojitos verdes-miel, yo pensé que también le quiera, ese hombre no solo me había enamorado a mí, sino que también, lo hiso con mis pequeños y ahora no estaba, ni para mí ni para ellos. Se me rompió el alma viéndolo sollozar, llamando a alguien que no estaba en esos momentos y que nos había traicionado a todos. Me levante de la silla, acercándome a él poniéndome de cuclillas, acariciándole el cabello, pero este no dejaba de llorar.
-           Lo siento pequeño, pero Diego no está ahora, y no creo que vuelva. – dije con un nudo en la garganta cuando Zamy me miro con tristeza y Luis solo nos observaba desde la encimera.
-          ¡Mientes! – chillo Zack apartándose de mí y dejándome con la mano en el aire. – siempre mientes, Diego volverá, y me hará mi desayuno y después nos vamos al parque, ¡mentiroso, mentiroso, te odio papá! – seguía llorando levantándose de la mesa y salió corriendo a su habitación.
Yo me quede allí sin saber qué hacer, mire a Luis que me miraba con pena y Zamy también salió corriendo al encuentro de su hermano. Suspire, estaba muy cansado, no quería discutir con nadie, solo quería olvidar que una vez ese hombre había entrado en nuestras vidas derrumbándola.
-          Si necesitas algo sabes que puedes contar conmigo. – escuche la voz de Luis, a mi espalda, mientras masajeaba mis hombros, y me deje hacer, no era quien quería que me consolara, pero podría valer de momento. – no creo que se haya ido, su coche está en la entrada, tal vez y está con los caballos o durmiendo aún. – dijo y yo no quise saber dónde se encontraba o si, sí que quería encontrar a ese mentiroso y hacerlo pagar por todo el sufrimiento que trajo a mi vida.
Me separe de Luis dándole las gracias por su apoyo y me despedí subiendo, a mi habitación. Di un portazo al entrar y me deje caer en la cama, pensando que haría ahora, por mucho que quisiera castigarlo, aún le amo más que a nada, y no quiero que se aleje de mí, me dije con las lágrimas otra vez desbordando mis ojos. Me sentía tan solo y triste, lo necesitaba, sí, eso es, lo necesitaba aunque solo fuera su cuerpo, pero es que aún sentía el rose de sus manos en mí, el suave tacto de su piel cuando estaba en mis brazos y su suave voz que siempre me transportaba a otro lado donde nuestra vida nunca se había desbaratado, por mi negativa, y por qué él me la había jugado, destrozándome el alma.
Me hice un ovillo en la cama, sujetando mis piernas, mientras mi cuerpo temblaba por los sollozos, y la angustia de no tener cerca a Diego. Me estaba muriendo por dentro y no sabía porque, ya había pasado por eso no, ya me había alejado una vez, podría volver hacerlo, eso fuera si también no estuvieran implicado mis hijos y mi cuerpo no le reclamase como suyo. Gruñí, al recordar lo bien que todo estuvo saliendo la mañana anterior y no encontraba el punto donde se había ido al carajo. ¿Por qué lo hiso, por qué si esta vez estaba siendo sincero?, le quería, le quiero mejor dicho, amo a ese gato traidor y en vez de seguir enfadado con su traición solo rezaba para que regresara a casa o estuviera en ella, de donde no tenía que haber salido. Me dije, dejando que las lágrimas mancharan la sabana, me sentía mal, no podía, ni quiera hacer otra cosa, hasta ver a Diego, y saber en que falle esta vez, porque no lo sabía, pensé por un monto que al final seriamos uno, pero eso no sucedió, ni sucedería ahora que sabía que el ya no me quería. Sentí una punzada de dolor en el pecho al saber, que ya nunca podría reclamarle como mio, solo podría conformarme con tenerlo de todas los formas posibles para que nunca se olvidara de mí.
Deje de concentrarme solo en mí, y entre en el baño para lavarme la cara, ya no tenía muy claro cuánto había llorado desde la noche pasada, pero si sabía que mi cara daba asco, tenía un poco de barba, mi pelo negro antes brilloso, caía lizo y opaco por mi cara, las gotas de agua que resbalaban de este se confundían con las lágrimas que aun derramaban mis ojos. Dios duele tanto, pero no podía regodearme en mi dolor, tendría que buscar una manera para que Diego volviese, y no volver a ver a mi pequeño tan desvalido, porque el que pensó que se quedaría a su lado, no lo hiso. Salí del baño, poniendo rumbo a la habitación de Zack, al entrar este estaba en la cama, junto a Zamy, dormidos; me acerque en silencio y me deje caer a su lado, me gustaba verles dormir, tan ajenos a todo lo que pasaba a su alrededor, y solo eso me devolvía un pedazo del alma que perdí en el momento que me supe solo de nuevo. Les acaricie el cabello, prometiéndoles que pronto tendría a Diego otra vez en sus vida, y en la mia, aún que eso implicase castigarlo por traicionarme.
 Salí dejándoles dormidos, y me dirigí  a la habitación de Diego, para ver si se encontraba allí, necesitaba que hablásemos de lo que había pasado, quería una explicación, aunque al principio no quisiese escucharla, pero ahora sí, no cabía en mi cabeza que en realidad se marchara dejándome solo en aquella discoteca, sin una excusa creíble. Entre en su habitación pero, la cama estaba hecha, como si no hubiera sido tocada, pero eso no era posible, él tenía que estar por algún lado. Salí a los establos mirando si se encontraban allí sus caballos y los dos estaban donde siempre, empecé a preocuparme en serio. Una cosa era que me dejara a mí, pero él nunca abandonaba a sus caballos, ellos eran como sus bebés, era imposible que se marchara sin ellos. Volví a la casa, marcando el número de Saúl, espere a que contestara pero nada, volví a marcar varías veces más hasta que al fin contesto.
-          Hey ¿qué pasa? – me pregunto un sonriente Saúl y pensé que pronto se le borraría la sonrisa al saber que su querido hermanito era un mentiroso y un traidor.
-          Hola – dije sin más, no estaba para sonrisas ni nada de lo que Saúl estuviera dispuesto a ofrecer, solo quiera saber si su hermano se encontraba allí aunque era imposible, ya que su coche seguía en la entrada. – quiera preguntarte si has hablado con tu hermano desde anoche. – dije y el respondió que no sabía nada de él desde que le pidió que viniera a mi casa. – bueno solo era eso, tengo que dejarte. – me dispuse a colgarle y seguir buscando por otro lado, aun no quiera decirle que su hermano había desaparecido, porque eso ni yo mismo lo sabía.
-          Espera, ¿qué pasa? Sé que no solo me has llamado por eso, algo le ha pasado a Diego y si me estas llamando es porque te sientes culpable, ¿me equivoco? – pregunto y no me quedo más remedio que contarle todo lo que había pasado desde que llegara a casa y después, que este había desaparecido sin dejar rastro. – eso no es posible, Diego nunca te haría eso, él te ama, por eso fue que le pedí que fuera este verano, quería que arreglarais las cosas de una vez. – dijo y eso era algo que ya suponía desde el principio, lo que no sabía quién más estaba metido en el complot de hacerme infeliz el resto de mi vida, porque así era lo que Diego me hacía sentir en estos momentos, con él era como estar en una montaña rusa, muchas veces estabas arriba, pero después dejaba que calleras, sin tener algo que soportar el peso de la caída.
-          ¿Quién más está de acuerdo con que nosotros estemos juntos?, y será mejor que no me mientas, porque juro que ahora no tengo un buen día. –Saúl se quedó callado un rato pero luego suspiro.
-          Si te lo digo promete que no te enfadaras. – Esa frase no me gustaba viniendo de él.
-          Si, lo que sea pero habla de una vez. – casi le rugí, estaba perdiendo la paciencia y aún tenía que encontrarle.
-          Vale, relájate campeón – dijo cuándo prácticamente le gruñí. – en realidad lo sabemos todos desde hace diez años, o pensabas que no me daría cuenta de cómo mirabas a mi hermano y de cómo este perdía el alma por ir donde ti. Ven Zack, los dos sabemos que estáis enamorados el uno del otro pero sois tan estúpidos que ninguno de los dos da su brazo a torcer. – termino y le gruñí una maldición. Era cierto, por mi estúpida inseguridad, había perdido 10 maravilloso años de estar con la persona que amo, pero eso no quiera decir que él me amase a mí, si lo hubiera hecho no me habría dejado y ahora yo no estaría sufriendo.
-          No te engañes Saúl, tu hermanito no me quiere, solo se ha estado burlando de mí, haciéndome creer que podríamos formar una familia juntos – dije, con un nudo en la garganta y era verdad, yo quería que formara parte de mi familia, ya no quiera sufrir más la ausencia de Diego, lo quiera tanto que dolía joder, y él no estaba para consolarme, o decirme que todo se arreglaría. – tu querido hermanito, me mintió, se fue dejándome solo en una discoteca, ¿en qué parte de esa ecuación entre que él me ame?, venga ya, no juegues conmigo tú también, ya he tenido suficiente. – le dije colgándole y dejándolo con la palabra en la boca.
Ya no quería seguir hablando de eso, solo encontrarle y que me dijese que había pasado. El teléfono volvió a sonar unas cuantas veces, pero no conteste, fuera quien fuera tendría que esperar a que yo pusiese las manos encima de Diego y le hiciese suplicar por qué parece. Pensaba torturarlo y después intentaría que nuestra relación funcionase o se terminara para siempre no estaba dispuesto a sufrir más.
Escuche en la entrada un sonido de un coche al aparcar y me acerque a la ventana, viendo como un Diego casi desvalido, salía de un taxi, y por un momento quise correr hasta él, abrazarlo y olvidarme que había desaparecido por unas horas en las que yo no dejaba de estar angustiado, pero me detuve en la entrada al verlo con una ropa distinta a la que llevaba el día anterior. Éste venia cabizbajo, y aún no había visto que le esperaba con los brazos cruzados en la entrada.
-          ¿Dónde has estado? – pregunte enfadado cuando llego a mí, este dio un respingón y se me quedo mirando como si fuera una aparición, pero no contesto, simplemente, paso por mi lado sin mirarme. Podía ver que había estado llorando y me hubiera acercado a abrazarle si a mis fosas nasales no llega el olor de otro hombre sobre él. – te he hecho una pregunta y quiero una respuesta. ¿Dónde coño has estado toda la noche y porque vienes con otra ropa? – dije sujetándole del brazo, para que no pudiera escapar. Mi lobo gruñía, quiera salir y destrozar al que se hubiera atrevido a tocar lo que es mio. Lo sujete más fuerte, cuando intento soltarse, pero no le dejaría quiera una respuesta y la quiera ahora. - ¡Contesta! – termine gritándole y este me miro con sus ojos llenos de lágrimas, pero no me conmovería hasta saber de quién era ese olor que me resultaba familiar - ¿no vas a contestar? Porque te juro que no tengo un buen día. Llevo desde ayer que me dejaste tirado en la discoteca angustiado y enfadado contigo, así que ahora cambia esa cara, porque no me das nada de pena y dime donde coño te has metido desde ayer. – este me volvió a mirar, y pude notar como su cuerpo comenzaba a hervir y sus ojos se habían convertido en dos ranuras muy pequeñas. Enfadado, ¿por qué? El que tenía que estarlo era yo, a mí era al que había plantado en la discoteca.
-          ¿Qué donde he estado y tienes el descaro de preguntármelo después de lo que me hiciese? – contesto soltándose, mirándome con odio y no podía entender a qué venia su cabreo, a mí era al que le habían dejado con cara de gilipollas buscándole desde anoche. – ¿O es que ya se te olvido que ayer, me dejaste tirado en no sé dónde?, para colmo me secuestraron, terminando desnudo en una cama, atado y tú estabas allí. Y ahora me sales  con que donde he estado, no guapo lo que me tienes que decir es que coño haces aquí porque te deje desnudo en una cama y me has jodido la vida. No quiero que vuelvas a tocarme, ni siquiera te acerques a mí. Esto se ha acabado Zack y me importa una mierda si te mueres por no beber de mi sangre, te lo tienes merecido por estúpido y patán. – dijo prácticamente chillando y se dio la vuelta dejándome allí sin entender nada.

-          ¿De qué coño estás hablando? – dije cuando le seguí a su habitación. Este intento cerrar la puerta pero no le deje, si pensaba que me quedaría con la palabra en la boca, estaba claro. – contéstame Diego, quiero respuestas, ¿de qué estás hablando? Porque o yo me estoy volviendo loco o aquí el loco eres tú – le dije cuando le seguí al balcón donde se sentó mirando hacía el jardín sin prestarme atención, como si yo no le estuviera hablando y eso me enfureció más aún. Me puse a su lado obligándole a levantarse y que me mirara cuando le hablaba, no sabía a qué se refería con morir por no beber de su sangre, pero me lo contaría quisiera o no – háblame Diego, porque en serio pensé que todo entre nosotros estaba arreglado, en serio que creí que me querías. Ayer tenía la intención de que todo se arreglara y que pudiéramos estar juntos, pero desapareciste, te fuiste al baño y no volviste. Te busque, juro que lo hice y no te encontré – le dije mirándole a la cara para que viera que era sincero, el dolor que había sentido al saberme solo, aún latía con insistencia en mí, y no solo eso, mi león estaba furioso, ese olor que traía Diego no era mio aunque me resultaba muy familiar. Olía como yo pero no podía ser yo, pues había estado toda la noche llorando su perdida – por favor contéstame, ya no quiero seguir jugando a esto, estoy harto – dije cuando mis ojos volvieron a aguarse, parecía una magdalena de tanto llorar, pero es que no podía evitarlo, le amaba, aun le amo, y verle con sus ojos triste no estaban ayudando mucho, a mi determinación de no tocarlo, para borrar el olor de otro de su cuerpo. Diego solo me miro y desvió la mirada.
-          Tú tienes que saber las respuestas a tus preguntas, pues tú me mordiste sin mi consentimiento, después de dejarme solo en aquella discoteca y no solo te vasto con eso. También tenías que jugármela e irte con otro hombre. – ¿De qué estaba hablando, que hombre? Me pregunte mirándole con cara de interrogación - Me lo dijeron Zack, te vieron salir de la discoteca con otro hombre. Al final no te basto con eso y tenías que hacer que me drogaran, me metieran en un apartamento a escuchar cómo te follabas a otro en mis narices, para después terminar mordiéndome, ¡porque eres un maldito hijo de puta! –me grito a la cara y yo aún estaba perplejo, de que hablaba, yo para empezar nunca le reclamaría sin su consentimiento, espera.
-          ¡¿Qué?! – chille al darme cuenta de lo que había dicho. Alguien lo había reclamado y ese no era yo, no, eso no podía ser cierto, nadie excepto yo podía tocarle - ¿Quién ha sido? ¡contesta joder! Dime quien te ha tocado, quien ha reclamado lo que es mio. – dije envuelto en cólera y lo sujete de los brazos zarandeándole sin medir las fuerza del agarre. Éste se removió y termino soltándome una cachetada para que lo soltase.
-          No me toques – dijo con los dientes apretado, y sus ojos relampagueaban como dos ascuas, y por un momento pensé que decía la verdad - no quiero que te acerques a mí nunca más, me entiendes, si vuelves a tocarme voy a olvidar que alguna vez te quise y te matare. Me oyes no te quiero cerca de mí, ya has hecho suficiente y se acabó, no más. – dijo y volvió a entrar en la habitación y comenzó a sacar sus cosas del armario.
-          ¿Te vas? – pregunte angustiado viendo como comenzaba a tirar sus pocas pertenencias dentro de su maleta y pensé que por tercera vez el corazón se me rompía. – no, no lo harás, no sin antes decirme a que te refieres con lo que has dicho. Yo nunca, te haría tal cosa.
-          No eso es cierto, tú lo haces mejor. – contesto con burla girándose hacia mí, con las manos en la cintura. – en serio crees que voy a creerte Zack, porque tengo noticias, no estoy loco, me drogaron, me metieron en un apartamento y tu cabronazo terminaste reclamándome. Esta mañana al despertarme, aun dormías y tome dinero de tu cartera para poder tomar un taxi, no sé cómo llegaste antes que yo, pero de veras que me da igual, porque me largo de aquí y no pienso volver a verte en la vida, queda claro, ahora ¿podrías salir de mi habitación? Aún tengo que pedirle disculpas a los chicos porque no poder cumplir mi promesa y largarme de una vez de aquí. – dijo mirándome a los ojos, y podía ver el dolor de sus palabras fusionándose con mi propio dolor - Nunca debí quererte, nunca debí poner mis ojos en ti, siempre has estado prohibido para mí, pero yo de estúpido te creí, confié en ti y me traicionaste. Ahora ya es tarde, no quiero tus excusas, ni nada que tenga que ver contigo y ahora lárgate. – se dio la vuelta acercándose al armario, pero pude ver sus lágrimas que comenzaban a resbalar por sus mejillas y termino de sacar lo que le quedaba. Yo aún seguía con la boca abierta, cada palabra que dijo, había sido un puñal para mi corazón ya maltrecho y también estaba perplejo al enterarme de lo que había pasado la noche anterior. Si era cierto lo que decía, y por lo cabreado que estaba tenía que serlo, algo no me encajaba. Para empezar, nunca le drogaría, lo de atarle si, me moría de ganas por hacerlo ahora, y sentirlo retorciéndose bajo mi cuerpo y lo más importante, yo no era el que le había reclamado.
-          Espera un momento, que te detengas de una maldita vez y me escuches. – dije llegando a su lado y tomándole del brazo para que se girase a mirarme, pero volvió a soltarse dando marcha atrás - Yo no se dé qué hablas, nunca y repito nunca mandaría a que te drogaran y mucho menos te ataría a una cama, bueno no es cierto si lo haría, porque en estos momentos me muero de ganas de atarte a esa cama y borrar el olor de ese hombre del cuerpo que es mio, entiendes mío, porque tú me perteneces y no voy a dejar que te marches, así tenga que atarte. – dije parándome frente a él y este dio otro paso lejos de mí, alejándose de mi contacto, pero no le dejaría, no ésta vez. Ya estaba cansado de jugar al gato y al ratón, estaba harto de no saber cuándo desaparecería de mi vida, o cuando él que le había reclamado vendría a buscarlo. Gruñí y lo atrape antes de que saliera otra vez – No, vas a escucharme esta vez, tú hablaste y aún sigo sin entender a qué te refieres. Así que escucha atentamente Diego Gavian, yo no te reclame y juro que cuando ponga las manos encima de quien lo hiso, va a desear no haberlo hecho. Segundo no te marcharas, no esta vez, te quedaras y me dirás que está pasando.
-          ¡No lo sé! – Grito forcejeando para liberarse, pero lo aprisione junto a la pared y mi cuerpo, éste seguía intentando soltarse, pero al ver que no lo conseguiría paro, mirándome con odio y sus ojos llenos de lágrimas. – no lo sé, ¿vale? No sé qué es lo que está pasando, ni que es lo que pasa conmigo, que no puedo mantenerme lo más alejado posible de ti. Juro que en estos montos quiero partirte la cara, pero también quiero devorarte otra vez. Te necesito tanto que duele y-y yo… yo solo. No sé. – terminó, llorando más fuerte y mi alma callo a mis pies. Era sincero, lo podía ver en sus ojos, en como su cuerpo temblaba con los sollozos y yo solo podía abrazarle fuerte a mí, intentando que se calmara. – no por favor, ya no más, no quiero, ya no sé si estoy loco o simplemente, algo malo pasa conmigo. Dime que esto es real, dime que estas aquí, dime que ayer no estropeaste lo único que llevo tanto tiempo deseando y es estar contigo. Dime que no has estado con nadie y te creeré, lo haré lo juro, yo solo no quiero sufrir más Zack. Si no me quieres a mí, solo dímelo y me alejare para siempre, pero deja de torturarme de una vez. Deja ya de jugar conmigo y destrozarme el corazón una y otra vez, no aguantaré otra traición de tu parte. – dijo suplicando que le contestara y yo lo único en lo que estaba pensando era que se veía tan lindo llorando que no pude evitarlo y le bese.
Al principio se resistió pero luego sentí como su cuerpo se relajaba junto al mio y deje de pensar. Ya no me importaba, que se hubiera acostado con otro, porque el que le había reclamado sabía que no era yo, pero me daba igual. Diego era mio y no pensaba entregárselo a nadie y si para eso tendría que marcarlo con mi propia esencia lo haría. Le mantendría encerrado si era preciso para que no pudiera marcharse. Éste gimió en mis labios y llevo sus manos a mi cuellos pegándose más a mí, como queriendo absorber mi calor y yo estaba encantado de sentir que aún podría despertar esa reacción en él. Me estaba matando, le quería ahora, en mi cama, todo el día y después arreglaríamos lo del otro hombre. Si tenía una idea de quién podía ser, estaba jodido, además que era imposible, ya que esa persona estaba muerta. Lo tome en brazos llevándole a la cama y lo deposite con cuidado, iba a sacar todo lo que allí se encontraba y tiraría toda su ropa, si así él no se marchaba.
-          No te vayas, no me dejes solo. – sollozó mirándome desde la allí cuando me levante a sacar su ropa.
-          Shh pequeño, no voy a ir a ningún lado. – dije volviendo junto a él y este se abrazó más a mi cuerpo sorbiendo por la nariz, mientras hipaba, haciéndome gemir al sentir su calor. Lo necesitaba tanto como él a mí, después arreglaríamos nuestras diferencias, pero ahora solo quería quitarle esa ropa y hundirme bien profundo en él. – solo que tengo que despejar la cama si quiero tenerte desnudo, y gritando mi nombre para mí todo el día. – dije con una sonrisa y este me regalo una tímida. Se veía tan desvalido, que pensé que dejaría el castigo para más tarde y solo le daría lo que los dos tanto ansiábamos.
Le di otro beso y este me lo devolvió hambriento, nuestros gemidos comenzaban a fundirse en uno solo, nuestros miembros se rozaban con cada movimiento de nuestros cuerpos, enviándome al borde. Diego jadeo, intentando fundirse en mí, como si quisiera formar parte, y comenzó a quitarme la ropa con desesperación. Le dije que fuera más despacio, pero este me gruño enseñándome sus lindos colmillos y me eché a reír al oírle protestar cuando me separé de él.
-          Tranquilo Bebé, no pienso irme a ningún lado y yo también me siento igual que tú, pero primero tienes que decirme que no te marcharas, que te quedaras a mi lado, y que intentaremos arreglar lo que se ha roto. Esta vez prometo intentar que funcione. – le dije, mirándole a los ojos y a éste comenzaron a aguárseles los suyos - Te quiero Diego, siempre lo he hecho, incluso antes de saberlo ya te amaba y no puedo concebir la idea de no tenerte en mi vida. – dije y éste me miro con sus ojitos azules llenos de lágrimas y me dije que se veía adorable. No necesitaba una respuesta, pues acababa de dármela al abrazarse a mí llorando desconsolado. – Shh Bebé todo saldrá bien, ¿vale? No habrán malos entendidos, hablaremos e intentaremos resolverlos y más tarde, me contaras que es lo que paso anoche. He espera, no – dije cuando este volvía a alejarse – escucha, mírame cariño – intente que me mirara, pero este se negaba a devolverme la mirada. Se había dado la vuelta quedando de espaldas a mí, sollozando  y sentía como mi alma se comprimía al verle así. ¿no era eso lo que quería? Él no sentía lo mismo que yo, no se moría por dejarnos de estupideces y tomar lo que nos pertenecía. Por yo le pertenecía a Diego, al igual que él me pertenecía a mí. - ¿ya no me quieres? Ya no quieres intentarlo conmigo, juro por mis pequeños que soy sincero. No sabes lo angustiado que he estado al saberme sin ti, vale después de cabrearme y desear torturarte, hasta que perdieras la conciencia. – dije con una pequeña sonrisa y este gimió cuando me acerque a ser espalda, dándole pequeños besos en el cuello y los hombros. – vamos peque, no seas malcriado y habla conmigo, lo estoy intentando, juro que lo hago, pero necesito que me mires y que me digas que está pasando por tú cabecita. – intente que diera la vuelta, hasta conseguirlo, cuando dejo de forcejear. Éste se abrazó fuerte a mí, suspirando en mi pecho y una corriente de satisfacción lleno mi cuerpo, al sentir su aliento sobre mí.
-          ¿Me dices la verdad, no vas a volver a dejarme otra vez? Porque juro que cortaré tus pelotas y me haré un lindo colgante como sepa que te follas a otros o me dejes con el corazón roto. – me amenazo pasando la mano por mi pecho y todo mi cuerpo tembló al sentirlo. Lo había extrañado tanto, que ahora no sabía si aún estaba soñando o simplemente, el destino se había apiadado de mi alma, concediéndome mi deseo más preciado.
-          Lo juro, no pienso tener a nadie más que no sea a ti cariño, ahora deja de llorar y mírame, prométeme que no te marcharas. – termine y este solo asintió. – de acuerdo, ahora ven aquí y déjame sentirte, deja que borre ese olor de tu piel y no permitas que nadie que no sea yo vuelva a tocarte, o me cabreare tanto que estaré azotándote una semana. – dije y mi polla salto en aprobación. ¿Cómo sería poner a Diego en mis piernas y azotarle hasta ver mis dedos marcados en su lindo trasero? Este jadeo, cuando le tome de las caderas, colocándole sobre mis piernas, para que quedara con las suyas a cada lado de mi cuerpo. Dio un pequeño grito de sorpresa y luego se relajó sobre mi pecho. - ¿Me quieres? Se sinceró y dime que aún me quieres. – pregunté, necesitaba saberlo, no quería volver a engañarme, quería escuchar de sus labios que aún me amaba y después simplemente me olvidaría de todo, para poder amarlo como llevaba años deseando hacerlo. Diego no contesto, solo asintió con la cabeza, pero eso no me valía, quiera escucharlo de su boca. – no Bebé, dímelo, di que me ama, dímelo y prometo olvidarme de todo y solo intentar hacerte feliz. Pero necesito saberlo, no quiero volver a sufrir Diego, ya se acabó el esconder lo que sentimos. Si quieres que esto funcione tienes que confiar en que te soy siendo sincero cuando digo que te amo y que quiero pasar mi vida junto a ti. – dije alzándole la cara para que me mirase, este me miraba con la nariz roja de tanto llorar y los ojitos aun aguados. – dios eres tan condenadamente lindo, que duele mirarte. – le dije, dándole un beso en los labios, no recordaba que se sintiera tan bien, el tocar esos labios carnosos y sentir su saliva, llenando mi sentidos como si fuera un afrodisiaco.
-          Si te quiero Zack, siempre lo he hecho y no creo que deje de hacerlo, por muy cabreado que este contigo, pero aún no se si creerte, me has hecho mucho daño, yo pensé qué amabas a mi hermano. – dijo en un susurro y me quede paralizado al escucharlo.
-          ¿Pero qué dices, yo de Saúl? Ni en un millón de años, ese enano cabrón va escucharme cuando le vea, por mentirnos a los dos y preparar esta encerrona. ¿sabías que tu querido hermanito, fue el que planeo que vinieras antes de tiempo y no sé porque creo que mi madre también? – le pregunte y este negó con la cabeza. – bueno al parecer él no es el único que está metido, todos sabían que aún seguía enamorado de ti, y te enviaron, para que arregláramos las cosas.
-          ¿En serió?, ahora entiendo su insistencia porque retrasara mi viaje y viniera aquí a cuidar a los pequeños. – me dijo y yo solo me quede con lo del viaje.
-          ¿Qué viaje? – pregunte alzándole una ceja y este comenzó a reírse, mientras quitaba las lágrimas, que aún quedan rezagadas de sus mofletes sonrojados y me miro con picardía.
-          Uno que haría con mis compañeros de universidad a la playa, si el pesado de mi hermano no hubiera insistido tanto en que viniera. La verdad yo no quería estar aquí, quiera encontrar un novio y que me quitara la virginidad. – dijo con una sonrisa, que a mí no me hiso ninguna gracia. Así que ese era su plan, buscar a algún estúpido que le quitara la virginidad. Gruñí otra vez, tendría que empezar a llevarlo con correa muy pegado a mí. - ¿Estas celoso, hum? Porque te recuerdo que el viaje lo planee mucho antes de ni siquiera saber que venía, de hecho yo te había olvidado o eso le decía a mi mente. – contesto al ver mi cara de enfado y apoyo la cara sobre mi pecho – no te enfades, prometo que solo era un viaje, bueno en realidad si quería encontrar quien me quitara el lastre de la virginidad, siempre me había reservado para ti, pero pensé que nunca te tendría, así que me había propuesto acabar con todo lo que me ataba al pasado y seguir adelante con mi vida. Pero cómo pudiste comprobar en el lago, tú fuiste el primer, de hecho pensé que eras el único, pero si me estás diciendo que no fuiste tú quien me reclamo, entonces ¿Quién fue?, porque juro que era igual a ti. Bueno ahora que lo pienso bien, no me fije en si llevaba tatuajes, estaba tan cabreado y dolido que cuando me toco, se me olvido todos. En serio pensaba que eras tú. –dijo mirándome a los ojos y le creí, sabía que yo no podía ser, y tendría que averiguar quién era, porque era imposible que fuera quien yo creía, él había desaparecido cuando cumplimos 5 años y le habían dado por muerto. No podía ser él.
-          ¿Dónde te llevaron bebé? – le pregunte acariciándole la cara, y mirándole a los ojos para que viera que no estaba enfadado, por lo menos no con él, pero si con quienes lo habían secuestrado y más aun con el que se había hecho pasar por mí. – dime donde te llevaron e iremos a averiguar qué es lo que pasa, ¿está bien? No te angusties, no estoy enfadado contigo, de hecho te creo, ya que el olor que llevas me resulta muy familiar, pero es imposible que sea de él. – dije pensativo, no podía ser y si lo era, eso quería decir que no solo estaba vivo, sino que era la pareja de Diego al igual que yo. Éste me miro sin comprender, yo tampoco lo entendía del todo, pero me enteraría antes que tarde.
-          ¿Quién es él? No sé de qué hablas, no pueden haber dos Zack, el olía como tú, bueno ahora que lo pienso, un poco más fuerte, pero tenía tu cara y tu cuerpo. – dijo con el ceño fruncido y yo entendía su confusión, ya que yo estaba igual. No podían haber dos yos, la única explicación era que él nunca había estado muerto y solo desaparecido. Para volver al cabo de cuanto, ¿30 años? Y poner las manos donde no debía. - Además está el hecho de que mi cuerpo reacciono con él de la misma manera que contigo, ¿eso quiere decir que él es mi pareja y no tú o los dos sois mi pareja? Me estoy haciendo un lio – sollozó abrazándose más a mí - yo no quiero que me separen de ti otra vez, no quiero, yo-yo te amo a ti Zack, ¿me crees verdad? Nunca te traicionaría, ¿lo sabes? – Gruñí al verle así de angustiado pensando que ahora le dejaría, pero podría irse olvidando de eso, él no se marcharía otra vez de mi lado si tenía algo que decir y en aquellos momentos tenía mucho que decir, sobre todo a mis padres. Me importaba una mierda que él hombre que se había atrevido a marcar a Diego fuera un fantasma del pasado supuestamente muerto, igualmente pagaría por tocarle.
-          Aún no lo sé cariño, pero lo sabremos una vez que me lleves allí, porque lo harás y no acepto un no por respuesta. Iremos a ese lugar y llegaremos al final de este asunto que a mí también me tiene intrigado y después olvidaremos que esto paso, ¿de acuerdo? – dije y este solo asintió a recostar a mi pecho.
-          ¿No estas enfadado conmigo, verdad? Porque prometo que no sabía que no eras tú, nunca dejaría que nadie me tocase, que no fueras tú, ¿me crees verdad? – pregunto mirándome con sus ojitos triste, y supe que decía la verdad. Le creía, no sabía cómo, pero decía la verdad.
Ya no necesitaba más palabras, él era sincero y yo solo quiera reclamarle de una vez, he impedir que quien fuese que lo marcara, no pudiera llevárselo de mi lado. No ahora que estaba todo claro. Ya no tenía dudas, Diego me amaba a mí, y yo había sido un estúpido al pensar lo peor de él. Lo abrase fuerte a mi pecho y este ronroneo, haciendo que mi polla saltara con ese sonido.
-          Oye si quieres que hablemos, será mejor que dejes de mover tus caderas sobre mí, pues no tengo mucho control en estos momentos. – dije y este solo rio, y esa risa fue directa a mis pelotas.
-          Mmm, en serio, pues eres muy lento, ya que estoy deseando ser devorado por ti. – contesto y pensé que me moriría.
-          Bien, tú lo has querido.
-          ¡Ah! para bruto, déjame, para. – se retorcía bajo mi cuerpo, mientras le hacía cosquillas, quedándome entre sus piernas - que pares jolín, ya basta, deja de hacerme cosquillas, ¡Zack! – me regañó, hasta que me detuve y nos quedamos uno frente al otros, con nuestros labios a pocos centímetros y nuestros alientos se fusionaban en uno.
-          Te amo Diego, no vuelvas a dejarme, por favor, no sé si seré capaz de no llegar a la locura si te llego a perder.
-          No me perderás grandulón, pues yo también te amo tonto – dijo dándome un pequeño beso en los labios. – no pienso alejarme, a menos que me dejes, pero yo que tú me abstendría a hacerlo, ya que como te alejes, te buscare y te arrancare el alma, como oses abandonarme. – sonrió y creí que no podía ser más feliz.
-          Guarda las amenazas, no pienso dejarte salir de esta casa en la vida pequeño. – le devolví el beso y dejamos de hablar, ya todo estaba claro entre nosotros, ahora solo necesitaba, marcarle como mío y alejarle de todo aquel que intentara quitármelo.
Sus gemidos se confundían con los míos, termine de quitarle la ropa en cuestiones de segundo, y lo tuve en toda su gloria bajo mi cuerpo. Había fantaseado tanto con este día, que pensé que estaba soñando o algo así. Diego llevo sus brazos a mi cuello y enredo sus dedos en mi cabello, gemí, pero no me aparte de él, necesitaba sentirlo más, lo quería retorciéndose y gritando mi nombre al llegar. Me aparte y este protesto, pero quería  saborearlo, absorber todo su calor, baje por su cuerpos hasta llegar a sus pezones rozados y este chillo cuando lleve mis labios a sus hinchados botones, sabía tan bien que mi control estaba llegando al límite. Toda la frustración, el dolor, el enfado y la agonía que había sentido unas horas antes, comenzaban a desaparecer, siendo reemplazados por mucha felicidad. Estaba que no cabía en mí, al final me había equivocado totalmente con Diego y sus sentimientos, ya que podía ver como su cuerpo reaccionaba con mis toques, como sollozaba y me pedía que no parece y eso no lo haría aunque la vida me fuera en ello.
Baje hasta sus caderas deleitándome con su suave tacto y sus pequeños jadeos que subían de volumen mientras llegaba a su duro pene y este me recibió con gotas de pre-semen cayendo por su largo tallo.
-          Mmm, sabes tan bien Bebé, no me cansaría nunca de saborearte – le dije cuando me introduje su largo tallo completo en la boca y este arqueo las caderas entrando más hundo en mí, soltando un alto jadeo y sentí como toda su escénica entraba en mi  garganta.
-          No es justo. – se quejó cuando dejo de jadear
-          ¿El que no es justo mi amor? – pregunte volviendo a su lado y este se acurruco en mi pecho.
-          No es justo que siempre seas tú el que se lleve la diversión. – dijo haciendo pucheros y se veía muy adorable
-          ¿Qué quieres decir con eso pequeño, no te ha gustado? – le pregunte algo decepcionado, pero este comenzó a reírse y me dio la vuelta de forma que quede boca arriba y subió a mis caderas mirándome desde allí.
-          Bueno es que siempre te llevas tú la mejor parte sabes, yo también quiero verte, sentirte, lamerte. – dijo bajando por mi pecho, retorciendo mis pezones entre sus dientes y yo no podía más que gemir, sujetándole la cabeza en el sitio, para que siguiera torturándome - ¿te gusta así, mmm? – pregunto dando un lengüetazo y luego volvió a morderlos.
No sabía cuánto aguantaría esa tortura, para colmo éste me miraba mientras bajaba con su lengua por mi cuerpo. Eche la cabeza atrás y deje salir un rugido cuando Diego bajo sus gruesos labrios por mi hinchado pene, succionándome hasta la raíz, creí que me moría, al sentir sus filosos colmillos raspando la tierna piel de la ingle.
-          ¿Quieres saber que se siente realmente bien? – pregunto con una sonrisa malvada y trague al imaginarme que era lo que iba hacer, al verle bajar por mi polla otra vez con sus largos colmillos a la vista.
-          Esto cariño, que tal si tienes cuidado con… ¡Ahh joder! – no pude terminar la frase, ya que Diego clavo sus blancos colmillos en mi ingle, enviándome al borde. Rugí su nombre hasta quedarme afónico y éste succionaba cada vez más fuerte. Sentía como se me iban las fuerzas, mis piernas temblaban y mis manos le sujetaban el pelo, mientras me hundía más profundo en su garganta – dios Bebé, acabas de dejarme fuera de juego. – sonreí cuando volví a llevar aire a mis pulmones y lo jale, dejando que quedara acostado en mi pecho.
-          ¿Te ha gustado? – pregunto mirándome a los ojos algo dubitativo y pensé que estaba loco por dudarlo.
-          No me ha gustado – le dije y este cambio la cara, bajando la mirada con ojitos triste y no pude evitarlo, echándome a reír – claro que si tonto, ¿es que no me has visto? Anda ven aquí, no te escapes. – le dije cuando este se soltó de mi enfurruñado, intentando levantarse de la cama.
-          Eres un… – no lo deje terminar la frase, tirando de él, devorándole los labios, aún sabia a mí y eso me hiso gemir.
-          Lo sé pero me quieres – le dije cuando nos separamos para tomar aire y este me miraba con sus ojitos brillosos.
-          ¿Esto es real Zack? Ya no tendré que alejarme de ti – pregunto con los ojitos medio angustiados y le volví a besar, quería borrar esa mirada de su cara. Nunca más quería verla.
-          Si es real Bebé, ven aquí – le coloque sobre mis piernas y éste se abrazó a mi cuello y con sus piernas me sujeto la cintura. - ¿Aún quieres jugar, hum? Eres un gato muy descarado lo sabias. – dije apretándole las nalgas y este soltó un chillido echando su cuello atrás, dándome libre acceso a él. Me le acerque oliéndole y su aroma mezclado con el del otro hombre, hicieron que mi pene volviera a cobrar vida y me quede sorprendido. Sabía que Diego era mi pareja, pero no podía creer que quien fuera él que lo había marcado, también lo era. Diego movió sus caderas, pegándose más a mi adolorido pene, llevando una mano a éste y lo coloco entre sus cachetes. - ¿Qué crees que haces Bebé? – pregunte apretando los dientes cuando este comenzó a bajar, hasta estar clavado totalmente en mí. – dios vas a matarme un día de estos. ¿Dónde has aprendido hacer eso? – le pregunte sujetándole de la cintura, comenzando a moverme lentamente en su interior y este movía sus caderas en mi encuentro, llevándome cada vez más dentro. Me faltaba poco, necesitaba correrme, pero quería que se volviera a correr y necesitaba sellar nuestra unión, para eso tenía que volver a morderme.
-          Muérdeme cariño. – le susurre al oído, cuando lo acerque a mi cuello y éste gimió, pasando la lengua por las venas hinchadas. – sí, eso es, mmm – dije cuando lo sentí morder, pero sin romper la piel. – vamos Bebé sé que lo deseas al igual que yo.  – dije moviendo las caderas cada vez más rápido y término clavando sus afilados caninos en mi tierna piel.
Rugí llevando la cabeza atrás, clavando las uñas en sus caderas, mientras explotaba en su interior, cuando éste apretó mi polla hasta estrangularla. Sentí como se corría entre nuestros cuerpos, retrayendo los colmillos y dejando caer la cabeza gritando mi nombre. Aproveche y le mordí. En el momento que su sangre toco mi lengua, todos mis sentidos se fueron a paseo, sentí como mi mundo comenzaba a girar y pensé que perdería la cabeza. Imágenes tras imágenes llegaban a mí de la vida de Diego, hasta la de esta mañana y creí que eso no podía ser, era imposible que fuera él. Sentí como su cuerpo se estremecía y lo abrace más fuerte a mí, sintiendo como las lágrimas bañaban mi cara.
Estaba jodido, ahora como le explicaba a Diego que nuestra otra pareja no era ni más ni menos que mi pequeño hermano gemelo, al que habíamos dado por muerto, hace 30 años. Salí despacio del cuerpo inconsciente de Diego y lo deje en la cama, levantándome a buscar algo, para limpiarle.  ¿Ahora que iba hacer? ¿Se lo escondería o le contaría la verdad?, puede que no me eche la culpa, yo estoy más sorprendido que él. Volví a la habitación, limpiándole y luego me metí junto a su caliente cuerpo, dejando que el sueño me llevara. Ya arreglaría todo ese lio, cuando hubiéramos descansado un poco y hubiera hecho unas cuantas llamadas.





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