jueves, 27 de febrero de 2014

Esta vez no caeré en tu trampa…

Bueno, este capítulo lo subo también, así no me matáis y decís que es corto jejeje .
 Nada que espero que os queste este también.
También decir que voy a empezar a subir ya el otro libro también y espero que lo disfruten.



Después de una larga noche y una mañana nefasta de resaca, al fin había llegado a Roma, solo me faltaba una hora para estar en Villa Asunción, vería a mis pequeños demonios y le daría un beso a mi madre, dejando que se marchara ya a su casa. Yo me quedaría a esperar a que llegara Diego. Gemí al recordar que en tres semanas tendría a mi peor pesadilla dando vueltas por casa. Esperaba que esta vez no hubiera traído esos pantaloncitos cortos ni esas camisetas, que siempre llevaba atada a la cadera. Mi polla dio un respingón y tuve que gemir al recordar el verano que paso con nosotros en la finca de mis padres.
Yo solo tenía 25 años y reconocía que me moría de ganas por saber, que se sentía al estar hundido en ese pequeño cuerpo, de culo respingón y cintura de avispa. Lleve mi mano a mi adolorida polla, sintiendo el calor de ésta traspasar la suave tela de mis pantalones de vestir. Si no estuviera conduciendo hubiera metido mis manos dentro, para poder aliviarme. Gemí en frustración, esperaría a llegar a casa y luego daría una vuelta por el lago. Tal vez y hasta termine dándome un baño, así tal vez refresco mis ideas, y recuerdo que Diego es algo prohibido para mí. El ruido del teléfono me sobresalto, dándole un meneo al coche, tuve que acomodarme y pensar que más valía poner atención a la carretera o no llegaría en la vida a casa. Y nunca mejor dicho, resople tres veces, pasando el susto inicial y descolgué el teléfono.
-          Ya era hora de que contestaras amigo – escuche la voz de Saúl al otro lado de la línea, el tan impaciente como su hermanito. Resople preguntándome, porque le haría caso por segunda vez y deje que me lo enviara este verano. - ¿Dónde estás?, llame a tu casa y me contesto tu madre, me dijo que estabas fuera. – pensé que cuál era su insistencia por saber dónde yo me encontraba, normalmente no me llamaba si no necesitaba algún favor.

-          Yo también me alegro de oírte – le dije sarcástico, poniendo atención a la carretera, ya me faltaba poco para llegar y soltarlo todo, me daría una ducha y después dormiría un rato. - ¿Qué necesitas esta vez?, sé que no solo me has llamado para saber cómo estoy – dije sin darle más vueltas. Adoraba a Saúl pero cuando comenzaba con sus juegos sucios podía llegar a sacarme de mis casillas. – espero que esta vez no hallas hecho una de las tuyas, porque prometo que no me va a importar que estés con Derek, que es casi de mi estatura y estaré azotando ese redondo culo tuyo hasta que olvide porque empecé a azotarte en primer lugar. – le amenacé y le escuche gemir. Habían veces que me preguntaba como nunca llegue a enamorarme de Saúl, a fin de cuentas somos de la misma edad, tenemos muchas cosas en común y adoro cuando se pone en plan histérica sabelotodo. Tal vez al destino simplemente no le hace mucha gracia que yo sea feliz, pensé para mí, escuchando como Saúl empezaba a decir que siempre pensaba mal de él. Me eche a reír, porque solo las veces que no pensaba mal de él, eran los peores momentos que he tenido que soportar en la vida. -  Uhum, ve al grano cariño, que quiero llegar a casa y relajarme olvidándome de todo por unas tres semanas hasta que llegue tu hermanito y comience a ponerlo todo patas arriba. – me queje escuchando como este se reía y a mí no me hacía ni puta gracia.
-          No te pongas histérica, sabes que es buen chico, además ha crecido mucho y créeme ya no te caerá atrás como hacia de pequeño. – dijo con una sonrisa y yo pensé que ese era el maldito problema, que ahora el que le tendría que estar vigilando ese hermoso culo seria yo. Pensé recordando que cuando tenía 16 años ya me traía de cabeza y era el único que protagonizaba mis noches de auto placer. Gemí y Saúl volvió a sonreír, maldije ya que sabía que el algo tenía que sospechar de mi pequeña obsesión por si hermano pequeño. No haría nada al respecto, pero al menos podría tener algo de respeto delante de su hermano. – deja de martirizarte, ya te dije que Diego no es un niño, y prefiero que lo tengas tu a que sea otro el que se lleve a mi pequeño príncipe – dijo haciendo pucheros y yo gruñí solo de pensar en otras manos sobre el sexy cuerpo de Diego. Eso no pasaría, al menos si yo tenía algo que decir en eso y tenía mucho que decir al respecto. Ese cuerpo era mio, bueno mio en sueños, pero no dejaría que nadie lo tocase. – calma campeón, tu aliento llega hasta aquí. – se rio Saúl,  le dije una grosería y el rio más fuerte. – en serio corazón mio necesitas unas vacaciones. Toma a los niños y a mi hermano he iros de viaje algún lugar lejos, diviértete estos dos meses, que solo se vive una vez. – me sonrió y yo me relaje un poco, tenía que dejar de negarme algo que ya no tenía remedio. Estaba enamorado de Diego desde hacía tanto tiempo que era imposible dar marcha atrás. – deja de negarte algo que todos sabemos que está ahí,  haz algo antes que venga otro más listo que tú y termine quitándotelo. Yo por mi parte te doy mi bendición siempre que me lo cuides y lo lleves a casa de vez en cuando. – termino y me colgó dejándome con la palabra en la boca.
Seguí conduciendo los kilómetros que me separaban de mi hogar, pensando en las palabras de mi mejor amigo. Si el me daba el visto bueno para estar con su hermano menor, quien era yo para decir lo contrario. Mi polla dio un salto de alegría y yo solo esperaba que estas tres semanas pasaran rápido y poder poner mis manos al fin sobre ese gato escurridizo.






     El paseo de la mañana me había gustado mucho, al final Zaky se había unido a Samy y a  mí. Tomamos un picnic a la orilla del lago y después nos divertimos bañándonos los tres. De vez en cuando Zaky decía que le gustaría que su padre hubiera estado allí con nosotros, yo le prometí que la próxima vez que volviéramos su padre vendría.
-          No creo que hagas que venga. – dijo Zaky saliendo del lago, sentándose en la orilla con los brazos abrazados a sus rodillas.
-          ¿Por qué dices eso?, ya verás cómo viene. Hacemos una cosa, ¿vale? – dije sentándome a su lado, viendo como Samy se divertía en el agua con el pequeño perro. – si hago que tu papá venga con nosotros de viaje, tú empezaras a portarte bien, y hacer el niño lindo que tu abuela tan orgullosa describe. – le dije revolviéndole el cabello, haciéndolo sonreír y ese sonido me llego al corazón. No sabía en qué momento, pero me había enamorado de los hijos de Zack, me pegue más a su cuerpo tanteando para darle un abrazo, que sabía que ese niño necesitaba. Se veía que estaba falta de afecto. Sabía que Zack hacía lo que podía para sacarlos adelante, pero ellos necesitaban una mamá que los mimase un poco y yo iba hacer ese papel durante los dos próximos meses, pero solo con los niños. Del padre yo no quería saber nada en absoluto, a mí me rompían el corazón solo una vez.
-          Vale, trato, pero solo si te quedas con nosotros – dijo mirándome con ojitos de cachorro y me derretí por dentro, ¿Cómo le negaría yo nada a una cosita como esta? Me dije abrazándolo más pegado a mí, dándole un beso en el cabello, escuchándolo sonreír y viendo como Samy salía del agua uniéndose a nosotros.
Nos quedamos toda la tarde allí y al regresar me entere que Sara había tenido que marcharse, dejándonos la comida preparada con una nota. Cenamos entre risas y luego los despedí a cada uno en su habitación, dándoles las buenas noches. Volví por las escaleras entrando al primer cuarto que vi, comenzando a desnudarme sin encender la luz, simplemente quería caer rendido en la cama y no despertar hasta el día siguiente. Llegue a la cama metiéndome bajo las sabanas y su suave tacto me envió directo al sueño placentero que tanto necesitaba.






    Al llegar me recibió mi madre con las maletas ya en el coche, me extraño no ver a los pequeños correteando hacía la entrada, pero ésta me dijo que se había ido a dar una vuelta a caballo con Luis el vecino, que se pasaba el día entero en mi casa. Me despedí dándole un beso y diciéndole que me llamase cuando llegara a casa. Subí directo a mi habitación, desnudándome por el camino y metiéndome de cabeza en el baño. Necesitaba una ducha fría después del viajecito que había pasado, sin mencionar la conversación con Saúl, solo esperaba no haberla jodido lo suficiente con Diego, como para que no quiera ni hablarme. Esperaba que estas tres semanas le sirvieran para pensar en mí. Lleve la mano a mi adolorido pene y comencé a masajeármelo de arriba abajo, imaginando que tenía agarrado a Diego del pelo y éste me miraba con sus ojos llorosos desde el suelo, con su boquita abierta esperando que yo vertiera mi semilla en él. Gemí cuando sentí los primeros espasmos en mi cuerpo, estuve a punto de caer de rodillas, cuando mi polla hizo erupción manchando la pared del frente de la ducha y dejándome casi exhausto. Termine de ducharme, saliendo a la habitación cerrando todas las ventanas de forma que no entrara muy poca luz, necesitaba dormir y la cabeza comenzaba a palpitarme de nuevo.
Me metí totalmente desnudo, sintiendo el refrescante tacto de las sabanas de seda, me hundí en la almohada aspirando el dulce-picante aroma de la canela y el sándalo. Ese olor me recordaba a Diego, en los días de verano en la finca de mis padres cuando por primera vez supe que me gustaba otro chico. Aquel verano Diego, había achicharrado todas mis neuronas haciéndolas papillas, cada vez que salía de casa con un modelito distinto de pantalón y enseñando tanta piel que no me extrañaba que su piel hubiera tomado ese delicioso color a caramelo tostado. Cada vez que se acercaba a mí con ese aroma mi pobre pene saltaba, hasta el punto de llegar a ser doloroso. El punto donde pensé que me volvería loco, fue el día que se me confesó, ese día me falto muy poco para perder los papeles y enterrarme en su cuerpo virgen, hasta que me pidiera clemencia. Ese pequeño y delicado cuerpo no podía ser visto por nadie más que no fuera yo; pensé al recordar el día que me atormentaba una y otra vez.
Si tal vez no hubiera pagado mi frustración con él, aquel día cuando vino a traerme la limonada, pero es que verle parado allí con su largo cabello negro azabache, que con los rayos del sol destellan azul mar. Además de esas largas piernas metidas en ese minúsculo pantalón, con sus pequeños pies pintados, en unas sandalias blancas, junto a ese plano vientre, Diego definitivamente quería mandarme a un estado de coma permanente. Volví a gemir al sentir que mi querido amiguito se había vuelto a despertar, murmurando una maldición me di la vuelta en la cama quedándome boca arriba, con esa erección entre mis piernas era imposible que conciliara el sueño. Suspire llevando una mano a mi congestionado pene, deje descansando la otra en mi frente y me deje llevar por el recuerdo de aquel caluroso verano. 
Me dormí después de mucho intentar, hacer que mi polla atendiera a razones y me dejara dormir, para ser despertado a las horas por un suave cuerpo, pegado al mio. Al principio pensé que aún seguiría en Atenas con Esther en mi habitación, pero no. El olor era diferente, era un olor que jamás olvidaría por mucho tiempo que pasara.  Me pegue más al calor que llamaba mi cuerpo y de inmediato mi polla se levantó al escuchar el dulce gemido de los labios más suculentos, que dios había creado. Lo abracé más pegado a mi cuerpo y mi mejor fantasía ronroneo, mandando oleadas de punzadas a mis huevos.
Me separe de su cuerpo abriendo los ojos y encontrándome unos labios perfectos y apetecibles que jamás había visto. Toque con la punta de mis dedos sus tiernos labios, con cuidado de no despertarlo y algo en mí se ilumino. Eran reales, esos labios, ese cuerpo, sus largas pestañas que descansaban sobre sus sonrojadas mejillas, era real. Gemí, mi pene se había endurecido tan rápido que me maree un momento.  Todo hubiera seguido siendo perfecto si Diego no abre sus lindos ojos y se me queda mirando como si fuera una aparición, para luego agarrarme a almohadazos diciendo que no era real.
-          Joder, para que eso duele. – me queje sujetándole las manos y este rápidamente se soltó, cogiendo las sabanas y tapándose hasta la barbilla.
-          ¿Qué haces aquí? Se suponía que no llegarías en unos días según lo que me dijo mi hermano. – dijo alejándose de mí, envolviendo ese dulce cuerpo en las sabanas y dejándome totalmente desnudo. – podrías taparte al menos. – dijo con las mejillas totalmente rojas y me pareció la cosa más adorable del mundo. No me taparía, vería hasta donde aguantaría ese endemoniado Diego.
-          Primero, te has llevado las sabanas; segundo estamos en mi habitación, y todo el que entre aquí tiene que estar sin ropa, así que ya te puedes ir despidiendo de las sabanas. – le dije indicándole que las soltara y este las agarro más fuerte haciéndome sonreír. Parecía una virgen, con sus cachetes totalmente rojos y su largo pelo revuelto en su linda cara.
-          Estás loco si piensas que me voy a quedar en esta habitación. – dijo irritado buscando su ropa a tientas, con la luz que entraba de las cortinas. – solo se trata de una equivocación, no volverá a pasar. Me quedaré aquí los dos meses que tenía previsto, cuidare de tus hijos y hablaremos de ciertos cambios en tus horarios, para que puedas estar más cerca de ellos. – dijo cuando encontró sus bóxer, dejando caer la sabana para ponérselos, dándome la visión del mejor culo que jamás había visto. Gemí y mi pene salto en mi estómago llamando la atención de Diego cuando este termino de ponerse el bóxer. - ¿Te gusta lo que ves? – pregunto llevándose una mano a la cadera y con la otra termino de arreglar sus largo pelo, alzándome una ceja. – pues amigo, tengo una noticia para ti, se mira pero no se toca, ¿entiendes? Lo que paso hace 10 años no volverá a suceder, sobre todo si tengo algo que decir al respecto, y te aseguro que mi lista es muy larga. – termino dándose la vuelta, llegando al enchufe para dar la luz y yo tape mis ojos para acostumbrarlos al cambio. Diego termino de vestirse parándose ante el espejo, atando su pelo en una coleta mientras me miraba desde allí con una sonrisa diabólica. – se lo que estás pensando y créeme amigo eso nunca va a pasar. – dijo dándose la vuelta hacia mí, acercándose a la cama con las dos manos en sus caderas – así que olvídalo corazón. – se dio media vuelta dispuesto a marcharse, pero lo detuve tomándolo del brazo. No escaparía, yo solo quería una cosa de Diego y era tenerlo todo para mí, y si tenía que esperar dos meses más, bueno que así fuese, ya había esperado 10 años y mis huevos comenzaban a ponerse azules.
-          Cariño nunca digas nunca, porque te prometo que en unos días te tendré en esta misma cama, retorciéndote de placer para mí. – le susurre al oído cuando tire de el para que quedara tumbado sobre la cama. Le acorrale entre mi cuerpo y ésta cuando intentó escapar, gimiendo de frustración al no poder liberarse. – Shh… tranquilo Bebé, tú ya hablaste, ahora me toca a mí. – susurre cerca de sus labios y su dulce aliento estuvo a punto de enviarme al borde. Proteste cuando Diego comenzó a mover sus caderas haciéndome gruñir cuando mi pene quedo acorralado entre sus piernas. – créeme amor, si continuas moviéndote así, no voy a poder respetar la apuesta. – dije sonriéndole, sabía que como quiera ganaría, y le tendría en menos de unos días retorciéndose en mi cama. Pero eso él no tenía que saberlo.
-          Yo no he hecho ninguna apuesta y quítate que pesas estúpido neandertal. – gruño forcejeando y termine saliendo de encima de él. – no pienso hacer ninguna apuesta con un traidor, mentiroso como tú, simplemente olvida que me tendrás, porque eso no va a pasar. – me enseño los dientes y pensé que eran muy sexys.
-          Tengo una noticia para ti mi pequeño gatito, en menos de tres días te tendré retorciéndote en mi cama toda una noche y te haré olvidar hasta tu nombre. Solo recuérdalo Bebé, después no digas que no te lo dije.
-          Y yo tengo otras noticias para ti grandullón, puede que hagas algunas de tus artimañas y puede que sí, que tengas mi cuerpo. Pero créeme que de eso no pasara, solo será sexo y nada más. – dijo dándose la vuelta, para salir por la puerta.
-          Diego. – le llame con una gran sonrisa en la cara. – bonito culo por cierto, que tengas dulces sueños Bebé y piensa en mi propuesta, podemos pasárnoslo muy bien los dos estos dos meses que quedan de verano. – le dije cuando me miro con cara de cansancio y resoplo dándose la vuelta, decidido a salir.
-          Está bien, me acostaré contigo lo que duren estas vacaciones, pero tengo condiciones que no tienen punto de discusión. ¿Lo tomas o lo dejas? – pregunto impacientándose en la puerta. Yo diría que sí a todo lo que dijese, si podía tenerlo lo antes posible en mi cama. Asentí esperando poder llevar todas sus exigencias. – primero, yo no tengo nada que ver contigo, solo soy el niñero y el que calentara tu cama algunas noches. Segundo, no tienes derecho a meterte en mi vida, no puedes decir con quien o con quien no puedo hablar, cuando no estemos en la cama nada de caricias, ni besos, seremos empleado jefe, ¿entiendes? – me miro y le dije que si apretando los dientes. Iba claro si pensaba que no vigilaría ese apretado culito, el primero que se atreviese a solo respirarle a su alrededor, tendría que ir a recoger sus huevo a la parada más cercana de urgencias. – te ocuparas más de los niños, estarás más tiempo con ellos. Zaky quiere hacer un viaje algún parque de diversiones y yo le prometí que esta vez tú vendrías con nosotros. – me comunico sentándose en el sillón frente la cama, y yo puse la sabana sobre mis piernas. Diego esperó una respuesta y yo aún estaba con mi cabeza en  lo fácil que sería tenerlo retorciéndose muy pronto bajo mi cuerpo.
-          Está bien, veré que puedo hacer en mi agenda, le preguntare a los pequeños que tantas ganas tienen de ir y te lo haré saber, ¿algo más? – le pregunte dándome la vuelta en la cama, para que entendiera que me iba a dormir.
Este refunfuño algo saliendo dando un portazo y yo aguante un rato más la carcajada que amenazaba con salir de mis labios. Había sido tan fácil, solo tenía que saber que Diego le había prometido a Zack que nos iríamos de viaje y sabía que él no pararía hasta que yo dijera que sí. Acababa de caer en su propia trampa, si quería que fuera con ellos de viaje, solo tenía que pedírmelo educadamente, ya tenía en mente todas las perversiones que le haría a ese pequeño cuerpo, le haría olvidar que alguna vez otro toco su cuerpo y lo reclamaría de una vez como mio. Ya podía ir olvidando que yo dejaría que otro hombre se acercara a él, porque eso no pasaría en la vida. Gruñí cerrando los ojos, pensando en un plan donde poder demostrarle a Diego que solo yo podía ser su dueño.





-          Estúpido, patán, gilipollas. – ¿Quién se creía para hablarme así?, iba claro si pensaba que yo me entregaría así de fácil.
Si quería tener mi hermoso culito tendría que sudar un rato. Ya estaba preparado para alguna de sus artimañas, pues él sabía que yo no pararía hasta tener lo que quería, y en esos momentos era llevar a los niños al dichoso parque. Entre enfadado en la habitación cerrando con llaves, no fuera que se le ocurriese entrar. Llamaría a mi querido hermano e iba a escucharme, me olía que esa tenía que ser una encerrona de él y de Derek. Ya me las cobraría más tarde de él, algo se me ocurriría para fastidiarle alguna salida; gruñí tirándome en la cama, de todas mis peores pesadillas esa era la que primero tenía que hacerse realidad.
Pero si todos esperaban que yo me sentara como un niño bueno a decir que si, iban muy claros, les demostraría que había aprendido unos cuantos trucos en mis viajes de la universidad. Cerré los ojos imaginándome el nuevo modelito que me pondría al día siguiente, si Zack quería guerra sabría que tendría que elegir a un contrincante menos peleón, porque me había propuesto a demostrarle que yo también sabia jugar a su juego. Le haría creer que me tiene en sus manos, para en el momento en que menos se lo espere, le enseñare que se siente cuando te dejan con el calentón del siglo y el corazón roto. Ya era hora de avanzar y lo más importante, de perder mi virginidad. Zack había llegado en el momento justo en el que empecé a pensar, que nunca me libraría de ella. Suspire, esperaba que no se levantara muy gruñón por las mañanas, porque se me pronosticaba un fuerte dolor de cabeza a la vista.
Al final poco pude dormir, termine levantándome a las 7 de la mañana; me duche arreglando mi cabello en una trenza, dejando que algunos mechones de mi pelo cayeran sobre mis mejillas. Me puse un pantalón corto vaquero desgastado, con una camiseta blanca enseñando mi lizo abdomen, coloque el pirsing del ombligo que el día anterior me había quitado, para que la tía no lo viese y volví a perforar mis orejas. Coloque un poco de cacao en mis labios resecos, metiéndolo en mi bolsillo trasero para tenerlo a mano y salí colocándome unas sandalias rosas que hacían juego con mis uñas de manos y pies. Saque el móvil del bolso viendo si tenía algún mensaje, pero nada, estaba desconectado del mundo, ni siquiera tenía cobertura. Adiós a lo de llamar a mi hermano y mandarlo un ratito a la mierda, refunfuñe colocándome los auriculares, mientras bajaba a la cocina para preparar el desayuno.
Comencé a bailar mientras preparaba un buen plato de huevos revueltos con ajitos tiernos y espárragos, más una gran bandeja de tostada con aojo y perejil. Añadí una gran jara de zumo de naranja, leche caliente y prepare café colombiano que el día anterior había encontrado en la despensa. Lleve un gran tazón de café recién molido a mis labios y el fuerte aroma me despertó. Necesitaba algo que me hiciera olvidar el fuerte y musculoso cuerpo de Zack, aún se me hacía la boca agua al recordar sus tatuajes en los brazos, junto el pecho. Llevaba otro en el ombligo y en la ingle. Me moría de ganas por pasar mi lengua por todos y cada uno de esos tatoos. Gemí cuando el café quemo mi lengua, eso me pasaba por pensar en cosas innecesarias, maldije por lo bajo y saque lo que faltaba del desayuno y subí a despertar a los chicos. Ya eran las 9 y les había prometido ir al lago, hacer otro picnic, procurando esta vez que Zack se unirá a nosotros. Resople, esperaba que no me costara mucho convencerle, solo de pensar tenerlo cerca, pone mi carne de gallina.
Obligue a esos dos a salir de la cama, haciendo que se pegaran una ducha y los esperé en la cocina ya con una tostada en la mano.
-          Buenos días dormilones, ya era hora de que bajarais, se os enfría el desayuno. – les dije y reía al ver como se les abrían los ojos, para luego salían corriendo llenando cada uno un plato, comiendo como si no lo hubieran hecho en días. – he comer despacio, puedo hacer más si queréis.
-          ¿En serio? – preguntó Samy con la boca llena y Zaky no le prestaba atención a nada más que no fuera su plato.
-          Que si, luego haré lo que me pidáis para el picnic. – le sonreí llevándome el café a los labios.
-          Yo me conformo con que huela igual de bien que esto. – escuche una inconfundible voz desde la puerta de la cocina y mis nervios se pusieron de punta.
-          Papá – dijo Zaky levantándose de la mesa y saliendo en su encuentro. Zack lo abrazo en el aire y dio vueltas con él, mientras este otro se reía. - al final viniste, sabes hoy vamos a hacer otro picnic en el lago, ¿vendrás verdad? – le pregunto este emocionado, cuando llegaron a la mesa y Zack me regalo una sonrisa de oreja a oreja. Subí mis pies a la silla disimulando mi erección, mientras soplaba el café.
-          Buenos días Diego, espero que durmieras bien y que estos dos no te hayan dado mucho trabajo. – dijo sonriendo con malicia, cuando dijo lo de dormir bien al sentarse en la mesa y yo pensé que sería realmente gracioso que se quemara la lengua con el café, por estúpido.
-          Hola, tus hijos son dos angelitos, que no se puede decir lo mismo del padre. – refunfuñe por lo bajo y este me sonrió. – ¿Vendrás al lago con los niños y conmigo? – pregunte alzando una ceja, esperaba que dijera que no, así rompería cualquier trato que quisiera hacer. Este me sonrió leyendo mi mente y le regalo una sonrisa a un ansioso Zaky que esperaba su respuesta.
-          Pues claro que iré, así estoy más tiempo con los chicos. – volvió a sonreír y me dieron ganas de borrarle esa sonrisa de un guantazo. Apreté los dientes cuando este me susurro que más tarde me diría el precio de esa excursión. Rece para que no fuera más de lo que estaba dispuesto a darle, porque apenas le había visto y corazón ya empezaba a latir.
Terminamos de desayunar y ellos se fueron con su padre al establo para ensillar a los caballos, yo me quede en la cocina, pensando si al echarle purgante en el bocadillo de Zack le borraría esa sonrisa de gilipollas, de la cara. Deseché la idea, pasaría un rato agradable con los pequeños y después aceptaría las demandas de Zack, que más daban 2 meses, yo había soñado con tenerlo dentro de mí, cuanto ¿10 años?, que más daba dejarse mimar un poco esos dos meses, si al final mi tenía mis objetivos muy claros. Cuando esos dos meses llegarán a su fin, mi excursión también lo haría y volvería a casa olvidándome de todo, ya estaba acostumbrado. Termine de preparar la comida y subí a mi habitación a ponerme el bañador y coger algunos productos para no quemarme mucho bajo el sol. Saque todo al patio y llegaron corriendo lo pequeños dando saltos mientras Zack venía detrás de ellos, y me miraba como si quisiera quitarme el bañador y follarme en medio del campo. Alce una ceja, regalándole una sonrisa de medio lado, cuando me agache para coger las bolsas y pasárselas.
-          Ya está todo grandullón, podemos irnos cuando quieras. – le dije, dejándolo allí y me lleve a los chicos donde nos esperaban los caballos ensillados.
Monte en Zatán y deje que Zaky montara a Xélara, le había tomado mucho cariño y no quería separarse de ella. Sonreí pensando que a mí me paso igual cuando la vi nacer; espere que estuvieran acomodados y salimos dando trotes hacía el lago sin esperar por Zack que peleaba con un enorme pura sangre negro, que no dejaba que colocara las cesta en su montura. Sonreí y me puse de parte del caballo, ya era hora de que alguien lo hiciera sudar un rato.
Llegamos al lago, desmontando y nos metimos de cabeza, agradeciendo la fría agua. Al rato llego Zack quedándose en la orilla, colocando todo en un mantel improvisado, después saco la comida y se dejó caer sin camiseta en el césped. Agradecí estar en el agua y que no se veía nada que pudiera asustar a los chicos, les dije que nadaría un rato, alejándome hacia la parte de atrás del lago, donde se encontraba una cueva escondida. Entre escuchando el eco de las gotas de agua al caer y me dije que eso era vida. Me recosté en una de las salientes, apoyando mi cara en los brazos y cerrando los ojos, mientras mecía mis pies, dejándome arrullar por su suave toqué.
No sé cuánto tiempo estuve así, solo sé que si no llego a estar sujeto por los fuertes brazos de Zack, con mi culo pegado a su abultado bañador; me hubiera ahogado del susto. Esa escena me recordaba a otra muy dolorosa y no tenía ningunas ganas de repetirla, si iba a dejarme otra vez con el calentón. Me aparte de él diciéndole que era un estúpido, que no tenían gracias esas bromas y me dispuse a salir de la cueva, me fastidiaba que hubiera encontrado mi escondite.
-          Aún no puedes irte – me dijo sujetando mi mano y pegándome otra vez a su cuerpo, gemí en frustración, no podía soltarme y empezaba odiar ser por lo menos unos 15 centímetros más bajo que él. – aún tienes que pagarme por haber venido hoy. – contesto dándome un beso en el cuello, absorbiendo mi aroma y haciéndome jadear. No pude evitarlo, por más que quería parecer indiferente, las manos de Zack me lo impedían. – eso es Bebé déjate lleva, sé que va a gustarte. – susurro en mi oído, cuando cerré los ojos, sintiendo las manos de Zack sobre mis pezones y bajando hasta llegar a mi adolorido pene, que clamaba por ser atendido. Solloce pidiéndole que fuera más rápido con los movimientos de sus manos, Zack apretó los cachetes de mi culo, haciéndome gritar y me dijo que lo haríamos a su manera. Simplemente me deje llevar, no sentí cuando sus invasores dedos entraron en mí, haciéndome gritar el nombre de Zack una y otra vez, mientras mi cuerpo se contraía alrededor de sus dedos y hacia erupción entre nuestros cuerpos. No encontraba la respiración, me costaba hacer llegar aire a mis pulmones, pero Zack no me dio chance, tomo mi cintura, dándome la vuelta para que quedara con mis manos apoyadas en la roca y mis pies donde podía sostenerme en ellos. Sisee al sentir como volvía a invadir mi interior con sus dedos y tiraba de mi cabello, viendo como las lágrimas bajaban por mi rostro. – quiero oírte suplicar porque te posea Diego, y no voy a para hasta estar muy saciado de ti. – Dijo en mi oído, dando una fuerte nalgada en mi trasero. Me pico y podía sentir que se estaba formando la marca de sus dedos, pero no le daría la satisfacción de chillar, si quería poseerme como un loco, yo me dejaría, siempre que me quitara el gran lastre que era mi virginidad. Zack tiro más fuerte de mi cabello cuando me mordí el labio emitiendo un jadeo. – quiero oírte Diego y no vas a callar tu voz, quiero escuchar como gritas mi nombre cuando este bien enterrado en tu interior. – dijo dándome otra nalgada más fuerte y tuve que gritar, con mis ojos empañados de las lágrimas que no dejaban de correr por mis mejillas, y Zack me sonreía, pasando la mano callosa por mi irritada piel. – eso es pequeño y ahora solo quiero que me sientas, no querrás volver a tener a otro en tu interior. – dijo separando mis mejillas y entrando en mi de una sola estocada.
La sentí en el alma, gritando tan fuerte que no me extrañaría, que los chico me hubieran escuchado y Zack se quedó paralizado en mi interior sin moverse, mientras yo no podía parar de llorar.
-          ¿Por qué no me lo dijiste? – me pregunto sujetando mis caderas para que me quedara en el sitio. Me sentía tan lleno, mi agujero palpitaba alrededor de esa cosa enorme que había entrado en mí a la fuerza, y poco a poco fui relajando los músculos, hasta que empecé a sentir un placer inmenso. Escuche como Zack gruñía clavando las uñas un mis caderas, sabía que al día siguiente tendría marcas, pero no me importaba, eso se sentía tan bien, quería que se moviera. – dios Bebé vas a matarme como sigas moviéndote así – escuche decir a Zack entre dientes, pero no podía parar de moverme, sentía mi cuerpo arde, mis sollozos se confundían con sus gruñidos y yo me sentía en la gloría.
Nunca nada me había sacado tanto de mi piel como el sonido de nuestros cuerpos al chocar en el agua, mientras este me tomaba como si la vida le fuera en ello. Lleve una mano atrás acercando la boca de Zack a mi garganta, no sabía lo que hacía pero se sentía correcto para mí. Éste gruño hundiéndose más profundo en mí, sacando su nombre de lo más profundo de mi alma, para después sentir como se vaciaba en mi interior, mandando olas de calor a mi apretado agujero y haciendo que volviera a correrme. Caí hacia delante con la respiración dificultosa, mientras Zack acariciaba mi espalda, diciendo palabras tranquilizadoras.
Al fin la había perdido y mis fantasías se habían quedado cortas al lado de la realidad. Tener a Zack clavado en mí hasta la empuñadura, me había mandado al séptimo cielo y después me había dejado caer de cabeza para enfrentarme a la realidad. Eso era solo sexo, y nada más, yo mismo lo había dicho, pero ahora que hago. Aún mi cuerpo vibraba por el mejor orgasmo de mi vida, pero continuaba estando vacío. Zack me utilizaría como había hecho 10 años antes y después volvería a tirarme. Pero esta vez no se lo pondría tan fácil, puede que terminara sufriendo, porque sabía que así terminarían mis vacaciones, pero al menos no sería el único que saldría esta vez con el corazón roto. Él me quería, pues me tendría y yo disfrutaría de todo lo que estuviera dispuesto a darme, pero después me marcharía y no volvería la vista atrás.
Alcance mi bañador que se había quedado flotando y me lo coloque arreglándome y dándole mi mejor sonrisa.
-          A sido genial, espero repetirlo pronto. – dije tirándole un beso ya en la salida de la cueva. – no tardes mucho en volver a buscarme, ya que después de saber lo que me he estado perdiendo estos 25 años, tal vez busque a alguien que logre aliviarme, nos vemos. – lo oí gruñir y termine saliendo de allí con las mejillas totalmente rojas y con el cuerpo clamando por que dejara mi orgullo y volviera a esa cueva, dejando que Zack me poseerme hasta dejarme inconsciente.
Llegue a la orilla con falta de aire y me deje caer en el césped, disfrutando de la fresca brisa, al rato llegaron los pequeños y se acostaron a mi lado, quedándose dormidos. Los mire un largo rato y me dije que si las cosas no hubieran salido tan mal entre Zack y yo, ahora podría estar dándoles todo mi amor a estos dos pequeños. Él incluido, Zack había vuelto a despertar lo que tanto tiempo había mantenido dormido y ahora simplemente clamaba por reclamar lo que era suyo. Me coloque quedando entre los dos pequeños y cerré los ojos pensando que al final todo tendría una solución, dejaría de darle vueltas a las cosas y simplemente disfrutaría de todo lo que podía conservar en mis recuerdos una vez que me hubiera marchado. Ya no había vuelta atrás, le había entregado lo que tanto tiempo había guardado, devolviéndole en el proceso parte de mi corazón y ahora solo me quedaba esperar no salir peor parado que la última vez.

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